“En el manejo típico de ovejerías comerciales de la zona sur, templado-húmeda, de Chile, el encaste se organiza para que las pariciones ocurran al comenzar el crecimiento activo de las praderas. Esto tiene sentido, ya que los máximos requerimientos del rebaño ocurrirán en primavera, cuando las ovejas estén lactando y los corderos exhiban su máximo potencial de crecimiento”, explica el Prof. Daniel Alomar del Instituto de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile.
Agrega que estos “máximos” requerimientos coincidirán entonces con la mayor disponibilidad de pasto, lográndose un equilibrio entre la oferta y demanda de alimento. Esto puede apreciarse en el siguiente gráfico. Las cantidades indicadas son arbitrarias y dependerán de la carga animal, el tipo de pradera y su manejo.
“El modelo anterior implica que las madres suelen enfrentar un período complicado durante la gestación, particularmente en su etapa avanzada (últimos 50 días). Este lapso coincide con la etapa avanzada del invierno, con poca disponibilidad de pradera, la que recién comienza a evidenciar signos de crecimiento, pero que por su bajo contenido de materia seca, no se manifiesta en una importante disponibilidad de forraje”, sostiene el académico.
Explica que si el manejo del pastoreo ha sido adecuado y las ovejas han logrado mantener una condición de gordura aceptable, estarán en condiciones de movilizar reservas en este período invernal, para llegar al parto y poder enfrentar sin problemas las elevadas demandas nutricionales de la lactación.
La meta – dice- es llegar a la parición con una condición corporal no menor de 3 (escala de 0 a 5 puntos) para estar en condiciones de movilizar reservas (hasta 1 punto) en la lactación temprana, en que las ovejas no serán capaces de cubrir sus requerimientos. “Esto es así, particularmente con ovejas melliceras y de buena producción de leche, las que se espera que lleguen a una condición de 2 puntos al segundo mes de lactación”.
Programación Fetal
El Prof. Alomar afirma que la gestación media (50 a 100 días post encaste) es un período menos exigente, ya que el crecimiento fetal es incipiente y las ovejas se encuentran con requerimientos más cercanos a mantención. Incluso, se plantea que en esta etapa se pueden hacer “economías” en el uso de los recursos forrajeros, haciendo provisión (rezagos) para el período posterior, de mayor exigencia.
Sin embargo, también se ha establecido que una subnutrición en este período de gestación media puede afectar negativamente el peso de nacimiento de los corderos y su habilidad para mamar.
De hecho –manifiesta- ha aparecido un nuevo concepto, la “programación fetal”, efecto negativo en la producción futura (más o menos permanente) de ovinos que han nacido de madres que se han restringido (pérdida de 1 punto de condición) durante este período de gestación media. Estudios hechos en Australia han demostrado que estos corderos sufren mayor mortalidad (particularmente los mellizos), nacen con al menos 0,5 kg menos de peso y llegan a menores pesos de término.
La producción de lana también se ve afectada, con hasta un 10% menos cantidad de folículos secundarios, que son los que producen la lana más fina y más valiosa.
Para el investigador, se deben arbitrar las medidas para que las ovejas no pierdan más de 0,5 puntos de condición corporal durante la gestación. Esto se logra a través de un adecuado manejo de la pradera y del pastoreo y, eventualmente, disponiendo de alguna suplementación estratégica al rebaño.
“El manejo diferenciado de la alimentación de lotes de ovejas que gesten únicos y mellizos es una opción rentable, pero requiere de la implementación del diagnóstico de gestación (ecografía), práctica que comienza a ser una realidad en algunas explotaciones intensivas”, subraya el académico.
Foto oveja: http://charquinho.weblog.com.pt/arquivo/ovinos.JPG