Hoy en día debido a que las costumbres de las familias han cambiado, mucha gente lleva la comida al trabajo o come en restaurantes/casinos con un tiempo limitado lo que produce la costumbre de comer rápido.
Esto puede tener consecuencias sobre nuestra salud llevándonos a padecer algún tipo de trastorno alimenticio como, por ejemplo, el sobrepeso o la obesidad. Comer rápido influye negativamente en el peso, puesto que la rapidez con la que ingerimos alimentos es mayor a la que el cerebro asimila esa información provocando que nuestro organismo no se encuentre satisfecho y necesite una mayor cantidad de alimento.
Desde que comenzamos a comer hasta que nuestro estómago siente que está lleno pasan aproximadamente 20 minutos. Por tanto, si comemos en menos tiempo, seguiremos teniendo hambre y esto nos llevará a seguir comiendo hasta saciarnos. Esta ingesta excesiva de calorías puede provocarnos molestias digestivas a corto plazo e incluso un aumento de peso en un período más largo.
La forma más sana de refrescarse es comiendo frutas pues, el aumento de las temperaturas que conlleva el Verano trae consigo pequeñas modificaciones en los hábitos de vida para adaptarse mejor a los calores estivales. Es el caso de la nutrición, que se fundamenta en comidas frescas, productos ligeros y mucha hidratación. La fruta, sin duda alguna, es uno de nuestros mejores aliados.
Algunos conceptos importantes:
La composición química de las frutas depende sobre todo del tipo de fruta y de su grado de maduración.
• Agua: Más del 80% y hasta el 90% de la composición de la fruta es agua. Debido a este alto porcentaje de agua y a los aromas de su composición, la fruta es muy refrescante.
• Glúcidos: Entre el 5% y el 18% de la fruta está formado por carbohidratos. El contenido puede variar desde un 20% en el plátano hasta un 5% en el melón, sandía y frutilla. Las demás frutas tienen un valor medio de un 10%. Los carbohidratos son generalmente azúcares simples como fructosa, sacarosa y glucosa, azúcares de fácil digestión y rápida absorción.
• Fibra: Aproximadamente el 2% de la fruta es fibra dietética. La piel de la fruta es la que posee mayor concentración de fibra, pero también es donde nos podemos encontrar con algunos contaminantes como restos de insecticidas, que son difíciles de eliminar si no es con el pelado de la fruta.
• Vitaminas: Como los carotenos, vitamina C, vitaminas del grupo B. Según el contenido en vitaminas podemos hacer dos grandes grupos de frutas: Ricas en vitamina C como los cítricos, también el melón, las frutillas y el kiwi y las Ricas en vitamina A como los damascos, duraznos y ciruelas.
• Sales minerales: Al igual que las verduras, las frutas son ricas en potasio, magnesio, hierro y calcio. El mineral más importante es el potasio. Las que son más ricas en potasio son las frutas de hueso como el damasco, cereza, ciruela, durazno, etc.
• Valor calórico: El valor calórico vendrá determinado por su concentración en azúcares, oscilando entre 30-80 Kcal/100g. Como excepción tenemos frutas con alto contenido de grasa como la palta que posee un 16% de lípidos.
• Proteínas y grasas: Los compuestos nitrogenados como las proteínas y los lípidos son escasos en la parte comestible de las frutas, aunque son importantes en las semillas de algunas de ellas.
• Aromas y pigmentos: La fruta contiene ácidos y otras sustancias aromáticas que junto al gran contenido de agua de la fruta hace que ésta sea refrescante. El sabor de cada fruta vendrá determinado por su contenido en ácidos, azúcares y otras sustancias aromáticas. El ácido málico predomina en la manzana, el ácido cítrico en naranjas, limones y mandarinas y el ácido tartárico en la uva.
Texto: Dr. Ociel Muñoz, Académico del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de los Alimentos (ICYTAL) de la Facultad de Cs. Agrarias de la UACh.
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