Los resultados finales del proyecto FIC-R-Los Lagos, BIP: 30128388-0 “Tratamiento de Lodos Residuales de Pisciculturas de la Región de Los Lagos y Evaluación Experimental de su Desempeño en Suelos” fueron presentados el jueves 15 de enero de 2015.
La ceremonia de finalización se realizó en el Hotel Manquehue de Puerto Montt y contó con la presencia de autoridades, académicos y representantes de empresas.
Investigación
El proyecto fue dirigido por la Dra. Sandra Madariaga y contó con la colaboración de un grupo de trabajo en Valdivia, dirigido por el Dr. Juan E. Schlatter.
Mientras el equipo de trabajo en Puerto Montt asumió la tarea de análisis y evaluación de lodos residuales de piscicultura en base a sus propiedades físico-químicas y biológicas, así como adecuar un proceso para su estabilización e higienización; el de Valdivia, apoyado por el Laboratorio de Nutrición y Suelos Forestales, Instituto de Bosques y Sociedad de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh, evaluó los cambios experimentados por los lodos aplicados sobre dos tipos de suelos y la capacidad de carga y de filtro de estos últimos, así como su aptitud para mejorar la fertilidad de los suelos.
“Las principales conclusiones y recomendaciones de este estudio indican que el lodo crudo, residual de pisciculturas, es un residuo de clase A, sin riesgo para su aplicación en suelos con uso silvoagropecuario. En este sentido, se diferencia de los residuos urbanos por su contenido muy bajo de metales y libre de restos de antibióticos. Están constituidos principalmente por materia orgánica (>60%) y son ricos en nitrógeno total (7 – 12%), diferenciándose aquí de los lodos de fondo marino o lacustre que no contienen más que un 1% de ese elemento”, explicó el Dr. Schlatter.
Añadió que “en su carácter de materia orgánica lábil rica en nitrógeno y fósforo, además de aportar calcio, magnesio, azufre y boro, son un abono ideal para los suelos conocidos como trumao, cuando éstos están bajo uso agropecuario. La alta solubilidad del nitrógeno es el parámetro que define la dosis a aplicar, según el estado del suelo y el tipo de cultivo. 10 toneladas de lodo aportan entre 150 – 200 kg de N total, recomendándose de no aplicar más de 28 t en un suelo no fertilizado anteriormente y alejado de pozos y cauces de agua. Después de 6 meses ya no existen rastros de lodo en el suelo, pero permanecen los nutrientes aplicados, salvo los más solubles (nitrógeno)”.
El Ingeniero Forestal afirmó que la oportunidad de aplicación de lodos al suelo debiera ser de preferencia a la salida de invierno, “cuando se inician los cultivos, para que el nitrógeno no se lixivie prematuramente. Ojalá incorporar el lodo en los primeros 5 – 10cm del suelo, para acelerar la neutralización de su fuerte olor y favorecer su efecto fertilizante. En praderas pueden aplicarse en superficie a inicios del otoño, en caso de existir una cubierta vegetal continua, después del ramoneo. No debe aplicarse en suelos que se saturan o inundan de agua, como suelos ñadi, vegas y turberas, ya que estos no pueden cumplir adecuadamente un rol de filtros, con el riesgo de concentrar o desviar el efecto a lugares inadecuados. El ideal es obtener estos abonos en forma deshidratada (20% de humedad) y perlada, lo que bajaría los costos de manipulación, almacenamiento, transporte y aplicación, además de disminuir así su fuerte olor”.
Cabe mencionar que este estudio se efectuó entre diciembre del año 2012 y octubre de 2014.