Ciertamente, nuestra sociedad ha experimentado uno de sus más grandes desafíos como especie, en torno al COVID-19. La primera línea de los sistemas de salud a nivel mundial, han focalizado su accionar en el cuidado de los pacientes contagiados y en la contención parcializada del contagio al resto de la población. Para ello se han desplegado todos los esfuerzos de investigadoras/es de las ciencias médicas y de la salud, para poner a disposición sus capacidades para generar tratamientos, vacunas y planes de prevención que permitan a la población contener el impacto de esta enfermedad en nuestros hogares.
Pero en este esfuerzo también se despliegan otras áreas de las ciencias menos visibilizadas; las ciencias biológicas, con mujeres y hombres bioquímicos, biólogos celulares y moleculares, biotecnólogos, virólogos y otras disciplinas afines, que trabajan desde universidades y centros de investigación; la ingeniería y tecnología, desarrollando prototipos y fabricando insumos y materiales, como las mascarillas de prevención; las ciencias de la educación, que generan estrategias para adoptar modalidades de educación a distancia; las ciencias económicas, que evalúan el impacto global en los sistemas de producción y desafían los modelos imperantes; la estadística que elabora indicadores y genera modelos predictivos en torno al avance de la pandemia; la sociología y antropología, analizando como nuestra sociedad se desenvuelve en este nuevo entorno; las ciencias ambientales determinando escenarios donde la intervención humana cambia sus patrones y conductas; y muchas otras áreas del conocimiento y la innovación al servicio de la humanidad en este escenario, las cuales muchas veces es difícil de dimensionar en su desarrollo y utilidad pública.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, podemos acceder a este conocimiento gracias a la labor de profesionales que pone a disposición esta información para que cada chilena y chileno pueda tomar decisiones basadas en evidencia en nuestros hogares (desde como lavarnos las manos hasta como mantener un ambiente social saludable entre miembros de la familia). Periodistas científicos, comunicadores de ciencia, divulgadores científicos, redes de investigadoras e investigadores, Explora, fundaciones y muchas otras organizaciones, ponen a disposición la información científica que se genera en los más diversos y amplios canales de difusión y en múltiples formatos, para llegar a niñas, niños, adolescentes, familias y a los más diversos públicos que componen nuestra sociedad. Sin duda, esta constante labor nos permite combatir la infodemia o sobreabundancia de información falsa que circula muchas veces por redes sociales, la que usualmente se aprovecha de nuestros sesgos cognitivos. Y esta forma de transmitir el conocimiento constituye uno de los ejes fundamentales para seguir avanzando en robustecer una cultura científica en nuestro país, ya sea en tiempos de coronavirus, o en los futuros retos que la naturaleza nos presente como humanidad. Y así como Benedetti planteó que cuando teníamos todas las respuestas, cambiaron las preguntas, la ciencia constantemente intentará responder estas nuevas preguntas… y la comunicación de la ciencia, de difundir estas nuevas respuestas.