El pasado jueves 10 de junio, en el auditorio del Centro de Innovación Docente de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CIDFIL) UACh, se llevó a cabo la ceremonia de homenaje a la trayectoria de la profesora y periodista Cery Toro. La actividad fue organizada por el Centro de Estudiantes de la carrera de Periodismo y contó con la presencia de la Directora de Relaciones Públicas, Prof. Gladys Mujica, el Director de la carrera de Periodismo Dr. Julio Carvajal, el Secretario del Consejo Regional Colegio de Periodistas Abel Manríquez, entre otros periodistas ex alumnos de la Universidad.
Cery Toro ha sido docente de la Escuela de Periodismo desde su fundación, hace 21 años. Paralelamente, ha desarrollado una intensa práctica del periodismo, tanto en el norte del país -a través del Mercurio de Antofagasta-, donde aún mantiene una columna en «Linterna de Papel de Andrés Sabella», como así también en el sur -a través del diario Austral de Valdivia (hoy Los Ríos)-, desde 1986 hasta 2006, especializándose en Periodismo Político y entrevistas del domingo.
Desde pequeña Cery se sintió motivada por la lectura gracias a sus padres, puesto que era la única entretención disponible, por lo que eran ávidos lectores. Ingresó a la Universidad del Norte, sede Antofagasta. Cursó estudios de Pedagogía en Castellano y también fue parte de laprimera promoción de la carrera de Periodismo, de la cual se tituló en el año 1972. Sólo existían 5 escuelas de Periodismo en el país. Su carrera docente comenzó en la Escuela de Periodismo de misma Universidad, donde fue Jefa de Carrera. Trabajó como corresponsal de Radio Cooperativa y en el diario El Tarapacá de Iquique.
Entrevista: «Antes la profesión era más instintiva»
Me imagino que el ejercicio del periodismo en tu época estaba más ligado a los hombres ¿Fue difícil integrarse a este medio?
Para mi no fue dificil integrarme, también había hartas mujeres en mi promoción, aunque la mayoría iba a buscar marido y encontraron, por lo que algunas no terminaron.
Por otra parte, mi padre siempre nos dijo a mí y a mis dos hermanas que éramos iguales, que todas las personas éramos iguales. Y también leíamos mucho, era la única distracción que había, si mi padre era un obrero más de la salitrera y mi madre dueña de casa y leía todo lo que llegaba. A mi papá le gustaba el Reader´s Digest.
Otro factor es que yo nunca he tenido conflictos personales con nadie, ni con mujeres ni con hombres, y yo tenía que hacer lo que tenía que hacer donde fuera. Mi papá tuvo conflictos por estudiar esta carrera, no me habló durante tres años cuando supo que me titulé de periodista, porque lo estudié a escondidas, yo estaba estudiante Pedagogía en Castellano y tuve que elegir.
¿Un periodista se puede formar o se nace con ese instinto?
Una parte venía en mí, pero la práctica es fundamental. En El Mercurio y en La Estrella nos llevaron desde el primer día a familiarizarnos con la prensa, con la grasa, con los colores, con las pinturas. En ese tiempo habían linotipitistas, paradores de tinta, todo lo que tenía que conocer un periodista, un periodista podía bajar al taller y opinar sobre el proceso. Eran periodistas que no tenían teoría, todo era práctica y todas las soluciones eran así también. Antes la profesión era más instintiva.
¿Has tenido que descartar muchas cosas por elegir el Periodismo?
Son opciones de vida. Viviría en cualquier parte para ejercer la profesión. Yo no quise tener hijos porque es un sacrificio y una tortura traer a alguien y estar comprometida con el periodismo. Por ejemplo, a veces salía del diario y alguien me invitaba al cine o al teatro, y de pronto sonaba la sirena de bomberos y me iba detrás a cubrir la noticia, entonces te pegaban la patadita y te decían «es que tú estás casada con el periodismo». Hubo gente que se amoldó, pero para mí esta carrera es todo. Yo decía «ni el periodismo ni yo nos vamos a retirar, así que elige». Ahora con toda esa tecnología es muy fácil saber qué sucede, se mira internet o un teléfono, antes había que ir al lugar, estar en la noticia.
¿Cuál fue uno de los momentos que más recuerdas?
Cuando conocí personalmente a Pablo Neruda, aunque no le hice notar mi asombro, estábamos en una comida. Me autografió Alturas de Macchu Picchu con su pluma de tinta verde.
¿Cómo fue tu llegada a Valdivia?
