Chile está cubierto por cerca de 14 millones de hectáreas de bosque nativo y 3 millones de hectáreas de plantaciones de Pino Insigne y Eucaliptos (en total 23% del país). Desde un punto de vista de producción maderera, sin embargo, de los bosques nativos principalmente se extrae leña a través de cosechas mayoritariamente ilegales, mientras que las plantaciones producen madera y fibra para la industria del aserrío y pulpa y papel, principalmente para la exportación y generalmente con plan de manejo. En ambos casos, sin embargo, las intervenciones no son sustentables, ya que para que lo sean necesitan ser económicamente viable, socialmente aceptables y ambientalmente amigables.
Los tres requisitos quedan al debe en los bosques nativos, aunque para muchos campesinos producir leña para su propio consumo (calefacción y cocción) o para la venta es parte importante de sus economías. En el caso de las plantaciones sólo el primer requisito se satisface, ya que su rentabilidad privada es generosa. La extracción de aproximadamente 6 millones anuales de metros cúbicos de los bosques está generando la degradación creciente de éstos, y en consecuencia reduciendo su valor social y ambiental, y sin duda su potencial productivo.
Siga leyendo esta columna haciendo click aquí.