En los últimos años, muchas empresas han comenzado a reportar su compromiso con el medioambiente, la diversidad, o el respeto por los derechos humanos. Lo hacen a través de reportes de sostenibilidad o informes integrados que, en teoría, deberían reflejar cómo crean valor más allá de las utilidades.
Pero surge una pregunta que es clave para inversionistas, ciudadanos y reguladores: ¿Podemos confiar en esa información?
Algunas empresas optan por asegurar ciertos indicadores de forma voluntaria y en general parcial en lo que se conoce como “greenwashing”, que es la práctica de proyectar una imagen ambientalmente responsable sin un respaldo real, generando una brecha de confianza entre lo que se reporta y lo que efectivamente se implementa, y debilitando el valor de la información divulgada.
Hoy en Chile, la entrega de datos sobre sostenibilidad es obligatoria para aquellas empresas que reportan a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF). Sin embargo, el aseguramiento externo de esa información —es decir, que un tercero independiente verifique que los datos sean veraces y consistentes— sigue siendo voluntario. Esto genera un problema ya que, sin verificación, los reportes pueden transformarse en una vitrina de buenas intenciones más que en un reflejo fiel del actuar corporativo.
La confianza no se construye solo con palabras bien escritas. Se construye con datos comparables, auditables y oportunamente divulgados. Así como las empresas no pueden entregar estados financieros sin auditoría, tampoco deberíamos aceptar reportes de sostenibilidad sin estándares mínimos de verificación.
Chile tiene hoy una oportunidad histórica de avanzar en esta materia. Contamos con una norma pionera (la NCG 461) que exige reportes más completos y estructurados. Pero si queremos que esa información tenga impacto, debe ser creíble y para eso, necesitamos que el aseguramiento de la información no financiera deje de ser optativo y se convierta en una práctica estándar.
Desde regiones como Los Ríos, donde el equilibrio entre desarrollo económico y cuidado del entorno natural es una preocupación cotidiana, estos temas son primordiales, y por tanto, la transparencia real es mucho más que rendir cuentas. Para eso, necesitamos reglas claras que fortalezcan la confianza en el mercado y en las instituciones.