Carlos Javier Ignacio Stange Villarroel es egresado de Ingeniería Ambiental de la Universidad Austral de Chile en la Sede Puerto Montt, pero mientras se encontraba cursando su último año realizó una exitosa expedición a la isla Rey Jorge, en la Antártida chilena, por un período de un mes.
La campaña al continente blanco se gestionó a través del Proyecto TROY (Tracking key eukaryote pathobiome members in AntaRctic coastal communities), que es financiado por el Instituto Antártico Chileno (INACh) y coordinado por el Dr. Pedro Murúa, académico e investigador del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile.
El objetivo general del proyecto fue elucidar la biodiversidad de Oomycete y otros parásitos en las comunidades bénticas de la Bahía Fildes en la Isla Rey Jorge, los cuales, una vez aislados, pueden servir como modelos biológicos para probar hipótesis sobre el cambio climático en parásitos costeros antárticos.
Según indicó Carlos Stange, durante la expedición desempeñó varias funciones, principalmente recolectando diferentes tipos de algas en las costas de la isla en diversos lugares específicos.
“También colaboré en el laboratorio y proporcioné orientación a distancia bajo la supervisión de la Dra. Liliana Muñoz, quien lamentablemente no pudo acompañarnos debido a otros compromisos. Mi responsabilidad principal fue aislar hongos que habitan dentro de las algas”, comentó.
“Hubo muchos aspectos que disfruté durante la expedición, pero lo que más me encantó fue el espíritu de colaboración entre los investigadores, todos enfocados en un objetivo común y dispuestos a ayudarse mutuamente”, agregó Stange.
Sobre lo que más rescató de su experiencia en el sur austral, el ingeniero ambiental indicó que los paisajes y la vida silvestre en la Antártida son verdaderamente impresionantes, por lo que la experiencia fue fascinante.
“Respecto al clima, INACh nos proporcionó todo el equipo necesario para mantenernos cómodos, y la comida estuvo increíble. No pasé hambre, ¡y eso que soy buen comensal!”, señaló.
En términos de aprendizaje, adquirió nuevas técnicas de laboratorio y profundizó su comprensión sobre los diferentes parásitos que afectan a las algas, lo cual sin duda será un aporte en el ejercicio de su profesión.
“Ahora estoy emocionado por aplicar lo aprendido a mi carrera de ingeniería ambiental. Este viaje fue un primer paso para comprender cómo funcionan los ecosistemas en áreas remotas y cómo podríamos mitigar los efectos del cambio climático. La investigación es crucial para desarrollar estrategias de conservación y manejo que puedan ayudar a las algas y otros organismos a enfrentar los desafíos futuros”, concluyó.