Las Fiestas Patrias aparecen como una instancia propicia para la ejecución de bailes y manifestaciones históricamente tipificadas como folklóricas. Uno de los espacios donde mayormente ellas se escenifican es en los establecimientos educacionales donde, desde temprana edad, las y los estudiantes aprenden danzas folklóricas según “zonas culturales” en base a una división que tiene como referencia el Estado-nación chileno. Peñas escolares, kermeses y muestras culturales, son visitadas por ansiosos apoderados que aplauden los bailes chilotes, nortinos, centrinos o mapuche que realizan niñas y niños.
Lo que parece ser la expresión inocente de una idea de identidad nacional lo es menos si pensamos que la mayor parte de las niñas y niños que aprenden manifestaciones folklóricas lo hacen en pleno período de socialización formal, es decir, en una fase de la vida en que se aprenden significaciones, valores y expresiones mediante las cuales se facilita luego la comunicación humana y la vida en sociedad. El folklore aparece entonces como un elemento expresivo que abre puertas no solamente hacia aprendizajes psicomotrices, estéticos o para la comprensión de un “repertorio” determinado.
En una sociedad como la nuestra, el folklore debería ser un instrumento a través del cual nos encontremos en nuestras diferencias y similitudes, con el horizonte de construir sociedades más respetuosas, solidarias y conscientes de las culturas originarias, migrantes, populares, etc. La labor de quienes trabajan las manifestaciones folklóricas en establecimientos va más allá de lo anecdótico de un canto o un baile y merece su debida atención en cualquier comunidad educativa. Sin embargo, lo anterior tampoco se llevará a cabo si predomina una mirada simplista sobre lo folklórico invisibilizando el aporte que muchas personas han realizado en este campo a lo largo del país y en América Latina durante los últimos 150 años. Aunque no lo parezca, es un ámbito que impacta en la conformación valórica y cualitativa de nuestra sociedad.
Columna publicada en el Diario Austral de Los Ríos.