Probablemente no nos sorprenda que en diferentes espacios de diálogo o discusión sobre las problemáticas ambientales que nos aquejan, surja recurrentemente la educación como el gran factor de cambio. Paulo Freire decía que la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo, porque educar implica una comprensión crítica de la realidad (social, ambiental, política y económica) en la que se está inserto. Comprender las complejas interacciones socio-ambientales y las consecuencias que se desprenden de nuestra forma de vida conllevan un tremendo desafío. En ese contexto, la situación actual de escasez hídrica, el aumento de las temperaturas y la inminente pérdida de biodiversidad y sus derivaciones nos obliga a tomar medidas urgentes y necesarias. Una de ellas es la implementación de espacios que permitan educarnos y consecuentemente tomar acciones para enfrentar la crisis climática que nos afecta.
Desde el eje estratégico de educación ambiental del Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral de Chile, estamos desarrollando un trabajo prioritario orientado a la acción climática considerando el relevante rol de los humedales en esta problemática. Es así como, entre otras tareas, hemos construido y habilitado un espacio abierto a la comunidad donde aprender acerca de estos ecosistemas. Pero nuestro propósito es mucho más ambicioso con respecto a posicionar a los humedales en el contexto regional. Siendo estos ecosistemas tan recurrentes en nuestro entorno, pensemos en la costa marina, estuarios, lagos, ríos, esteros, hualves, vegas, pantanos, etc., afirmo, sin temor a equivocarme, que la mayoría de los establecimientos educacionales posee algún tipo de humedal en su entorno. Tal vez los accesos a éstos no sean expeditos, se localicen en propiedad privada o simplemente no estén a la vista, pero de seguro allí están, perfilándose como escenarios idóneos para generar procesos de aprendizaje “in situ”, esto es, situado en contextos concretos, reconocibles por quienes viven en su entorno y con los cuales median experiencias previas. ¿Qué mejor lugar para generar aprendizajes significativos, no en las abstracciones de la sala de clases, sino que enfrentados a la diversidad real de posibilidades que ofrecen?
Esa es nuestra invitación a las y los educadores.