“Por años, la biología y la ecología han tratado de ver cómo los patrones o reglas que aprendemos de los seres vivos pueden replicarse en las ciudades para entender mejor su funcionamiento. Una primera similitud es la forma en que ciudades y organismos consumen recursos y procesan desechos, y otra es que ambos son sistemas complejos cuyo desarrollo depende de la interacción de muchas variables”, explica Horacio Samaniego, académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh, en el artículo “Un animal llamado ciudad”, de la Revista Qué Pasa.
En la entrevista, realizada luego de su participación como director académico en la XII Escuela de Verano del ISCV, y publicada el 6 de febrero, Samaniego agrega que “la relación más relevante es aquella que vincula el metabolismo de los organismos con su tamaño, lo que se conoce como “escalamiento alométrico”. Si en los animales grandes ello implica moverse más lento o vivir más años, como en las ballenas, en las ciudades se ha observado que el tamaño influye en la productividad económica o cultural”.
Según el académico, luego de investigar con muchos indicadores, “hemos visto regularidades que sorprenden. En las ciudades más grandes se camina más rápido, los sueldos son más altos y hay más obras de arte, debido a las sinergias que se producen al tener una mayor densidad de personas por metro cuadrado. Lo interesante es que estas actividades crecen con elasticidades mayores respecto al tamaño de la ciudad. En general aumentan entre un 15% y un 20% más, y por ello se llaman desviaciones “supercreativas”.
Horacio Samaniego es también investigador asociado del Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso (ISCV), uno de los centros de investigación más importantes de la región.