* Escrito por el Dr. Christian Alvarado Gilis, profesor del Instituto de Producción Animal, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Austral de Chile (UACh)
Verano para la gran mayoría de la población es sinónimo de descanso, playa, sol, etc. y cuantos más días de sol haya… mejor. Sin embargo, para los agricultores es una época de arduo trabajo: se vienen las cosechas de la gran mayoría de los cultivos y, en el caso de los productores pecuarios, una de las épocas críticas en términos de alimentación.
Esta época es crítica para los ganaderos, principalmente, por la falta de precipitaciones pues si no se afronta preparados con antelación, podría significar importantes costos o pérdidas para el productor.
El riego obviamente es la solución que primero se debe tener en cuenta, pero que sin embargo, no es un una realidad para la gran mayoría de la superficie de la zona sur. Como dato, entre las regiones de Los Lagos y De Los Ríos en conjunto se estiman en más de 1.000.000 de hectáreas de praderas de secano, las cuales ante severos periodos de déficit hídrico podrían disminuir su producción anual en un 20% y en 50% la producción de verano. Esto es un efecto combinado de la menor producción por la falta de agua en sí misma y del sobrepastoreo que se produce al tratar de suplir las necesidades del rebaño que se está pastoreando.
Alternativas de mitigación de efecto inmediato existen, aunque se recomienda una programación a largo plazo ante los ya habituales meses de sequía estival. En el corto plazo se recomienda disminuir la carga animal ya sea anticipando la venta de animales de desecho y terneros destetados, o bien trasladando animales. Con los animales restantes, dar preferencia a animales de más altos requerimientos (vacas alta producción, último tercio gestación), lo que implica alimentarlos con el forrajes de mejor calidad que disponga y usar praderas de baja calidad o forrajes toscos con animales de menor requerimiento.
El uso de pajas de cereales es una alternativa válida, por lo que se sugiere enfardarlos. Por otro lado, en relación a las praderas, no hay que hacer cortes de limpieza y evitar el sobre pastoreo, lo que es difícil de lograr por la falta de forraje. Sin embargo, está claro que una sobre utilización sumado a la falta de agua traerá perdidas irreversibles en de la pradera, haciendo prácticamente nulo el rebrote de otoño y empeorando la situación de afrontar el invierno.
Hay que esperar hasta la primera mitad de abril, y con las primeras lluvias, para realizar una fertilización con nitrógeno. Si no ha llovido para esa fecha, es mejor aplazarla para la salida de invierno. La siembra de praderas suplementarias para invierno va a ser una necesidad siendo una opción avena y ballicas de rotación, las cuales debieran sembrarse con las primeras lluvias efectivas.
Ahora bien, más allá de resolver los problemas del momento, debemos tomar conciencia que la sequía de verano, en menor o mayor medida, es una realidad de todos años. Los términos “Cambio Climático” y “Calentamiento Global” son para todos familiares y que cada vez con más frecuencia nos afecta como ganaderos.
Por ende, las soluciones de las cuales debemos estar preocupados son las de largo plazo, las que nos permiten afrontar el problema, de tal forma que el próximo “verano seco” no nos encuentre desprotegido. ¿Qué se recomienda? Lo primero es hacer un “Balance Forrajero”, esto es, en términos simples, estimar la disponibilidad anual de materia seca de nuestro predio, y cotejarla con lo que vamos a necesitar en función del número de animales que tenemos, o dicho de otra forma, cuanto forraje vamos a tener, y para cantos animales nos alcanzaría. Es muy simple de hacer pero, sin embargo, muy pocos ganaderos hacen el ejercicio.
La conservación de forraje es la segunda acción, teniendo en cuenta no solo el invierno como época crítica, sino que también el verano. El ensilado y el enfardado de material excedente de primavera debiera ser una norma más que una opción. A eso sumarle residuos de cosecha de cereales y leguminosas, que eventualmente pudiesen ser necesarios, especialmente en animales de bajos requerimientos.
El uso de praderas que naturalmente son más resistentes a los déficits hídricos es una estrategia que debiera ser fomentado. Conocida es la mayor rusticidad de especies como bromo o festuca, sin embargo, hay otras alternativas menos conocidas que son una opción disponible en el mercado. En el Instituto de Producción Animal de la UACh por ejemplo, se está trabajando con dos especies que naturalmente poseen mayor resistencia a la sequía, como lo son pradera de chicoria-plantago.
Cultivos suplementarios para su uso en verano también son una opción. Destacan los nabos forrajeros el cual produce una gran cantidad de materia seca en forma de hojas y bulbo parcialmente expuesto, lo que lo hace un recurso factible de pastorea. Además, el raps forrajero es otra alternativa para uso de verano y otoño, aunque dependiendo de la fecha de siembra, podría ser incluso una opción invernal.
Finalmente, recalcar que la sequía de este año, y las del pasado cercano, nos debiera recordar que como ganaderos estamos expuestos a las inclemencia del clima, y que los “veranos secos” van a seguir viniendo, y cada vez con más frecuencia. Nuestra labor por ende, es estar preparados de la mejor forma posible.
Más información a calvarado@uach.cl