Cuando entró a estudiar a la Universidad Austral de Chile tuvo el honor de escoltar como “Rey Feo” a Verónica Sommer, compañera en la carrera de Bachiller en Ciencias Biológicas hacia 1975 y que un año después llegaría a ser la primera chilena finalista del concurso Miss Universo. Uno de tantos recuerdos de sus años mozos del capítulo “mechón”. También puso la cara y sobre todo la fuerza en competencias de remo o pruebas como cortar un tronco o empujar un auto mini (Austin Mini) del puente Calle Calle al Pedro de Valdivia. Las anécdotas, así como su buen humor, siguen a lo largo de los años de su vínculo con la UACh.
¿Qué tal el día Mariano? —pregunto—. “Laaargo… despierto a las 4”, responde esbozando una sonrisa. El insomnio es uno de los síntomas del Parkinson, enfermedad que pone uno y otro límite a sus jornadas que son aún más largas desde la jubilación. Se apresura a contar del déficit de dopamina, el neurotransmisor que da los chispazos para encender, para tener la actividad en el cuerpo, y que le obliga a tomar medicamentos cada tres horas para compensar la falta.
Entre el 2006 y 2007 una serie de eventos —salud y vida personal— se conjugaron hasta derivar en un diagnóstico de bipolaridad, posteriormente descartado, pero que le mantuvo por un tiempo en un tratamiento con litio. La aparición de otros síntomas, como la micrografía y la hipotensión ortostática, dieron indicios de estar frente a Parkinson, que una evaluación del Dr. Hernán Benítez confirmaría. Los estados de euforia y bajoneos simplemente estaban asociados al déficit de dopamina y serotonina (neurotransmisor que regula). “Empecé a sentir todos los síntomas de la parte psicológica y de la rigidez. Te das cuenta que ya no eres tú, que todas las cosas que hacías de forma normal las haces más lento, con más cuidado, con pérdida de equilibrio y del movimiento; es invalidante”.
Así como van apareciendo nuevos obstáculos, va adaptando sus rutinas y buscando “puntos de apoyo” con tal de prescindir de la ayuda que necesitan las personas que padecen esta enfermedad. “Trato de hacerlo solo, porque no voy a estar dependiendo de alguien que me abroche los zapatos o ponga la ropa. Me cuesta, pero lo hago”, comenta.
Mariano es de la primera generación del Magíster en Ciencias con mención en Zoología que tuvo la UACh, un programa que nació con cerca de 120 créditos en la Escuela de Graduados. “Decíamos que éramos especialistas en generalidades, porque teníamos que saber de todo. Donde te tiraban quedabas parado. A mí me gustaba zoología, así que seguí esa área en el trabajo de tesis. Empecé a trabajar en eco-fisiología de animales marinos con el Doctor Jürgen Winter, un alemán que estaba de profesor huésped en Zoología y que después formó el Instituto de Biología Marina y fundó la Escuela de Biología Marina. Con él trabajé la tesis y empecé a especializarme en aguas y organismos acuáticos”. Después derivó en Limnología, donde tuvo la oportunidad de reemplazar a un profesor en el Instituto Profesional de Osorno entre el ‘85 y ‘89.
Mientras trabajaba en Osorno surgió la posibilidad de dictar el curso de Eco-fisiología de Organismos Marinos en el Instituto de Biología Marina. “El Dr. Jürgen hacía la introducción y después yo quedaba a cargo del curso. Hice clases a varias generaciones de biólogos marinos hasta el 90”, recuerda.
La etapa posterior la describe como “épocas malas”. “Estuve en pegas con salmoneras contaminando los lagos en la época en la que se usaba verde malaquita y todas esas cosas nocivas, pero aprendí harto del cultivo de salmones y de la contaminación”.
