* La ‘Araucaria araucana’, el pehuén, el majestuoso árbol de los piñones, ha estado en la prensa del último año, generando ingente actividad en el Ejecutivo y especial atención en el ámbito legislativo.
¿Por qué, de pronto, esta especie se puso de moda? porque se ha dicho que está atacada por algún hongo desconocido y misterioso, que casi no hay árbol que no tenga síntomas de una nueva enfermedad, que está al borde de la extinción y que, por ello, urge elevar su protección según nuestra legislación. Es decir, se puso de moda por un escenario apocalíptico. Pero, siguiendo la parsimonia de esta especie, sabemos que ha evolucionado por cientos de millones de años y sus enormes ejemplares pueden vivir más de un milenio. El pehuén ha pasado por muchos cambios climáticos y eventos catastróficos de todo tipo, adaptándose y permaneciendo en el paisaje de alta montaña, creciendo en suelos muy pobres. En los últimos dos años, han ocurrido condiciones climáticas anómalas en la zona del pehuén, intensas nevazones y fríos extremos, y es sabido que esta última década detenta la sequía más prolongada conocida en un milenio. Así, el pehuén está en un periodo climático irregular que, sostenidamente, merma su reserva de agua en el suelo y lo ha golpeado con intensos fríos extemporáneos.
Por ello, entonces, pueden derivarse algunas afecciones que menoscaben el vigor de ciertos árboles mientras adapta su crecimiento a nuevas ofertas del sitio (clima y suelo). En tanto, puede padecer el oportunismo de algunos agentes bióticos con los cuales se relaciona normalmente en equilibrio. Más de 80 organismos, entre hongos e insectos conocidos, conviven con, sobre y dentro del pehuén: es su naturaleza evolutiva que contribuye a su existencia.
Los problemas del pehuén comienzan con dificultades en el sitio, lo que se debe investigar con detalle, pues solo en algunos sectores de su territorio ciertos árboles muestran problemas llamativos, coincidiendo con agentes físicos. Pero el pehuén ha demostrado su capacidad de adaptación y resiliencia. Los ataques virulentos de plagas, aunque suelen ocurrir, no están en la primera línea del problema ni menos demostrados en este caso; el amenazante escenario de exterminio no ha tenido sustento científico.