Nuestra Escuela de Artes Visuales cumple 9 años desde su tercera reaparición. Su historia se inscribe en una cronología fragmentada y discontinua, que se inicia hace 60 años con el nacimiento de la Universidad Austral de Chile con alrededor de 17 carreras fundadoras. Un par de años después surge la Facultad de Bellas Artes con la carrera de danza, música, teatro, lutería y artes plásticas, todas reunidas en la calle General Lagos en la casa que hoy ocupa el Conservatorio de Música. Sin embargo, en el año 1963 la carrera de artes plásticas para experimentar la segunda reapertura el año 1977. Es en esta oportunidad cuando se traslada a la calle Yungay a la casa donde hoy se desarrolla el programa de Educación Continua de nuestra universidad.
Lamentablemente, esta nueva versión también cerraría el año 1982. Tendrían que pasar 23 años para que año 2005 se retomara el proyecto, esta vez en el Campus Cultural de la Isla Teja. Y ahora, la historia suma un nuevo capítulo con la creación de la Facultad de Arquitectura y Artes.
A lo largo de estos 60 años de historia de la UACh, Artes Visuales ha sido la única carrera que parece insistir con su presencia. Junto con esta tercera reapertura, la Universidad ha tomado el compromiso de darle continuidad y permanencia a este proyecto respondiendo así a la demanda de profesionales artistas, primero en nuestra región y luego en el país entero. A la fecha existen 15 carreras de artes en Chile, siendo la de la Universidad Austral de Chile, la primera en acreditarse el años 2011, bajo la supervisión de una comisión de relevantes académicos nacionales, entre ellos el destacado filósofo y ensayista Dr. Pablo Oyarzún.
Los grandes objetivos y deberes de nuestra escuela se desarrollan hacia la formación de un estudiante que llegue a poseer una responsabilidad social con el medio, comprometido con su obra original, crítico, reflexivo, inquieto en su investigación y, que logre adquirir principios y valores éticos que se reflejen en su desempeño, junto a las exigencias teóricas, esta escuela se caracteriza también por entregar una particular formación en el proceso de trabajo-taller a través de la enseñanza de oficio y técnicas que no podrían expresarse y hacerse visibles si no fuera por la necesaria disciplina que requiere la producción de obra. Es por ello, que dicho oficio y sus técnicas se mantienen con continuidad en todos los laboratorios, de manera que los estudiantes puedan conocerlas progresivamente, tanto a través de la práctica individual, como en equipo.