Con la conferencia Terapia Ocupacional y colectividades vinculadas a discapacidad: una perspectiva desde el sur realizada por la Profesora T.O. Daniela Alburquerque, la Escuela de Terapia Ocupacional (Valdivia) de la Universidad Austral de Chile inauguró su Año Académico 2018, y celebró el Día Nacional de las y los Terapeutas Ocupacionales.
La actividad se llevó a cabo el viernes 6 de abril en la Sala Paraninfo de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, Campus Isla Teja, con alta presencia de docentes, profesionales y estudiantes del área salud.
En la oportunidad, la Directora de la Escuela de Terapia Ocupacional, Dra. Marcela Apablaza Santis, agradeció la asistencia y enfatizó en la importancia de celebrar este día que conmemora la creación de la Asociación de Terapeutas Ocupacionales en nuestro país. Además, destaó la presencia y experiencia de la experta invitada (Ver trayectoria aquí).
Más allá del trastorno del movimiento
Junto con resaltar que la Escuela de Terapia Ocupacional UACh es “de los mejores programas que existen de la disciplina a nivel país”, Daniela Alburquerque compartió su experiencia en el “deambular por las colectividades relacionadas con la discapacidad”, principalmente a través de la fundación de la ONG CETRAM, fundada hace 17 años “pensando inicialmente en el concepto de un Centro de Estudios de Trastornos del Movimiento, desde una mirada clínica, mecanicista y biomédica, pero en el proceso fuimos transformándonos, reconociendo actualmente nuestro quehacer desde una dimensión política, desde un colectivo de personas”, expresó.
Explicó que en una ONG se pueden resguardar los espacios de reflexibilidad y práctica, bajo una mirada desde el sur que comprende una realidad distinta a la percibida desde un norte occidental hegemónico, con un espacio territorial más cercano a comunidades con una comprensión amplia y diferente del mundo, vida y muerte. Podemos rescatar distintas historias y reconocerlas, “no existe una verdad más que otra, lo que es el primer decreto para llegar a trabajar desde la terapia ocupacional en colectividad”.
“Más allá del trastorno del movimiento hay personas, colectivos, experiencias y comunidades, por lo que trabajamos junto a la persona que vive la situación de salud, sus familias, sus espacios, y nos empezamos a dar cuenta que habían muchos saberes y experiencias. El profesional de la salud no lleva el desarrollo local a la comunidad, pues este desarrollo existe desde que el tiempo es tiempo. Hay que trabajar en conjunto, acompañar, observar los recursos locales, levantar las voces y capacidades que ya están en la comunidad”, destacó.
Tomando como base el pensamiento del filósofo francés Michel Foucault, la experta señaló que dentro del estereotipo de “normalidad” existente en la sociedad occidental, empiezan a surgir algunas “anormalidades” que son excluidas socialmente, en cuanto a discapacidad. De esta forma, es “imposible” tener una sola mano, lo “normal” es tener dos. Eso es “anormal”, por lo tanto está prohibido y la relación entre lo imposible y lo prohibido dado por una biología o actitud que no se cumplió, resulta en una persona que es un “monstruo” excluido de la sociedad.
En este contexto, “a esta persona excluida por su supuesta anormalidad, la única posibilidad que le queda es ser domesticada, entrenada, rehabilitada, y es ahí donde recae el peso de nuestro proceso histórico como terapeutas ocupacionales tradicionales, que somos una disciplina que nace para domesticar al anormal. Es un aspecto horroroso de nuestra historia que hemos ido cambiando con el tiempo”, dijo.
Sin embargo y desde una mirada del sur, del reconocimiento de una ecología de saberes, la reflexión es que “la discapacidad no es anormal o mala”. Para la Profesora Alburquerque “esto es algo muy obvio, pero tenemos inculcado que la discapacidad es algo no deseable, rechazable y hay que transformar, cuestionar, eliminar y no reconocer”.
Construcción social
Actualmente, desde el discurso de las mismas personas con discapacidad, el modelo social es que “la discapaciad no existe, es una construcción social, es el medio el que produce la experiencia de discapacidad, el resto es diversidad funcional”.
Sobre esto último, dio a conocer algunos movimientos sociales que se han levantado con fuerza basados en el modelo de diversidad funcional, que es el reconocimiento de que todas las personas funcionan distinto, movimientos con los cuales ha trabajo conjuntamente la ONG CETRAM.
Así, dio a conocer algunas experiencias al respecto, como la de Patricio Bravo, “persona en situación de discapacidad que llegó como usuario del CETRAM y terminó siendo compañero de equipo al desarrollar, a través de un proceso de colaboración colectiva, un programa nacional de reparación de sillas de ruedas a bajo costo, capacitando a personas tomando en cuenta sus propios recursos y saberes”. A raíz de esto, actualmente existe la Guía de apoyo: Taller de reparación y mantención de Silla de Ruedas en la comunidad (ver aquí).
También se refirió a otras experiencias colectivas y al libro de su autoría “Historias Olvidadas: Narrativas invisibles de situaciones de dependencia y las políticas públicas de Chile” (ver aquí). Para Daniela, si hay una historia que no está contada en nuestro país es el de las personas adultas con discapacidad y dependencia.
Según la Encuesta Nacional de la Discapacidad, el 16,7% de toda la población chilena es discapacitada. De este porcentaje el 92% es de población adulta y se concentra en los quintiles más pobres del país. “En Chile si nos sucede alguna condición de dependencia, no hay ni una política pública que acompañe en la asistencia personal”, explica.