El 10 de septiembre de este año se publicó el Informe de la OECD “Education at a Glance 2019”, este reporte muestra comparativamente resultados de los sistemas educativos de los países pertenecientes a este grupo de países donde Chile es integrante. Si bien hay bastantes datos y dimensiones, nos gustaría poner el foco en tres aspectos dadas las coyunturas y los debates internos sobre Educación Pública que sostenemos actualmente.
Primer vaso medio lleno: Chile destina el 1,2% del PIB a financiar programas de educación parvularia, el cual es uno de los porcentajes más altos entre los países de la OECD. Vaso medio vacío: la matrícula en educación parvularia aún se encuentra por debajo del promedio de los países de la OECD.
Segundo vaso medio lleno: El personal docente de Chile es joven. Vaso Medio vacío: condiciones de trabajo son complejas: la cantidad de estudiantes que atiende cada profesor y las horas legales de trabajo se encuentran entre los porcentajes más altos, desde parvularia hasta educación media. El informe sugiere que esto podría desalentar a las personas para ingresar y mantenerse en esta profesión.
Tercer vaso, medio vacío: En Chile, el gasto total por estudiante en instituciones de educación escolar y educación superior es bajo y una gran parte de este se encuentra cubierto por fuentes privadas, particularmente en la educación superior.
Dados estos datos que no son muy novedosos nos invitan a reflexionar: si queremos cambiar y mejorar ¿por qué seguimos haciendo más de lo mismo?, las reformas denominadas “estructurales” de principios de esta década a mi parecer han quedado cortas o bien son limitadas para lograr un verdadero despegue que nos acerque a los estándares de desarrollo y logros educativos de los países OECD con quienes nos gusta compararnos cuando nos conviene, a todas luces y así está demostrado el “gasto” público en educación es una inversión para el desarrollo y la equidad social.