“Noticias UACh” entrevistó a cada uno de los cuatro Profesores Titulares Catedráticos nombrados este año por la Universidad Austral de Chile. Uno de ellos es el Dr. Esteban Rodríguez, Profesor Titular de nuestra Corporación, quien posee una vasta y reconocida trayectoria académica tanto a nivel nacional como internacional.
El Dr. Rodríguez es uno de los dos académicos de nuestra Universidad que ha mantenido proyectos vigentes y continuos, desde la creación de Fondecyt hasta la fecha, además de haber desarrollado otras iniciativas de gran relevancia. (Ver currículum in extenso en Recursos)
Para conocer un poco más la relevancia que tiene este reconocimiento institucional, conversamos con el Profesor Titular Catedrático de la Facultad de Medicina (Instituto de Histología y Patología).
¿Qué significa para usted este importante reconocimiento institucional?
“Creo que es una iniciativa de la Universidad que sigue el rastro de antiguas universidades europeas, es una forma de reconocer precisamente la obra de gran parte de una vida académica. Estas cosas llegan más o menos al final, en buen momento a nivel de las personas porque uno está más allá de toda vanagloria, obviamente hace bien, siempre es bueno sentirse reconocido en la propia casa, como pasa muchas veces uno tiene muchos reconocimientos fuera y esta iniciativa de la propia Universidad tiene un valor, un sabor distinto y me da mucha alegría, porque llevo 33 años en la UACh y ésta ve mi trayectoria como un aporte.
“Creo que a estos niveles más bien uno tiene que ser invitado a postular. Es una buena iniciativa, yo trabajo parte del año en una universidad española y conozco el sentido del catedrático, obviamente acá todavía esta un poco difuso, hay que ir definiéndolo a medida que se hace camino. Es una buena figura académica, cuando vaya creciendo el número se podrán hacer mas cosas, un consejo de ancianos que aporte desde su generosidad con la experiencia y sabiduría para el bien de la Universidad y de la sociedad”.
¿Cuál es su compromiso con la Corporación?
“Vine acá originalmente por 2 semanas invitado por el Dr. Caorsi y fui tentado para quedarme, íbamos a probar por un año, y aquí estoy, llevo 33. Antes había trabajado en dos Universidades en el hemisferio norte y obviamente en mi propio país, en Argentina. Por circunstancias históricas, y biográficas mías tenía que tomar una decisión de buscar un lugar, echar raíces, y cuando conocí la Universidad Austral, y en las circunstancias en que la conocí en el año 1976, en esas dos semanas me enamoré de la gente y de la filosofía que tenia la Universidad. Siempre pensé que esta institución era como una piedra preciosa en bruto que con los años debería ir puliéndose, y creo que ha ocurrido bastante de eso.
“La decisión de quedarme en la UACh, fue porque soy latinoamericanista de años, no pude quedarme en mi propio país y la opción era el Hemisferio Norte y al salir esta oportunidad dije ‘voy a hacer mi aporte, sea cual sea, en un país muy cercano a Argentina`. En todos estos años se me ha brindado la oportunidad de emigrar y siempre he seguido optando por Valdivia y por la Universidad Austral.
“Quizás acá uno no tiene grandes laboratorios como los que podría tener en el Hemisferio Norte, pero lo que uno puede hacer aquí da frutos porque hay más terreno donde sembrar. En estos años he contribuido a la formación de mucha gente, 10 o 12 Doctores en Ciencia, veintitantos magíster. Actualmente todos ellos son científicos que están trabajando en otras Universidades o en el extranjero, muchos de ellos están acá mismo y creo que en algo he contribuido”.
¿Cómo proyecta su liderazgo a las nuevas generaciones?
“Desde acá organizamos una red de investigación que sigue vigente y que involucra en promedio a 7 u 8 centros de otras partes del mundo. Gracias a esto nuestros estudiantes han tenido la posibilidad de viajar y al mismo tiempo hemos recibido gente de afuera, lo que se ha ido haciendo una pequeña tradición.
“En el año 2004 Conicyt creó el programa Bicentenario para recepción de académicos jóvenes, eso vino de maravillas porque la idea de ese proyecto era exactamente la que yo soñaba: contratar jóvenes para que coexistan con uno en un periodo de tiempo de tal manera que se haga un traspaso progresivo de muchas cosas.
“Gracias al Proyecto Bicentenario se incorporaron 5 académicos con los cuales hemos compartido nuestras experiencias, lo que es la situación ideal, porque no solamente uno tiene que dejar infraestructura o líneas de trabajo. Esta es una forma de hacerse, una forma de vivir, que a mí me gustaría que permaneciera, porque con esta ciencia brutal de hoy, donde la idea es competir y tener los más altos índices de impacto de publicaciones posibles, la idea no es someterse al sistema, sino vivir con él.
“Eso me gustaría más bien que la gente joven de este equipo de investigación viviera hacia delante. Estoy haciendo un esfuerzo por quedarme unos años más -porque sinceramente estoy cansado- para que se consolide este nuevo equipo humano de trabajo y entonces uno ya se puede ir a la casa con la idea de la tarea cumplida”.
¿Cómo se relaciona con sus pares de otras instituciones Universitarias?
“He tenido la suerte de interactuar con muchísimos, siento que tengo una familia internacional de amigos, lo que hace uno en realidad es buscar compartir parte de la vida con aquello que más o menos tiene la misma visión de las cosas.
“La relación con científicos extranjeros y también con gente del país es permanente e indispensable. Es la única forma que uno tiene de medirse para ver cómo lo estamos haciendo, y es muy importante para la gente joven. Es bueno saber dónde uno está ubicado y en qué nivel de excelencia está. Eso le hace bien a los jóvenes porque le da confianza, como han hecho varios de mis doctorantes que han llegado a los congresos internacionales y han tenido que hablar delante de 200 especialistas, han tenido que defender sus puntos de vista y eso los hace crecer mucho. Esa es la manera que a mí me parece más formativa para la gente”.