La investigación desarrollada por académicos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Chile (UACh), es sin duda, un aporte concreto para los sistemas de producción animal con rumiantes, la pradera, su mejoramiento y utilización de la misma.
Es así, que en este artículo, el Dr. Ignacio López del Instituto de Producción Animal y el Dr. José Dörner del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de esta Facultad presentan, algunos de los resultados de los proyectos Fondecyt que vienen ejecutando en conjunto desde 2010.
“Cuando la producción actual de una pradera es menor a su potencial productivo, es probable que variables ambientales o del pastoreo la estén limitando, pudiendo estar esto ligado a procesos de degradación del suelo y de la pradera”, explica el Profesor Ignacio López.
Agrega que si la producción de una pradera está por debajo de su potencial productivo, recuperarla puede ser complejo y requerir de bastante tiempo y energía, ya que no solo es la composición botánica la que está deteriorada, sino que también el suelo a través de sus componentes estructurales y de fertilidad.
Por esta razón -sostiene- previo a intervenir una pradera degradada, es necesario conocer las causas que la han llevado a dicha condición, para así poder entregar una solución integral.
Es así que la condición de la pradera, se obtiene al contrastar el estado actual de ésta con el que ella tendría en un estado óptimo. De ahí que “se evalúan atributos relacionados a la fertilidad y estructura del suelo, por ejemplo el nivel de nutrientes minerales y la capacidad de conducción, retención y entrega de agua por el suelo a la pradera, y también se analiza la pradera, a través de la composición botánica, la densidad, la producción de materia seca, entre otras variables.”, indica el profesor José Dörner.
“Todos ellos son modificados en diversos grados y velocidades, y son ellos los que articulan el mejoramiento de la condición. Por lo tanto, establecer la condición de una pradera y los factores que la limitan, son el punto de partida para diseñar estrategias de mejora que permitan acercarse al óptimo productivo de un sitio específico”, concuerdan los investigadores.
Los proyectos de investigación, dirigidos por el Dr. López se titulan: ”Sustainability of pasture improvement methods for degraded pastures involving diminishment of environmental stress and disturbance” (Fondecyt 1130795, 2013 – 2016) y “Sustainable pasture improvement and its relationship to soil quality” (Fondecyt 1100957, 201 – 2013). En ambos el Dr. Dörner es coinvestigador.
En tanto el estudio dirigido por el Dr. Dörner, fue ejecutado entre 2010 al 2013, analizando impacto de estrategias de mejoramiento de praderas degradadas.
El mejoramiento tradicional de praderas
El método tradicional para mejorar praderas degradadas ha sido por medio de la preparación mecánica del suelo (arado, rastreado y rodonado) y luego la siembra de las especies pratenses deseadas.
Sin embargo, en múltiples casos, praderas sembradas para durar seis años o más, son invadidas por otras especies, por lo que en aproximadamente tres años post-siembra la composición botánica ya no corresponde a lo que originalmente se estableció.
Ejemplos de lo anterior, son frecuentes de encontrar en la zona sur de Chile y en Nueva Zelandia. Resultados de investigaciones desarrolladas por más de 20 años en el Instituto de Producción Animal de esta Universidad en el tema de las praderas, han mostrado que el ingreso espontáneo de especies a una pradera, no necesariamente, significa que la pradera se ha degradado.
“Si la pradera mantiene altos rendimientos y calidad, no ha perdido condición, pero sí ha ganado en diversidad. Entonces, que una pradera mantenga una condición alta o comience a degradarse está determinado por su composición botánica, densidad de especies y cantidad de forraje (masa de forraje); características que son determinantes en la producción y calidad de la pradera, es decir, son responsables de la condición”, afirma el Dr. López.
También informa que en climas templados húmedos, como en la zona sur de Chile, el paso del verano puede provocar cambios severos en la composición botánica, debido al déficit hídrico.
“Así el verano puede ser más crítico para una pradera que el período invernal. Mientras mayor sea el estrés hídrico del verano, mayor será la pérdida de la condición para el otoño siguiente. Esto se acentúa más en praderas de arraigamiento medio-superficial, como las basadas en Lolium perenne (ballica inglesa) y Trifolium repens (trébol blanco)”, subraya el investigador.