Hace unos 20 años atrás, había irrumpido con fuerza la utilización de brásicas forrajeras, especialmente el nabo forrajero, como alternativa para alimentar vacas lecheras en el verano. Entre sus cualidades destacaban el alto rendimiento en poco período de tiempo, su buen valor nutritivo (alta digestibilidad) y su fácil utilización (pastoreo directo mediante cerco eléctrico), además servía de cabeza para la renovación de nuevas pasturas.
No obstante, la utilización de estos cultivos ha disminuido en el último tiempo, principalmente debido a dificultades en aspectos agronómicos y nutricionales como los siguientes: rendimientos de materia seca por debajo de lo esperado; alta contaminación con malezas; riesgo de acidosis ruminal; límite en la inclusión dentro de la dieta; respuestas productivas por debajo de lo esperado; desbalances minerales en las dietas y posibles problemas de salud en los animales por compuestos antinutricionales.
Con el fin de aclarar algunas de estas problemáticas es que desde hace unos cinco años, investigadores de la Universidad Austral de Chile han estudiado aspectos relacionados al uso de la brásicas forrajeras en vacas lecheras.
Estudios de rendimiento y calidad nutritiva
En enero de 2014 se visitaron 35 predios de las regiones de Los Ríos y Los Lagos, observando una amplia variación en los rendimientos de los cultivos 0.14 a 10.13 ton MS/ha. En general, aquellos productores que alcanzaron los mayores rendimientos por hectárea coincidieron en realizar siembras tempranas (octubre), barbecho químico, buena preparación de suelo y dosis de fertilización de acuerdo al análisis de suelo y requerimientos del cultivo, mientras que los bajos rendimientos se alcanzaron con siembras tardías (noviembre – diciembre) y sin programa de fertilización.
Posteriormente, estudios realizados en la Estación Experimental de la Universidad Austral de Chile (EEAA), ubicada en Cabo Blanco en Valdivia, demostraron que en veranos secos era posible alcanzar rendimientos de 8–10 ton MS/ha con variedades de nabo y raps de precocidad de 100 días. En el caso del nabo no habían grandes diferencias de rendimiento y calidad nutricional entre variedades, mientras que para el raps forrajero los rendimientos oscilaban entre 6 y 11 ton MS/ha para las variedades Bonar y Goliath respectivamente, los mayores niveles de energía en las variedades Spitfire, Licapo, Goliath y Bonar, mientras que las mayores concentraciones de FDN las tenía la variedad Interval.
Respuesta productiva en vacas lecheras
Un estudio evaluó el efecto de la suplementación con nabo o raps forrajero sobre la respuesta productiva, composición de la leche, consumo de materia seca y metabolismo ruminal en vacas lecheras durante el periodo estival. Los tratamientos correspondieron a dieta control, 70% dieta control + 30% nabo forrajero (NF) y 70% dieta control + 30% raps forrajero (RF). La dieta ofrecida control consistió en ofrecer 20.7 kg de MS correspondientes a 16,2 kg de ensilaje de pradera (Lolium perrenne), 2,25 kg afrecho de soya y 2,25 kg de alimento concentrado comercial.
En tanto, la suplementación en vacas lecheras con brásicas forrajeras generó un menor consumo de materia seca total, sin embargo, en producción de leche no causó diferencias entre tratamientos, por lo que la relación producción de leche por kg de materia seca consumida fue mayor cuando se suplementó tanto con nabo como con raps forrajero. Respecto al metabolismo ruminal, la suplementación con nabo forrajero incrementó la concentración de ácidos grasos volátiles y ácido propiónico, observándose un menor pH ruminal, aunque nunca alcanzó valores inferiores a 5,8; mientras que la suplementación con raps forrajero generó un incremento en la cantidad de proteína microbiana sintetizada.
Dado que existe la recomendación general, de qué no se debe incorporar más de un 30% de brásicas forrajeras en la dieta de vacas lecheras, se llevó a cabo un estudio que evaluó incorporar raps forrajero en 30 y 45% de la dieta, en comparación a la misma dieta control del estudio anterior. En este caso, no se evidenció una disminución en el consumo de alimento, pero si un aumento en la producción de leche, para ambos niveles de inclusión sin afectar la composición (% de grasa y proteína). Al igual que en el estudio anterior, hubo una mayor eficiencia productiva, ya que se logró producir más leche por cada kg de alimento consumido. Desde el punto de vista metabólico, la proteína microbiana se incrementó en un 6 y 4% para las inclusiones de 30 y 45% respectivamente, de igual forma se aumentaron las concentraciones de ácidos grasos volátiles y las proporciones de ácido acético y butírico.
De ambos estudios se concluye que la suplementación con brásicas forrajeras mejoras la eficiencia productiva en vacas lecheras a través de una fermentación ruminal más eficiente. No encontramos diferencias entre utilizar nabo o raps forrajero y, utilizar raps forrajero hasta en un 45% de la dieta no genera problemas en los animales. Desde el punto de vista económico su inclusión permitió disminuir los costos de alimentación en alrededor de un 10%.
Artículo Publicado en el Campo Sureño