El inicio de la conferencia se situó desde el cuestionamiento del movimiento obrero a la explotación de los trabajadores y su pretensión de la conquista del poder central que reproducía la dominación. “La izquierda del siglo XX funda un ideario a través de dispositivos de dominación contra fácticos, que son piramidales, simétricos a muchos de los dispositivos de la modernidad. Es decir, es la clase obrera frente a la otra clase”, explicó Antonio Gómez.
Además, la unificación de los diferentes sujetos en la figura del obrero se tipificó como la individuación propia de la sociedad industrial, donde la lucha respondía a concepciones de producción y trabajo, propias de la economía política. A diferencia de las reivindicaciones de los jóvenes de mayo del ‘68 y el 77 italiano, que plantearon una desafección hacia el trabajo en que las demandas de estos nuevos sujetos se enmarcaron en un rechazo a éste por un deseo de ocio y libertad.
Así se contraponen dos visiones de mundo incompatibles, que generó una ruptura del modelo de fábrica industrial, un postfordismo. A lo que el investigador agregó, “A partir de los años ‘70 los obreros de fábrica comienzan con una insubordinación sindical y política, se trata de una reivindicación de tipo existencial”.
Los movimientos sociales post ‘68 y ‘77 se formulan como una contra revolución que es el contexto social, político y económico desde donde se articula el 15M, el cual conserva el espíritu de contrasentido de los primeros, pero con diferencias que lo caracterizan. “Más que un movimiento propiamente o una estructura, un ideario, una gramática, es un momento. Hay distintos actores, luchas, subjetividades que ya vienen aconteciendo, que en un momento determinado se recombinan, se encuentran y dan lugar a algo distinto” explicó el investigador.
La novedad del 15M es la idea del anonimato y el no tener nombre, no responder a una organización estructurada, ni dirigentes específicos, sino a singularidades que se encuentran y acontecen en una plaza sin responder a la visión funcionalista del poder que rompe la lógica de la representación. “Lo no atrapable, el ser cualquiera, el anonimato, que no se deja apresar ni representar, que no se reduce a la unidad, al Estado le complica” afirmó Gómez.
El investigador de la Universitat de Pompeu Fabra finalmente comentó, que el 15M en tanto “momento” fue una forma de experimentación política que sirvió de articulación, pero que no puede seguir en la lógica del catálogo de reivindicaciones. “No es sólo una cuestión de ir y pedir derechos, sino de coger y dárnoslos, ha faltado en la articulación repensar nuestras experiencias autogestionadas o autónomas en torno a distintas cuestiones”.