Don Mario Paredes Muñoz, quien se desempeñó en nuestra Universidad por 36 años, se acogió a retiro el mes pasado. “Me voy conforme, todos mis hijos estudiaron y el que quiso seguir una carrera y terminarla, también lo hizo. Hoy todos ellos trabajan, ninguno está cesante y el menor es antropólogo”, comenta de sus hijos Luis Fernando, Mario Eduardo, María Eloisa y Daniel Alexis, a manera de balance de su vida laboral, mostrando su satisfacción con lo que le permitió lograr su trabajo.
Hace un par de años debió someterse a unas operaciones de su cerebro, situación que le hizo pensar en que se aproximaba el momento de retirarse. José Arellano, Encargado de Jardines en la Dirección de Servicios y amigo de Mario lo describe como una excelente persona, “muy humano, abierto con los colegas, siempre preocupado de sus compañeros, especialmente de los más antiguos. Compartimos bastante en el fútbol laboral”.
En el deporte sus compañeros también lo conocieron como dirigente, llegando a ser Presidente de la Rama de Fútbol Laboral de la UACh, además de formar parte del equipo de fútbol de los talleres de la Dirección de Servicios en los campeonatos internos de la Universidad, como delegado. Pero donde realmente se lució, fue como remero, cuando siendo muy joven y representando al Club de Remo Centenario llegó a ser campeón de remo a nivel nacional.
Al escudriñar en sus recuerdos, cuenta que su mayor interés cuando era joven era estudiar mecánica, “primero estuve en la escuela vocacional y después pasé al INACAP donde hice un curso de Gasfier y después dos cursos para trabajar con gas licuado. Cuando entré a la Escuela vocacional quería aprender mecánica; lo mismo en el INACAP, entré a estudiar mecánica, pero se me postergó, entonces entré en gasfitería y después me gustó la cosa…”.
Tanto le gustó que trabajó en esta área por 36 años, llegando a ser Supervisor del equipo de funcionarios de gasfitería. “Él me recibió, evaluó mi desempeño, trataba de ayudarme, me escuchaba cuando proponía ideas; muy buen colega, nunca falló a la pega, tan sólo cuando estuvo enfermo”, dijo Aurelio Pineda.
Los primeros tiempos en la UACh trabajó como temporero, “estuve algunos años trabajando por obras, como temporero, para contratistas”. Recordando las actividades que debía cumplir señala, “antes hacíamos muchos alcantarillados, instalaciones de cañería para agua o gas mantención de las mismas instalaciones; trabajábamos más personas, éramos 7, ahora 3”.
En este largo camino, también trajo al presente algunas anécdotas, como una que ocurrió hacia 1986, “cada 15 días, unos estudiantes hurtaban la parte de cobre de los estanques. Sabíamos que los jóvenes iban a Temuco, seguramente lo vendían para los pasajes y los mismos viernes o los lunes, debíamos hacer las reparaciones correspondientes”.
Y no olvida las carreras que tuvieron cuando se inundó la ampliación del Casino y como no podía ser en un día ordinario, aquel día era especial. “Estaba el Rector con invitados, y se empezó a inundar, se detectó que había quedado mal puesto el biotextil, una especie de tela que se usa para que no entre la tierra y el agua hacia el interior del casino; ésta había quedado mal puesta”, recordó.