En este último tiempo hemos sido testigos de los importantes debates en torno a temas sensibles: educación, pensiones, sistema de salud. Desde la perspectiva del ciudadano, se percibe una desconexión entre la realidad cotidiana y la burbuja en la cual vive nuestra clase política, ajena a los problemas tales como: bajos ingresos, deudas, el continuo aumento del costo de la vida, las reducidas pensiones y la dificultad para acceder a servicios de salud y educación de excelencia.
Agobiados por responder a un sistema en donde prima la libertad individual, un Estado subsidiario, y una sociedad que está enferma de un individualismo exacerbado, no recordamos que la sociedad moderna creó el Estado y el acuerdo social, la Constitución, para velar por el bien común y para suplir las necesidades básicas que ninguna persona por si misma puede resolver. Creemos que sólo con dinero puede resolverse cualquier tema; sin embargo, de vez en cuando, en nuestras vidas suceden acontecimientos inesperados: accidentes, enfermedades incurables o complejas, mala fortuna, conflictos, catástrofes, etc., y nos damos cuenta que necesitamos del otro para solucionar nuestro problema.
La discusión en este momento está centrada en el lucro en la educación, las AFP, las farmacias, la falta de médicos, etc., sin todavía darnos cuenta que el gran problema es la inexistencia de un Sistema de Bienestar Social, que sea capaz de suplir todas aquellas necesidades que individualmente jamás seremos capaces de solucionar, por más que crezca la economía; y que como sociedad debemos velar porque ciertos ámbitos deben estar protegidos de la gestión privada que persigue el lucro, ya que la evidencia empírica demuestra claramente que el «libre mercado» con problemas de concentración (oligopolios/monopolios) no es la forma más razonable de asignación de recursos, y menos todavía, de distribución solidaria/equitativa de la riqueza.
A propósito del dilema y de las soluciones, se puede rescatar una idea interesante; un sistema de pensiones mixto, en donde los recursos ahorrados con esfuerzo por los chilenos, no se utilicen en alimentar una industria financiera especulativa extranjera, sino más bien en los tan necesitados proyectos de inversión en infraestructura y energía que nuestra región y país necesitan.
LEER COLUMNA EN EL DIARIO AUSTRAL REGIÓN DE LOS RÍOS