A más de un año de la pandemia, la palabra comenzar se asocia a ese futuro, aún lejano, en que nuestras vidas retornan a la normalidad. A ese renacer después de un periodo que ha sido difícil no sólo en lo sanitario, sino también en lo económico, social y emocional. En este contexto crítico, cuesta celebrar y empujar el emprendimiento cuando muchas ideas han quedado en pausa y un sinfín de iniciativas no han tenido más alternativa que declararse en quiebra. Es complejo, además, por la incertidumbre y la poca claridad que se tiene sobre el futuro y que no nos permite garantizar el desarrollo habitual de nuestros proyectos. Peor aún, darle una cierta proyección y estabilidad. En ese sentido, el cuestionamiento es correcto: ¿Podemos dedicarnos a idear proyectos ante un escenario que cambia a diario? y más aún si eso está en el ADN de nuestra Facultad?
A más de un año de una pandemia que no tiene fecha de término, la respuesta es sí: es el momento de comenzar, y, es más, confiamos en ese comienzo como parte de la salida de este problema. Es el momento de mirar y mirarnos, de descubrir oportunidades que nos ayuden a mejorar parte de esta nueva realidad. Porque esta es una habilidad intrínseca del ser humano: la capacidad de crear y modificar nuestro entorno, y estamos en un momento clave, donde el mundo nos demanda mayor empatía, más y mejores soluciones, más colaboración, más innovación.
Desde Centro 14K buscamos apoyar y fomentar estas habilidades, también desde un nuevo comienzo. De haber repensado las necesidades y potencialidades de nuestra comunidad universitaria y regional, y a partir de nuestros recursos y servicios, insistir que es tiempo de crear sin límite. Hoy reafirmamos nuestro compromiso con el mundo emprendedor, y los interpelamos a encontrar aquí, espacios de convergencia multidisciplinaria donde la tecnología y el conocimiento se unen para dar forma a las ideas que comienzan a mostrarnos ese futuro.