Posteriormente regresa a trabajar a la UACh, esta vez en Limnología, en los proyectos de investigación que el Dr. Hugo Campos tenía en los lagos de Chiloé. “Me adoptaron como el hombre de terreno. El Dr. Campos se dio cuenta que no solo tenía aptitudes para terreno y empezó a delegarme cosas. Empecé a escribir informes: desde hacer batimetrías, muestreos de agua, muestreos de peces, análisis de pesca, pesca recreativa, productividad en lagos. Hicimos proyectos para el Servicio Nacional de Pesca de la novena región, Dirección de Aguas, municipios de Coyhaique, los lagos de Chiloé, como cinco lagos».
Con el Dr. Campos trabajó hasta que falleció, incluso con el equipo se encargaron de terminar los proyectos que él dirigía. “Era muy culto, le gustaba la música clásica y el cine. Él organizó el Festival de Cine de Valdivia y buscó un animal —el pudú— para hacer un símil con el oso del Festival de Cine de Berlín”, revela.
Un nuevo capítulo comienza en su vida cuando, junto a varios compañeros que estudiaron ciencia y zoología, crea la ONG Terra Australis, con el objetivo de conseguir fondos para investigación en las áreas que dominaban. “Empezó a funcionar la cosa y ganamos buenos proyectos”. Con la mayor de las transparencias cuenta cómo después de integrar al equipo a un nuevo socio de marcada y visible tendencia ambientalista –Marcel Claude–, la joven ONG comienza a ser vetada en las licitaciones públicas.
Encargado de RILes (Residuos Industriales Líquidos)
El año 2000 Mariano llega a trabajar con María Luisa Keim al PAAC, Proyecto Ambiental Corporativo que antecede a la Unidad de Gestión Ambiental (UGA). Trabajan en las primeras líneas base para los acuerdos de producción limpia de las salmoneras, en el marco de una auditoría a la granja marina de la empresa Tornagaleones y, posteriormente, en la puesta en marcha del sistema de tratamiento de aguas residuales de la UACh.
En ese contexto, recuerda, “en el primer período del Rector Max Neef, la autoridad marítima exigió a la UACh una mejora en la eliminación de los RILes del Campus Isla Teja, que hasta ese momento eran vertidos directamente desde la tubería a la superficie de los ríos Cau Cau y Calle Calle, sin tratamiento alguno. Para mejorar el sistema de tratamiento de aguas residuales fue contratada la profesional María Luisa Keim. Si bien se efectuaron mejoramientos en los residuos líquidos y hubo avances sustanciales, a María Luisa le llamó la atención el pésimo manejo de los residuos sólidos, situación que fue mejorada a través de la implementación del actual sistema de manejo de residuos sólidos, lo que ha sido un gran logro para la Universidad. Desde entonces la que posteriormente se llamó Unidad de Gestión Ambiental tiene como preocupación continua el manejo de los residuos líquidos y sólidos”.
El área de RILes de la UGA es la responsable de cumplir con la norma de Emisión para la Regulación de Contaminantes Asociados a las Descargas de Residuos Líquidos a Aguas Marinas y Continentales Superficiales (D.S 90/00 MINSEGPRES), desde que entró en vigencia el 3 de septiembre de 2006.
Con ese objetivo se ejecuta un programa de monitoreo de la calidad del efluente, exigido y fiscalizado por la SISS (Superintendencia de Servicios Sanitarios) y la DGTM (Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante). Dicho programa contempla un seguimiento de indicadores físicos, químicos y bacteriológicos en los tres emisarios que posee la Universidad.
“Quiero aprovechar la oportunidad para despedirme y agradecer los apoyos recibidos”, dice Mariano Grandjean en el marco de esta entrevista, quien hasta su jubilación se desempeñó como el encargado de esta área, traspasando su valiosa experiencia y compartiendo las actividades de terreno y oficina con profesionales como Gabriel Ortega, Yéssica Pérez y José Valenzuela, que lo sucede en el cargo.
Sus compañeros(as)
“Trabajar con Mariano fue una tremenda experiencia. Es un gran profesional, además de una persona encantadora. Siempre de buen humor y dispuesto a trabajar, aun cuando sus capacidades físicas comenzaron a verse disminuidas.
