«Alimentos Funcionales, Mito y Realidad: lo que hay que saber”, fue la exposición dictada por el Dr. Javier Parada, Director de la Escuela de Ingeniería en Alimentos de la Universidad Austral de Chile en el marco de las charlas impulsadas por el Centro de Investigación en Suelos Volcánicos.
En la ocasión, el profesor Parada, quien también es integrante del CISVo y académico del Instituto de Ciencia y Tecnologías de los Alimentos (ICYTAL), se refirió al concepto de salud que actualmente se asocia a los alimentos y que en nuestro país ha cobrado cada vez mayor relevancia si se toma en cuenta que uno de cada tres niños presenta obesidad.
Explicó que el origen del término “alimentos funcionales” se remonta a Japón en la década de 1980, donde se le asoció con procurar una mejor vejez a su población, denominándolos como «Foshu».
El profesor indicó a nivel internacional Japón, USA y la Unión Europea tiene reglamentaciones muy claras y estrictas para que un alimento funcional sea considerado como tal.
Asimismo indicó que “la definición de alimento funcional depende de la normativa de cada país, pero que tienen en común que son alimentos modificados o que contienen ingredientes que demuestran acciones que incrementan el bienestar de individuos disminuyendo el riesgo de enfermedades más allá de la función nutricional que pueden cumplir”.
El contexto chileno
Pero ¿cuándo es posible hablar de alimentos funcionales en nuestro país?
En estricto rigor –asegura el Dr. Parada- el término “alimento funcional” no existe en la legislación chilena. Sin embargo, el Reglamento Sanitario de los Alimentos, en sus artículos 106 y 114, hace referencia a las propiedades saludables que se pueden declarar.
“En Chile, por un tema legal, no se puede hablar que existan alimentos funcionales para la comercialización, pero dentro del marco legal si podemos darles valor aumentado sus propiedades saludables. Es de esperar que en el mediano plazo contemos con normativas que nos permitan avanzar en esta materias”, explica el académico de la UACh.
Afirmó que el camino a seguir, para prosperar en esta área debe ser el de asociarse entre grupos de distintas disciplinas con el fin de obtener alimentos que aporte a la mejora de la salud científicamente comprobada que puedan ser adquiridos por la población local y competir a nivel nacional.
Cabe destacar que esta charla es parte de la acciones de difusión del Proyecto Fondecyt Nº 1170594 “Capacidad de extractos de algas Chilenas para la inhibición selectiva de enzimas relacionadas con la digestión del almidón y respuesta glicémica postprandial”, liderado por el Dr. Javier Parada.