Al hablar de problemas ambientales en la región de Aysén, es casi imposible no pensar en asuntos tales como la contaminación atmosférica de Coyhaique, el megaproyecto energético “Hidroaysén” y, en menor medida, en los conflictos relacionados con la industria acuícola (específicamente las salmoneras), a quienes se les acusa de generar contaminación ambiental en los fiordos de la provincia de Aysén. Si bien estos problemas no son los únicos, sí corresponden a los que han estado en la retina de los habitantes de nuestra región durante los últimos años, generando incluso, en algunos casos, (particularmente en el caso de Hidroaysén) importantes manifestaciones callejeras, no tan solo en nuestra zona, sino también en otras ciudades de Chile.
Sin embargo, no todos los problemas alcanzan esta visibilidad. Cabe preguntarse entonces, por qué los daños ambientales asociados a los sitios de relaves del Lago Chelenko, no han tenido la resonancia que sí han alcanzado los casos mencionados anteriormente, pese a que afectan al entorno del lago hace ya más de 30 años, y que pueden conllevar importantes riesgos para su cuenca. De esta forma pese a la importancia del problema, este solo es visible para algunos profesionales, expertos y ciertos grupos de pobladores de la zona, que están relacionados directa o indirectamente con este fenómeno.
Para el resto de la población regional, este tema parece ser, en el mejor de los casos, de segundo orden e incluso para muchos, “inexistente”, en la medida de que es poca la información que circula en torno a los sitios de relaves que dejaron las antiguas faenas mineras en este territorio. Si bien existen grupos ambientalistas locales que se movilizan en torno a los riesgos de las actividades mineras, estos se manifiestan en relación a los proyectos que se “podrían instalar”, más que a los desechos que ya han sido depositados en el territorio.
Para responder las interrogantes planteadas, existen dos aspectos cruciales a comprender. En primer lugar, el agente contaminante (alta presencia de metales pesados en la cuenca del lago) se manifiesta de forma diferente a otros problemas ambientales “más visibles”. Para la población es más fácil observar la capa de humo que cubre Coyhaique o imaginar las altas torres de alta tensión que hubiese implicado el proyecto Hidroaysen, que apreciar la presencia de metales en la cuenca del lago Chelenko, los cuales se disimulan muy bien dentro del material de relave, pareciendo al ojo inexperto, tierra compactada, arena o material de construcción disperso.
En relación con los efectos nocivos del agente contaminante, estos son percibidos como menos dañinos a corto plazo que, por ejemplo, aquellos producidos por la contaminación atmosférica, a la cual se le asocia un efecto inmediato al tan solo respirar el aire contaminado. Los metales pesados también pueden envenenar al cuerpo, pero son percibidos como “de acción paulatina”, es decir que, dañarían nuestro cuerpo mediante la acumulación de estos mismos en el organismo. Ciertamente, se han hecho estudios en algunos individuos de las comunidades que rodean la cuenca del Lago Chelenko, sin embargo, el muestreo no es representativo para toda esa comunidad, ya que se abarcaron pobladores involucrados en las faenas mineras, pero no a la mayoría de quienes habitan esos territorios.
De esta forma, podemos concluir que el problema esté invisibilizado, no significa que no exista, ni menos que no se pueda agravar si es que nuevas faenas mineras llegasen a operar en la zona.