Desde mi llegada a la UGA, el 2019, fue una persona muy generosa con su conocimiento, demostrando siempre sus grandes aptitudes docentes. Nosotros teníamos una rutina semanal de recorridos a las fosas de tratamiento, a la que cariñosamente llamábamos ‘la ruta de la caca’. En dichos recorridos, que hicimos juntos durante dos años hasta que llegó la pandemia, aprendí gran parte del manejo de nuestras fosas de tratamiento. Trabajo que, por cierto, es desconocido para gran parte de la comunidad universitaria, pero que es fundamental para el funcionamiento del Campus Isla Teja. Extrañamos mucho a Mariano, pero también entendemos que ya era momento de pasar más tiempo en casa disfrutando a su familia y principalmente a Bartolo”, comentó Yéssica Pérez, encargada de Docencia e Investigación de la UGA.
Mientras que José Valenzuela, encargado de RILes, señaló: “La pandemia me impidió trabajar codo a codo con Mariano. Las restricciones sanitarias fueron más estrictas con los grupos de riesgo, lo que muchas veces me obligó a hacer de las llamadas telefónicas la manera de salir adelante en los quehaceres donde él era el capo. Su casa fue su oficina y fui invitado en varias oportunidades a su teletrabajo para conocer de cerca las labores, en este caso administrativas, que también le tocaba realizar. Era imposible no terminar hablando de la vida, de sus historias, de las historias de la universidad, las construcciones que nadie más conoce, los pormenores de tantos proyectos. Mariano es un libro abierto que debiese ser plasmado en papel para conservar su legado. Muchas veces lo insté a que lo hiciera y espero que lo haga. La Universidad Austral de Chile tiene en él la prueba de su crecimiento institucional, del cual orgullosamente él también es parte”.
“Empecé a trabajar como investigador en aguas limpias con ambientes dulces y aguas marinas. A medida que fui avanzando en mi conocimiento fui aproximándome a los temas de contaminación y uso de agua en acuicultura, por lo que puedo decir que me inicié en las aguas limpias y terminé en las aguas sucias: los riles”, afirma Mariano como resumen de su trayectoria profesional, con la dosis de humor que le caracteriza.
Su abordaje con el agua ha sido desde los más diversos frentes: como investigador, académico, analista y como muchos jóvenes valdivianos, como remero, deporte que comenzó a practicar cuando tenía 16 años para conseguir, junto a su hermano Augusto, varios triunfos nacionales (Valdivia, Concepción, Curauma, Quillón…) y un segundo lugar en un Sudamericano en un 8 con timonel.
Mariano es padre de Nicole y Maurice Gandjean Burgos y abuelo de Bartolomeo (Bartolo), una de sus compañías predilectas. Hoy, buena parte de sus días transcurren en su huerta de hortalizas, mientras espera que pase la pandemia para retomar la posibilidad que le dieron los médicos de probar un nuevo tratamiento que mejore su calidad de vida.
Además de destacar su calidad humana y su especial sentido del humor, María Ema Hermosilla, Jefa dela Unidad de Gestión Ambiental, opina: “Por sobre todo valoro su profundidad y seriedad en los conocimientos sobre muy diversos temas, su ponderación para emitir opiniones y tomar decisiones bien fundamentadas. Su enorme sentido de la responsabilidad que lo hacían estar disponible 24/7 cuando se requería en alguna contingencia. Mariano no sólo puso a disposición todos sus conocimientos para el manejo de los RILes, sino también para apoyar en la implementación de criterios y procedimientos para el manejo de los residuos peligrosos de laboratorios, contribuyendo con ello a generar un sistema que hoy sigue siendo único en las instituciones de educación superior chilenas. Desde que me hice cargo de la UGA, Mariano fue vital, un amigo y colega confiable, cercano y dispuesto siempre para resolver cada desafío al que nos enfrentamos como equipo”.