Los cambios globales que ha experimentado la Educación Superior en el mundo y en nuestro país han llevado a una transformación profunda el concepto de universidad. De ser espacios tradicionalmente rígidos y homogéneos, las instituciones han evolucionado hacia modelos educativos más flexibles, centrados en la persona y en su desarrollo integral. Este tránsito ha significado un reconocimiento cada vez mayor de la diversidad en sus múltiples dimensiones: social, cultural, cognitiva y organizacional. Así, hemos pasado de estructuras menos flexibles a modelos que priorizan la inclusión, entendiendo que el conocimiento y la innovación florecen en entornos diversos y abiertos.
En la Universidad Austral de Chile, la inclusión no es solo una consigna, sino un compromiso permanente que se traduce en acciones concretas. La actualización del conocimiento, la mejora continua de nuestras prácticas y la implementación de políticas institucionales orientadas a la equidad son pilares fundamentales de nuestro quehacer. Creemos firmemente que la diversidad no solo enriquece la experiencia universitaria, sino que también fortalece a la comunidad en su conjunto. Por ello, trabajamos día a día para construir un entorno donde el respeto, la empatía y el reconocimiento de las diferencias sean la norma, no la excepción.
Este esfuerzo implica la participación de todos los actores de la comunidad universitaria. Los estudiantes desempeñan un papel clave en la creación de redes de apoyo, promoviendo una convivencia basada en el respeto mutuo y el reconocimiento de la pluralidad de experiencias. Pero no basta con su compromiso; es fundamental que las autoridades, docentes, funcionarios y profesionales asumamos la responsabilidad de transformar nuestras políticas y prácticas para asegurar una participación equitativa en todos los niveles.
La inclusión no es un favor ni una concesión, sino un derecho fundamental. Como comunidad universitaria, tenemos el deber de asegurar que cada estudiante encuentre en nuestras aulas y espacios un lugar donde pueda desarrollar su potencial sin obstáculos ni prejuicios. Solo así construiremos una universidad realmente inclusiva, que no solo forme profesionales, sino también ciudadanos comprometidos con la equidad y la justicia social.