Para entender la concepción y esencia del cuidado profesional de la enfermería debemos remontarnos a 2 siglos de la historia con la presencia de Florence Nightingale en que se convirtió en la leyenda viva como la “Dama de la lámpara”, 12 de mayo es su natalicio. Dirigió a las enfermeras, para cuidar a miles de soldados durante la Guerra de Crimea, guerra que enfrentó entre 1853 y 1856 a Gran Bretaña y Francia contra Rusia. Rusia fue derrotada, pero no vio apagarse su influencia en territorios que antes pertenecieron a Turquía, como Moldavia, Valaquia y Crimea. La desnutrición y las enfermedades causaron más muertes que heridos a bala. Imposible saber la cifra total de bajas. Incluidas las de Turquía, fueron centenares de miles, un adelanto de lo que estaba por venir en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Florence ayudó a salvar al ejército británico de un desastre sanitario. Esta guerra es solo uno de los muchos logros de esta mujer visionaria y reformadora de la salud, brillante activista, la mujer más influyente en la Gran Bretaña victoriana y su imperio, solo superada por la propia reina Victoria.
Nació el 12 de mayo de 1820 mientras sus padres, Edward y Frances Nightingale, realizaban un largo viaje por Europa. Su nombre procede del de su lugar de nacimiento, la ciudad italiana de Florencia. Los Nightingale eran miembros acaudalados y cultos de una familia victoriana que tenía residencia en Derbyshire y Hampshire cercana a Londres. Durante su infancia, Florence fue educada por su padre con mayor rigor y amplitud de pensamiento que otras jóvenes de su tiempo; recibió clases de matemáticas, idiomas, religión y filosofía. Así, sin dejar de participar, ya de adolescente, en las actividades y los actos sociales acostumbrados de la aristocracia, fue nutriendo la rica sensibilidad que más tarde se manifestó en toda su plenitud. Inició su formación en enfermería en 1844 en Kaiserwerth, Alemania, en una comunidad religiosa protestante que contaba con un centro hospitalario, sus padres se opusieron a esta idea (1). En Inglaterra a mediados del siglo XIX, la enfermería no era un trabajo decente (2). De regreso a Gran Bretaña después de 3 meses intensivos, se dedicó a supervisar instalaciones hospitalarias, reformatorios y centros de caridad. En julio de 1850, fue a Alemania y Francia y trabajó como voluntaria en hospitales (3).
Luego en 1853 a la edad de 33 años fue nombrada supervisora general del Hospital de Damas de la Caridad de Londres (4). Al año siguiente, 1854, fue un año que cambiaría la dirección de su vida, es solicitada por Sidney Herbert, secretario de la guerra para que acudiera a Scutari, en Turquía, lugar al que trasladó un equipo de enfermeras diplomadas para la atención de los soldados heridos.
Gracias a su educación, su experiencia en cuidados enfermeros y su personalidad, perseverante y segura, se revela como la única persona calificada y dispuesta a enfrentarse con el desafío de organizar los cuidados enfermeros en los hospitales militares ingleses durante la guerra del este de Europa.
Cuando ella y su equipo, cuarenta enfermeras laicas y religiosas, llegaron a Scutari, los hospitales estaban saturados y todo lo necesario escaseaba: comida, mantas, cama, Florence se dio cuenta de que los hospitales debían gestionarse correctamente, y trabajó incansablemente para organizarlos. Florence intenta dar a los hospitales las condiciones de higiene más elementales. Ella era como madre para los soldados. Tomó la lámpara todas las noches y solía ir al campamento a velar por los pacientes (3).
Al regresar a Gran Bretaña recibió numerosos homenajes, su gran trabajo le significó un importante reconocimiento en Inglaterra (5). También usó su fama y logró atraer el apoyo de la Reina Victoria, el Príncipe Alberto y el primer ministro Lord Palmerston. Florence les pidió autorización para realizar una investigación oficial en el contexto de los hospitales militares. Se acordó la solicitud y luego se estableció el Real Instituto de investigación sobre la salud de los militares.
