Cuando el tema de la Responsabilidad Social cobra fuerza entre empresas e instituciones, los estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile dejan de lado el discurso y ponen en práctica los conocimientos obtenidos en las aulas, dando muestras concretas de su activa y permanente vinculación con la comunidad, sobre todo con aquellas que más lo necesitan.
Así, el pasado verano del 2006 cerca de 15 estudiantes universitarios pertenecientes a la ciudad de La Unión se unieron para realizar labores comunitarias en la población Santa Mónica de esa localidad, conocida por ser un sector de alto riesgo social.
El proyecto, que denominaron «Trabajos Comunitarios 2006, Unión Estudiantil por una Sociedad Mejor», surgió de la iniciativa de algunos alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile quienes, con esfuerzo y sacrificio lograron llevar su objetivo adelante y ahora nos relatan su experiencia.
Cuando Boris Valenzuela, estudiante de la Escuela de Tecnología Médica UACh y oriundo de la ciudad de La Unión, X Región, comenzó a pensar a mediados de noviembre del 2005 en una actividad que fuera más allá de sus deberes universitarios y dejara alguna huella en la sociedad, nunca imaginó que su iniciativa fuera tan bien recibida.
Tomando en cuenta que en vacaciones de verano él y otros amigos pertenecientes a su Facultad que también vivían en La Unión, quedaban libres de sus obligaciones como estudiantes, los contactó para ir en ayuda de uno de los sectores más desposeídos de la ciudad, la población Santa Mónica.
Según explica el mismo Valenzuela, la ayuda consistiría en «algo que los pobladores puedan utilizar en pos de su propia organización, a través de los conocimientos adquiridos en nuestras respectivas carreras, entregándoles las herramientas necesarias para que demuestren a la gente que no sólo hay delincuencia y pobreza y sacarlos de la apatía de participar en la sociedad».
Entusiasmados por la naturaleza de esta obra, a su gestor se le unirían otros tres jóvenes de la Facultad de Medicina, pertenecientes a las carreras de Terapia Ocupacional, Enfermería y Odontología.
Pero vendría lo más difícil y primordial, el financiamiento. «Al principio fue complicado – señala el futuro tecnólogo – pero insistiendo pudimos juntar un total de 230 mil pesos, consistentes en 30 mil en equipo de toma de presión que donó la Facultad de Medicina UACh, otros 30 mil de la Federación de Estudiantes de la Universidad y el resto lo solicitamos a diferentes políticos e instituciones de La Unión como la Municipalidad, el Consultorio y un Supermercado».
«Esto demuestra que con poco presupuesto y con ganas, se pueden lograr buenas cosas ya que, junto con los talleres que se implementaron, se les pudo entregar alimentos para niños y adultos como sándwiches y bebidas, entre otras actividades como un show de payasos y malabaristas en la despedida», agrega.
Superando esta barrera, sólo bastó que corriera la voz en La Unión para que, a los ya existentes, se unieran carreras de otras Facultades de la UACh, pudiendo implementar otro tipo de talleres aparte de los relacionados con la salud como Toma de Presión, Cepillado y Primeros Auxilios.
«Fue genial, se unieron participantes que estaban en distintas universidades tradicionales y privadas del sur e incluso de Santiago, agregándose hasta profesionales como un egresado de Derecho, que realizó un curso de Personalidad Jurídica».
Acerca de la participación de los pobladores, indica que «en un universo de 300 personas participaron activamente alrededor de 100, lo que para ser primera vez es excelente. Se siente la cercanía y que las personas son capaces de hacer mucho, sólo que no tienen las herramientas ni la información para hacerlo».
Para Boris Valenzuela, «es una experiencia que engrandece y ojalá se pueda convencer a más personas de hacer esto, por la gente y por amor propio».
«INTEGRAR A LOS NIÑOS»
Bernardo Burgos, estudiante de Tercer año de la carrera de Terapia Ocupacional UACh, es primera vez que realiza una obra de este tipo.
Para él, lo que más resalta es «el hecho de que uno puede darse cuanta de las falencias que tienen las comunidades y sus redes sociales, así que para mí fue muy importante el poder aplicar el conocimiento adquirido en la universidad, y utilizar esto como herramienta para fortalecer a esta comunidad».
La labor de Bernardo fue acompañar a Valenzuela en la coordinación y búsqueda de nuevos compañeros y en la realización de charlas acerca de primeros auxilios, quemaduras, fracturas y reanimación, temas que deben conocer todos los estudiantes de la Facultad.
En cuanto a su área, Terapia Ocupacional, fue muy importante para él el «ver a la comunidad como un factor macro y considerar no sólo lo físico y mental sino que también la relación entre cada uno de sus miembros, entre esa comunidad y la municipalidad y las limitaciones que ellos tienen para desarrollarse en forma normal y conseguir lo que necesitan».
Uno de los aspectos que más preocupa a este joven es «la falta de integración de los niños quienes, a pesar de ir al colegio, no son considerados dentro de las políticas de la comunidad para talleres, obras y actividades deportivas, por lo que ocupan su tiempo en forma peligrosa jugando en la calle, lanzando piedras o tirándole cosas al tendido eléctrico, por lo que ojalá nuestras actividades hayan servido de ayuda».
A pesar de que los trabajos fueron realizados en verano, la organización de estos como la promoción, ya sea casa por casa o a través de los medios, tuvo que hacerse en plena época de estudio, pero para los muchachos esto no fue un impedimento.
«Sólo hay que tener una buena distribución del tiempo. Como esto era primordial para mí dejé de lado un poco el carrete y así pude compatibilizarlo con mis estudios. Es un deber de cada universitario cumplir con este tipo de cosas, porque la Universidad también significa interactuar con la comunidad», enfatiza Bernardo.
«EXISTE POCA INFORMACIÓN»
Daniela Zurita es estudiante de segundo año de la Escuela de Odontología UACh. Ella se encargó de todo lo referente a salud bucal, especialmente para los niños.
«Me motivó el ayudar con un granito de arena a la sociedad en un lugar que lo necesita – señala – Todo lo que aprendí en salud bucal, técnicas de cepillado, dieta criogénica, tipos de comida y uso de hilo dental se los di a conocer a los pobladores, en su mayoría niños y mamás embarazadas»
Para obtener los materiales necesarios, Daniela tuvo que conseguir auspicio externo. «Como mi área era la que tenía mayor demanda de materiales, fue de gran ayuda el aporte del Consultorio de La Unión, que facilitó cepillos y pasta de dientes, así como un supermercado que donó accesorios como pastillas reveladoras, enjuagatorios e hilo dental».
Para esta estudiante es impresionante la desinformación que existe en estos sectores acerca de la prevención bucal, lo que ella atribuye a que «como están en situación de abandono, para ellos es mucho más importante el alimento del día que preocuparse de la salud».
Daniela también toma en cuenta lo importante que es esta experiencia para su vida profesional. «Aparte de lo gratificante de ayudar al resto, uno más se involucra con su carrera y se da cuenta que eso es lo que uno quiere hacer, además que el contacto con los niños fue muy bueno, ya que es complicado trabajar con ellos en un principio y con esto se va adquiriendo confianza, por lo que repetiría la experiencia al salir de la universidad».
«INTERÉS POR APRENDER»
Como Interna de Enfermería, Viviana León se encargó de enseñarles a los pobladores técnicas como la toma de presión arterial y primeros auxilios.
Para la joven, «esta experiencia fue un acercamiento con mi ciudad porque a pesar de estar estudiando algo de la salud, nunca había participado en estos talleres ni con esta población».
Viviana indica que, por el hecho de estar d