<p align="justify"><em>* A juicio del dramaturgo, la sociedad chilena, con su trágico destino, es una sociedad culposa. "Lo malo es que lo enmascara; mi dramaturgia busca arrancar la máscara de los chilenos y del mundo", aseguró.</em></p><p align="justify">"El problema es que una vez que mis personajes obtienen el poder, ya no saben para qué querían ese poder, pero siguen adelante en su batalla absurda y paradójica". Este es el planteamiento que expondrá el dramaturgo Benjamín Galemiri durante la conferencia <strong>"El poder y la culpa en la dramaturgia"</strong>, que dictará el próximo jueves 07 de junio a las 19.00 horas en la Sala Multipropósito del Museo Histórico y Antropológico Mauricio van de Maele, Universidad Austral de Chile. </p><p align="justify">La conferencia -que será presentada por el dramaturgo y académico del Instituto de Lingüística y Literatura Roberto Matamala- se enmarca dentro del ciclo "Museo Parlante" organizado por la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile y que busca abrir espacios de debate y análisis sobre las artes y humanidades.<br /><br />Benjamín Galemiri -descendiente judío sefardí- posee una vasta trayectoria vinculada al teatro, cine, literatura y academia, además de contar con innumerables premios, becas e invitaciones a nivel nacional e internacional. (Ver <a href="http://www.galemiri.cl/">http://www.galemiri.cl/</a>)</p><p align="justify"><strong>¿En qué consistirá su exposición "El poder y la culpa en la dramaturgia"? </strong></p><p align="justify">"Toda mi escritura toma como plataforma de discurso original el éxtasis por la búsqueda del poder de mis personajes. En mis obras, hombres y mujeres luchan a muerte a veces, por una patética porción de poder, usando a veces armas letales, otras cómicas, otras sexuales, pero es el dicktat de su conciencia que los lleva hacia esa pirámide neo-liberal existencialista del deseo de controlar, subsumir y vampirizar al otro. Esto tanto en los poderes privados como públicos. </p><p align="justify">"En mis obras a veces se trata sólo de la historia de una pasión entre un hombre y una mujer pero que se descuartizan por el poder de la pareja, que para mí es el espejo de nuestra sociedad. El problema es que una vez que mis personajes obtienen el poder, ya no saben para qué querían ese poder, pero siguen adelante en su batalla absurda y paradójica. De ahí que nazca ese sentimiento de culpa eterna, origen de todas las culpas, que proviene de la expulsión del Paraíso cuando Eva tienta al hombre a tocar el árbol del conocimiento, y de ahí la fascinación del hombre por el saber de la mujer, pero también de ahí la culpa de la pérdida de la inocencia, por lo tanto el amor pero también la muerte. Poder, sexo, amor y muerte, culpa bíblica-mapuche".</p><p align="justify"><strong>¿Ese mismo tema (el poder y la culpa) también es extensivo a nuestra sociedad? </strong></p><p align="justify">"Nuestra cómica transición a la democracia chilena, que ha sido material de la mayoría de mis escrituras, esta basada en la exacerbación de la búsqueda del poder, tanto en el plano político como privado como pivote seudo-místico de funcionamiento, ya no es un ideario de derechas o de izquierdas; es un ideario transversal, que ha carcomido la familia, la juventud. Nunca ha habido más juventud conservadora, porque la droga del poder ha comido todo como en un gran banquete excesivo, distorsionado. Pero unido a eso, la política chilena o el poder privado chileno siente culpa por esta aspiración bastarda porque es una manera de darle la espalda a los grandes ideales y sobre todo a los ideales espirituales y místicos". </p><p align="justify"><strong>En general, ¿cuáles son las temáticas que permanentemente han motivado sus trabajos en dramaturgia, cine y literatura?</strong></p><p align="justify">"Mi escritura ha sido definida por los entendidos como la escritura del deseo por el poder y el sexo. Para mí comenzó como una forma de atraer a las mujeres y de ser amado por mi brillante aunque iracundo padre, un abogado y juez rural de Traiguén quien en sus miles de recovecos, sombras y luces, y en su retórica implacable y perfecta, me enseñó lo que era la dramaturgia. Así que escribo para agradar a las mujeres, para agradar a mi padre, que murió en un accidente de auto cuando yo tenía 14 años, y escribo para pagar las culpas que cometí o creí cometer y de las que me siento culpable. Escribo además para sentirme inocente, pero mi mujer me dice que el día que deje de sentirme culpable dejaré de escribir.</p><p align="justify">"La sociedad chilena con su trágico destino es una sociedad culposa, lo malo es que lo enmascara. Mi dramaturgia busca arrancar la máscara de los chilenos y del mundo".</p><p align="justify"><strong>¿Qué opinión tiene de Valdivia y su Universidad Austral, donde se desarrolla una intensa actividad artística y cultural? </strong></p><p align="justify">"Soy traiguenino; cuando era niño acompañada a mi adorado padre abogado juez rural a Valdivia, muchas veces para sus casos legales y porque él amaba Valdivia, se quedaba contemplando la ciudad como si fuera la mismísima tierra prometida. Mi padre amaba Valdivia, por extensión yo también. Cuando fue el terremoto del sesenta mi padre corrió a ayudar a sus amigos y a la comunidad en general. Recuerdo que me llevó, lloramos juntos cuando vimos la ciudad desprendida de su centro, y oramos al altísimo para la restauración de la bella, magnética Valdivia.</p><p align="justify">"Para mí esta vuelta es muy paradigmática, porque no regreso desde entonces. Valdivia es sinónimo de amor al padre, de amor a la ciudad, sinónimo de cine; no te olvides que soy un cineasta frustrado y ustedes tienen el mejor festival de chile que los europeos adoran. Valdivia también es sinónimo de amistad. Allá viven dos amigos: un Premio Nacional de Ciencias, Pedro Labarca, y un Doctorado en Filosofía Gonzalo Portales. Este viaje se lo dedico a mi amado padre traiguenino judío que en su corazón quería a escondidas, como a una amante, a Valdivia".</p>