La acuicultura de macroalgas marinas representa un sector industrial y de producción de alimentos capaz de contribuir significativamente al aumento de la seguridad alimentaria, mitigar el impacto climático, respaldar los medios de subsistencia, abrir oportunidades de negocios y proporcionar valiosos servicios ecosistémicos.
Por primera vez en la historia, fue reportado en “El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2024” que la producción acuícola de animales acuáticos superó a la pesca de captura. Pero el crecimiento continuo de la acuicultura debe ser más eficiente, más inclusivo, más resiliente y sostenible; y debe expandirse en regiones con déficit de alimentos, sin comprometer el medio ambiente.
En ese contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a través de sus oficiales Alessandro Lovatelli y José Aguilar, y el Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile (UACh), a través de sus académicos Pedro Murúa y Ana Farías, organizaron y realizaron un encuentro regional denominado “Estado y perspectivas del cultivo de macroalgas en América Latina (ACUIALGAS)”.
Este encuentro de carácter regional, contó con la participación de 30 conferencistas expertos en diferentes aspectos de la acuicultura de macroalgas, provenientes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y la República Bolivariana de Venezuela, quiénes identificaron cómo las estrategias y políticas existentes en la región pueden respaldar el desarrollo de la acuicultura de macroalgas marinas en América Latina.
El encuentro se centró en seis pilares de discusión: la dimensión ecológica, ambiental, y de bioseguridad; el desarrollo tecnológico; la sustentabilidad social; el crecimiento sustentable; la consolidación de gobernanza; y la perspectiva para la alimentación y otros usos en los países de la región.
“Ahora más que nunca hay un interés mundial en ayudar al desarrollo sostenible de esta industria. El encuentro generó una serie de recomendaciones para ponerlas en conocimiento de los países para guiar las acciones necesarias para su desarrollo”, agregó José Aguilar Manjarrez, oficial de Acuicultura de la FAO en América Latina.
El director del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile, Carlos Molinet, inauguró el taller haciendo referencia a la importancia de las macroalgas cultivadas en la actual época de inseguridad alimentaria. Mientras que el oficial de acuicultura de FAO Roma Alessandro Lovatelli destacó la oportunidad que constituye para la región latinoamericana el desarrollo de la acuicultura de macroalgas por sus amplios impactos que van más allá que sólo la alimentación.
“El uso de algas en la alimentación en Latinoamérica es algo ancestral, pero por diferentes razones se fue perdiendo. Ahora bien, con la globalización de la alimentación estamos reencontrándonos nuevamente con su consumo. Está demostrado que las algas son un superalimento y beneficiosas para nuestra salud” indicó Pedro Murúa, quién además resaltó su uso como aditivos de alimentos, y alimentos, y su potencial para otras industrias como la nutracéutica y farmacéutica.
La relevancia de macroalgas en el contexto global
Recientemente, la acuicultura de macroalgas marinas ha despertado interés debido a su potencial para abordar importantes desafíos medioambientales, sociales y económicos.
Las macroalgas son productores primarios que no solo ofrecen un cultivo con una baja huella ambiental, sino también una serie de servicios ecosistémicos. Estos incluyen la absorción del exceso de nutrientes en las aguas costeras y la creación de hábitats para otras especies marinas.
En cuanto a su actividad a nivel mundial, han experimentado una marcada tendencia al alza en los volúmenes disponibles, con un aumento promedio anual del 5,69 % durante el periodo 2010–2020. Sin embargo, en este periodo solo el 1,4 % de la participación global en el desembarque de macroalgas (captura y cultivo) correspondió a América Latina y el Caribe, disminuyendo a 0,1 % en el caso del cultivo.
La producción de macroalgas está bien posicionada para ofrecer medios de vida sostenibles, equitativos y resilientes a las comunidades costeras, y puede contribuir de manera significativa a las cadenas de suministro de alimentos a nivel nacional e internacional y tienen el potencial de transformar los sistemas alimentarios mundiales, al tiempo que mitigan los efectos del cambio climático.