En cualquier proyecto de gobierno, incluyendo el gobierno universitario, los equipos de trabajo son relevantes. JFK decía que “un hombre inteligente es aquél que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”. Así, ponía de relieve que los equipos potencian las habilidades individuales agregativas, produciendo las sinergias propias de un trabajo colectivo bien articulado. Por eso, al momento de componer esos equipos, se debe sopesar, además de las capacidades individuales, las lógicas y dinámicas de trabajo que queremos producir, reflejando un ethos de gobierno. Si decimos que queremos una universidad diversa e inclusiva y/o que tenemos un compromiso con la tolerancia y el pluralismo es esperable que los equipos, en sus perfiles y dinámicas, reflejen ese espíritu. Aún más si, como muestra la historia reciente de la UACh y del país, los equipos endogámicos o poco plurales no producen adecuadas sinergias porque refuerzan visiones únicas y rígidas de las situaciones; y favorecen prácticas de autocomplacencia. En lugar de decir lo que piensan, esos equipos, a menudo, dicen lo que quieren oír quienes los lideran, desoyendo las necesidades o prioridades de la comunidad universitaria.
Esta candidatura ha cultivado formas nuevas de generar, discutir y presentar sus ideas de campaña. No será distinto respecto de la delicada cuestión a definir un equipo de gobierno y administración para la UACh. Como se sabe, en esta elección de Rectoría se han inscrito cuatro candidaturas, todas muy competitivas. La comunidad universitaria, previsiblemente, distribuirá sus apoyos de manera diversa, mostrando la pluralidad de visiones políticas que coexisten en su interior. Quien gobierne, entonces, deberá ser consciente de esa pluralidad, respetarla y atender las distintas sensibilidades y necesidades que ella implica. Parece razonable, por lo tanto, abrirse a la posibilidad de incorporar a personas que hubieran manifestado apoyos por otras propuestas, en tanto ellas contribuyan a potenciar el trabajo colectivo en beneficio de la UACh. En esta, como en otras materias, la precipitación puede ser una muy mala consejera.
Desde luego, la posibilidad de constituir equipos políticos de trabajo plurales no es algo original en el gobierno de los países. Así, son conocidas las desavenencias públicas entre Kamala Harris y Joe Biden, actuales vicepresidenta y presidente de Estados Unidos, respectivamente. En este y otros casos, las críticas públicas devienen en diferencias internas que permiten mejorar los procesos de toma de decisiones en un equipo. Este resultado es afín a la manera en la que concebimos la democracia universitaria y con la que nos hemos comprometido públicamente.
Sin embargo, nos consta que en un escenario de desconfianzas como el actual (a veces explotado deliberadamente por razones electorales), es conveniente despejar algunas dudas y suspicacias, particularmente respecto de la gestión de (macro)unidades afectadas de manera directa por la crisis interna recién pasada. Con este ánimo, es importante aclarar que esta candidatura ha observado con especial preocupación los déficits institucionales de los que adolece la Vicerrectoría de Gestión Económica y Administrativa. A nuestro juicio, eso aconseja una innovación profunda, tanto en el marco de los perfiles de las personas encargadas de esta macrounidad como en sus dinámicas de trabajo. Naturalmente, atendidas las atribuciones que el Directorio de la Corporación tiene en materia financiera y patrimonial, dicha innovación debe ser previamente concordada, en su alcance e implementación, con este órgano estatutario. Así como a todas luces parece razonable discutir esta materia en el Consejo Académico, para lograr los consensos más amplios posibles, y evitar así caer en facilismos o medidas populistas que puedan estar motivadas por una ansiedad electoral.
Maite A. Castro G.
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