La salida de Mauricio Rojas del Ministerio de las Culturas ha abierto un falso debate respecto al negacionismo que evidenciarían sus palabras y críticas respecto al foco que tiene el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
En lo particular no estoy de acuerdo con muchas de las ideas fuerzas que Rojas ha evidenciado en sus artículos y libros respecto a la importancia del liberalismo como única fuente democratizadora del sistema internacional. No obstante, si estoy de acuerdo cuando en estas mismas obras él ha señalado que los crímenes de la dictadura de Pinochet dan cuenta de “una brutalidad y crueldad que no deben repetirse nunca más”. En ese sentido, y a partir de lo que él ha expresado en innumerables ocasiones, la cualificación de negacionista que muchos han hecho de su persona a partir de sus reflexiones en el libro “Diálogos de Conversos” no serían válidas. En lo particular, considero que a Rojas se le pueden hacer fundadas críticas en función de una eventual justificación contextual a lo que fue la dictadura, pero en ningún caso cabría la calificación de negacionista.
Y si esto es así, entonces por qué renunció como Ministro? La respuesta es sencilla, en la política los flancos éticos del gobierno siempre deben estar cerrados y bien cubiertos, ya que cualquier error, omisión o acción que posibilite una instrumentalización de la ética pública por parte de sus opositores permite la inmediata deslegitimación social del gobierno.
Pues bien, a partir de la lectura de la fuente original desde la cual se socializaron los dichos de Rojas es que considero que el ex Ministro quiso expresar que un Museo tan importante para el país debiera evidenciar todos los momentos de la historia y no sólo plasmar el sufrimiento y dolor de una buena parte del país. Para el autor, la ausencia de un contexto deslegitimaría el valor cívico del Museo, condición que le llevó a calificarlo como el “Museo de la Mala Memoria”.
Ante esto, y en función de lo que fue su crítica, considero que no se puede catalogar a Rojas como un negacionista, pero sí como una persona que busca justificar contextualmente las atrocidades de la dictadura. A su vez, sí cabría calificarle como una persona con seria carencia a la hora de analizar la política desde la práctica. Esto es así, ya que con independencia al error del Presidente Piñera de nombrarlo Ministro de Las Culturas y las Artes, Rojas debió rechazar el ofrecimiento a partir de los evidentes costos políticos que su historia y enfoques respecto al Museo le traería al mismo Presidente.