En Antofagasta de pronto las condiciones laborales en El Mercurio se volvieron difíciles, con directores complicados, de muchos recovecos, no se conformaban con el trabajo y te mandaban a varias entrevistas entonces cuando llegabas te decían que no servía y te mandaban a hacer otra. Hubo mucha gente que se enfermó, entonces un poco en broma, un poco en serio comencé a decirle a otros colegas, de otras ciudades, que ofrecía una periodista buena, comprobada y con excelencia, y era yo que me estaba promoviendo hasta que un día cualquiera me llaman y me dicen: «Cery Toro, soy Gustavo Serrano, director del diario Austral de Valdivia, sé que estás en el propósito de salir de Antofagasta», yo le dije que iba donde me lleve mi profesión, eso fue el año 1986.
Cuando llegué a Valdivia me pregunté ¿dónde vine a meterme? porque fue como retroceder, en Antofagasta usábamos computadores desde 1979, pero luego a los seis meses ya habían computadores porque insistí en eso. También tenía muchos colegas que no habían estudiado en la universidad y me vieron con mucho respeto, eso me llamó la atención. Después descubrí que era porque Valdivia es una ciudad culta, una ciudad educada. Lo mejor fue que la empresa me reconoció los años de permanencia.
¿Consideras que Valdivia es una ciudad culta todavía?
Valdivia no tiene 458 años porque sí. Yo me empecé a dar cuenta porque comencé firmando mis crónicas y luego la gente me seguía, tenía público propio, hacía noticias de política en plena dictadura. Hacía entrevistas de un lado y de otro. Imagínate entrevistar a la Gladys Marín, a la senadora María Elena Carrera, a Andrés Palma, a Ricardo Lagos, y a gente que estaba clandestina y muchos de ellos luego llegaron al gobierno.
Un día Ricardo Lagos estaba reunido con profesores en el Club de la Unión cuando andaba clandestino. La noticia apareció en el diario, llegó el comisario a hablar con el director que cómo era posible que nosotros encubriéramos a ese tipo de personas. Los carabineros andaban vueltos locos. Querían que les informara, yo no podía decir nada. Siempre me respaldó la gente con la que trabajé.
¿Fue difícil hacer periodismo político en dictadura?
Pero para mí no fue dificil hacer periodismo político, yo me estrené con Allende. Fue una época complicada desde todos los puntos de vista, pero para mí no fue así, siempre hice mi trabajo.
¿Qué te choca del periodismo hoy en día?
La poca profesionalización que demuestran. Repiten la información, lo que me parece inmoral. El viernes te dan la noticia, la repiten sábado y domingo, si yo hubiera hecho eso me echan. Y la misma noticia aparece en la televisión, en la radio, en la prensa e internet. Los medios no te dan lo que necesitas, es lo que ellos quieren que necesites, pero por otro lado es como que quedó un eco de la dictadura, una especie de miedo: si yo digo esto me pueden llevar presa, si digo esto otro voy a desaparecer.
También me choca ver a muchos colegas periodistas cesantes en el país por el explosivo aumento de las escuelas y eso de que el periodista ahora hace todo, la foto, la nota de radio, internet y otros formatos y eso no debiera ser así.
¿Notas alguna diferencia entre los medios de comunicación de la Concertación con respecto al nuevo gobierno?
Veo todo igual. Ya ni siquiera me dan ganas de encender el televisor, porque todo es tragedia y morbo, no hay nada amable. No entiendo ¿somos tan oscuros? ¿seremos tan tristes?
¿Qué piensas de los medios alternativos o los medios independientes?
Las grandes cadenas comen la publicidad para poder sostenerse, pero ya es ambición porque acumulan y acumulan dinero. Creo que todavía hay gente altruista, gente generosa, que podría dejar publicidades para medios más pequeños y que eso también sirva para alimentar otras ideas. Aunque también me doy cuenta de que esta sociedad es tremendamente egoísta. Se piensa que si uno está bien en su casa no importa el resto y quizás también sea herencia de la dictadura eso de si estoy en mi casa a salvo no importa. Perdimos el sentido del compañerismo, de solidaridad. En el último tiempo las cosas han sido realmente escandalosas. Estamos en una sociedad fragmentada.
¿Cuándo crees tú que se fragmentó la sociedad?
Con la Segunda Guerra Mundial, con Vietnam, cuando mataron a Allende, cuando se les dio a los jóvenes una perspectiva muy mortal, muy letal, eso de que en cualquier momento nos puede llegar a nosotros y eso se refleja en el periodismo y en la manera de vivir. El control que tienen los medios sobre la gente me abruma. Perdimos la identidad con la globalización.
¿Hubo o existe una identidad chilena?
Por supuesto que la hay, yo me acuerdo en la escuela cuando los niños iban vestidos de marineros y las niñas nos vestíamos de china para el 18 de septiembre. Fíjate que esa es la gracia que le encuentro al mundial de fútbol, que unió, igual que el terremoto. Aunque todo tiene su otro lado y está eso de «me da lo mismo». Un día vamos a estar en la tercera Guerra Mundial y nadie se va a dar cuenta.