Las cenizas que caen producto de la erupción volcánica pueden ser tóxicas para el ganado y producir enfermedades, incluyendo entre otras fluorosis, daño del sistema digestivo (retículo-rumen, omaso, abomaso e intestinos), hipocalcemia y trastornos metabólicos secundarios. También pueden destruir la principal fuente de alimento (las praderas) y contaminar el agua de bebida.
En general los efectos físicos de las cenizas que emanan de la erupción habitualmente predominan por sobre los efectos químicos de éstas. Entre las principales consecuencias físicas que afectan al ganado podemos mencionar la irritación de ojos y piel; dificultad respiratoria; abrasión de dientes y pezuñas; contaminación de vellones; y obstrucciones del tracto gastrointestinal, si cantidades importantes de cenizas son consumidas por los animales.
Asimismo, en el caso de las ovejas el mayor peso de las cenizas en la lana produce fatiga y junto con el menor consumo de alimentos genera dificultad en los animales para ponerse de pie. En tanto, los efectos tóxicos se deben fundamentalmente a la presencia de fluoruro, selenio y el azufre contenido en las cenizas. La toxicidad del fluoruro (fluorosis) es el problema más común reportado en situaciones similares a la que estamos viviendo hoy. Por otra parte, la alta concentración de azufre en las cenizas también puede inducir deficiencias de cobre y cobalto.
Las partículas de flúor generadas en el proceso eruptivo se adhieren a las partículas de cenizas que son muy finas, y representan una amenaza potencial para el ganado. Esto porque ellas constituyen una gran superficie en relación con su masa. Por lo mismo, estas pequeñas partículas pueden transportar grandes cantidades de flúor soluble a los forrajes. Por ejemplo, una fina capa de cenizas de sólo 1 mm de espesor puede contener cantidades potencialmente tóxicas de flúor que el ganado puede ingerir directamente desde la ceniza que consume junto al forraje.
Se considera tóxica cuando el consumo es > 100 µg/g en animales en pastoreo. Sin embargo, concentración menores puede causar enfermedades de mediano a largo plazo. El ganado bovino puede tolerar alrededor de 40 µg de Flúor/g y las ovejas hasta 60 µg de Flúor/g. Demasiado fluoruro convierte al ácido en los estómagos de los animales, lo que conduce a hemorragias en los intestinos. También se une con el calcio, por lo que los huesos se tornan frágiles y quebradizos incluso causando la caída de dientes.
Una cantidad limitada del flúor ingerido puede ser excretado rápidamente en la orina, y una gran parte se deposita en el esqueleto como fluorapatita. Por ello, la concentración de flúor de la sangre y los tejidos blandos es muy baja incluso en condiciones de ingesta de flúor relativamente tóxicos. Así, la concentración de flúor de los huesos proporciona un criterio definitivo en el diagnóstico de una toxicosis por flúor crónica.
¿Cuánto tarda?
Si grandes cantidades de flúor inorgánico son consumidas (es decir, algunos gramos) en un periodo corto de tiempo se puede desarrollar una intoxicación aguda en términos de minutos u horas. Los síntomas asociados con este tipo de intoxicación son locales afectando el tracto gastrointestinal (sed, vómitos, dolores abdominales, diarrea); y en parte resultado de la absorción, que causan espasmos dolorosos, debilidad, salivación excesiva, sudoración, disnea y pulso débil.
La muerte se atribuye principalmente a la parálisis respiratoria. Las autopsias de estos animales revelan una marcada gastroenteritis hemorrágica con una tendencia a la necrosis. La administración de cantidades tóxicas más pequeñas de fluoruros (alrededor de 6-14 mg por kilogramo de peso corporal al día) durante un período de varios días provoca una disminución inmediata en el apetito, la pérdida rápida de peso, una disminución de la salud y el vigor terminando en la muerte.
La toxicidad por fluoruro puede categorizarse: agudas (de corto plazo y exposición a altas concentraciones) y crónicas (a largo plazo y exposición a concentraciones más bajas).
Los síntomas agudos de fluorosis Incluyen:
- