Fue en octubre de 1992 cuando se formó el Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global en la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile, unidad creada como parte de un proyecto FONDECYT, pero que luego fue creciendo e incorporando a académicos, investigadores, estudiantes y numerosos proyectos que han aportado con valiosos avances de alto nivel en la ciencia de la dendrocronología.
Así lo recuerda el Prof. Dr. Antonio Lara, académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio, quien comenzó hace 30 años en un pequeño espacio luego de hacer su postdoctorado en el mayor laboratorio de dendrocronología del mundo en la U. de Arizona, Estados Unidos. Pronto se sumó un proyecto de la National Geographic y otro de la Fundación Andes, que dieron el impulso para que este laboratorio comenzara a crecer.
“Con esos proyectos se pudo comenzar a equipar el laboratorio. Fue un desarrollo rápido donde sucedieron varios logros simultáneos que hicieron que creciera en cuanto a aportes a la ciencia y en integrantes”, recordó el Dr. Lara.
Uno de aquellos logros es la publicación en la revista Science en colaboración con el Dr. Ricardo Villalba del Laboratorio de Dendrocronología de Mendoza, que demostraba que el alerce (Fitzroya cupressoides) es la segunda especie más longeva del planeta alcanzando en 3,620 y generando la reconstrucción de temperatura más larga del hemisferio sur.
Con los años, el equipamiento se ha modernizado, adquiriendo nuevas tecnologías e instrumentos como scannner, capacidades para el análisis de isótopos y análisis anatómico, que han ayudado a jóvenes investigadores y estudiantes de pregrado y postgrado en su formación.
¿Qué es la dendrocronología?
Es una disciplina que estudia los cambios ambientales del pasado, analizando los anillos de crecimiento anual de los árboles. Etimológicamente, dendro se refiere a árbol y cronología al tiempo. Cada anillo de crecimiento se traduce como un año.
Con estos datos obtenidos desde los árboles se construye una cronología de ancho de anillos, la cual representa la respuesta en crecimiento de los árboles a una o más variables ambientales, como la precipitación y la temperatura.
Aportes a la ciencia
Estos estudios utilizando el alerce se ampliaron hacia otras especies a medida que se incorporaron nuevos académicos. Es así como el Dr. Duncan Christie se ha caracterizado por sus proyectos utilizando -entre otras- a la queñoa (Polylepis tarapacana), un árbol del altiplano en el extremo norte de Chile.
“Previo a estos estudios, se había trabajado en el ámbito de la dendrocronología hasta Chile central (aunque por el lado argentino se había abarcado hacia el norte). Con el estudio de la queñoa se comenzó a cubrir la parte chilena del altiplano. Se trabajó principalmente en la detección de cambio hidro climático en el altiplano (precipitaciones, sequías). También comenzamos a trabajar con arqueología, fechando sitios arqueológicos y relacionándolos con la variabilidad de las lluvias del pasado. Además, utilizamos la queñoa para hacer reconstrucciones históricas de la variabilidad del fenómeno del Niño”, explicó el Dr. Christie.
Los datos obtenidos con esta especie altiplánica fueron útiles también para aportar a la construcción del Atlas Sudamericano de Sequías, una ambiciosa iniciativa que creó un archivo ambiental producto de la labor de científicos de diversos países que reconstruyeron cómo ha variado la disponibilidad hídrica en el suelo sobre gran parte de Sudamérica entre los años 1400-2000.
El ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis), al ser una especie milenaria, también aportó con valiosos datos a través de las iniciativas dirigidas por el Prof. Dr. Carlos LeQuesne, y la araucaria se sumó mediante proyectos a cargo del Dr. Mauro González.
“El Laboratorio de Dendrocronología ha sido muy importante para el estudio de la ecología y dinámica de los bosques del centro-sur de Chile y en específico de la influencia de disturbios en el origen y desarrollo de estos ecosistemas. A través de los anillos de crecimiento hemos analizado procesos de establecimiento, crecimiento y mortalidad del bosque luego de disturbios (fuego, volcanismo, claros por caída de árboles). También el estudio de la historia de incendios en bosques de araucaria, alerce, siempreverde y maulinos, entre otros, nos ha permitido comprender de mejor manera el rol de la variabilidad climática y los seres humanos en la ocurrencia y tendencias temporales y espaciales del régimen de incendios”, explicó el Dr. González.
El Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la UACh se caracteriza por sus estrechos vínculos con investigadores nacionales e internacionales, el más fuerte de ellos con el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), con el cual posee una interacción permanente. Sin embargo, también tiene relaciones con la U. de Arizona en Estados Unidos y la de Western Ontario de Canadá, entre otras.
Según el Prof. Lara, “la investigación que se hace en nuestro laboratorio ha generado reconstrucciones de temperatura, precipitación, caudales incendios y erupciones volcánicas de los últimos siglos y en el caso de temperatura de los últimos 5680 años”.
Con sus 30 años, el Laboratorio de Dendrocronología de la Universidad Austral de Chile es el segundo en haber sido creado en Latinoamérica, después del de Mendoza, siendo uno de los factores que lo hacen tan relevante su ubicación. “Éste es un lugar muy importante para hacer dendrocronología en el mundo por las especies que tenemos y donde crecen, abarcando las de mayor altitud y las más australes del mundo, entregando información de relevancia global», explicó Lara, quien junto a los Dres. Christie y González son investigadores del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
Finalmente, no es menos importante la participación de jóvenes investigadores. Es el caso de Tomás Muñoz, Ingeniero en Conservación de Recursos Naturales que, además de dirigir proyectos Explora y Ciencia Pública en que llevó la ciencia de la dendrocronología a diversos establecimientos educacionales vulnerables, ha compartido sus conocimientos con estudiantes de enseñanza básica y media que visitan la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales.
“Ejecutar proyectos de divulgación científica y socializar el conocimiento que se ha generado en el laboratorio es muy reconfortante y enriquecedor. Observar cómo, desde niñas, niños, jóvenes y adultos, se impresionan al observar los anillos de los árboles y la información que nos entregan es uno de los resultados que más valoro de la dendrocronología. Muchas personas se impresionan con la información que nosotros obtenemos desde los anillos de los árboles. Además, al ser (los anillos) popularmente conocidos y observados en la leña o en muebles, genera una atracción mayor, un interés tangible por conocer esta fascinante ciencia que es la dendrocronología”.