Con su mirada matemática recopila las estadísticas relacionadas con las mejoras sanitarias y las tasas de mortalidad inventando un gráfico circular especial (Diagrama de área polar) (2). En menos de 6 meses, las enfermeras se ganan el respeto de los cirujanos militares, opuestos en principio a la presencia de mujeres en el seno de la armada inglesa.
Recaudó fondos, como reconocimiento a su trabajo destacado, para establecer una institución docente para enfermeras en el St. Thomas Hospital y en el King´s College Hospital de Londres (1860) (4). Con el establecimiento de estas escuelas, ella cambió la enfermería a una profesión respetuosa con la mirada de aquellos tiempos y fundó la enfermería moderna. Florence está dispuesta a dar a las enfermeras una formación basada tanto en el mantenimiento y recuperación de la salud, la prevención de las infecciones y heridas, y el control del entorno, como en la promoción de la salud (6).
Dentro de sus escritos citó: “La enfermería es un arte y si se pretende que sea un arte requiere una devoción tan exclusiva, una preparación tan dura, como el trabajo de un pintor o de un escultor, pero ¿cómo puede compararse la tela muerta o el frío mármol con el tener que trabajar con el cuerpo vivo, el templo del espíritu de Dios? Es una de las bellas artes, casi diría, la más bella de las Bellas Artes”.
El pensamiento nightingeleano refleja elementos que apuntan hacia la concepción del arte como actividad práctica; esto se sustenta a partir de la idea de que, en ella, la enfermería expresa un carácter creativo del espíritu, trabaja con el cuerpo vivo, en una presencia intencionada que le permite el desarrollo de conocimientos, sentimientos, actitudes y habilidades que se convierten en una experiencia sanadora (7).
Ella fue una gran figura humanitaria y científica, rompiendo las convenciones sociales de su época. Dedicó sus energías a causas sociales, en un intento por fomentar el cambio social. Siguió trabajando por la sanidad militar, las funciones de los hospitales militares y la extensión de los cuidados sanitarios de la India y entre las clases pobres de Inglaterra.
Ella escribió muchos libros e informes, principalmente en el campo de la enfermería (3). Sus libros más destacados son Notes on matters affecting the health, efficiency and Hospital administration of the British Army (1858), Notes on Hospitals (1858), Notes of nursery (1860), primer libro sobre educación en enfermería, Notes on the Sanitary State of the Army in India (1871) y Life or death in India (1874), reflejan su permamente preocupación por la salud pública y el ámbito militar. Insistió en la importancia de construir relaciones de confianza con los pacientes (8)
Su estilo directo y claro le permitía expresar con nitidez sus creencias, observaciones y deseos de cambio en el mundo de la atención sanitaria. Pudo continuar su trabajo de docente más allá de los ochenta años. Murió el 13 de agosto de 1910 a la edad de noventa años.
Su legado quedará implícito en los cuidados enfermeros no solamente basados en la compasión, sino también en la observación y la experiencia, los datos estadísticos, el conocimiento en higiene pública y en nutrición, además de las competencias administrativas. La preocupación de la enfermera / enfermero que está al lado de la persona que padece una enfermedad o sanas consiste en proporcionar el mejor entorno posible para que las fuerzas de la naturaleza permitan la curación o el mantenimiento de la salud. Los cuidados enfermeros van dirigidos a todos, independientemente de las diferencias biológicas, clase económica, creencias y enfermedades. Nightingale considera a la persona según sus componentes físicos, intelectual, emocional y espiritual, así como por su capacidad y su responsabilidad para cambiar la situación existente (7).
El día internacional de las enfermeras y enfermeros se gesta a partir del reconocimiento permanente de nuestra mentora capaz de liderar y referenciar los cuidados básicos hacia las personas hasta serlo en forma profesional.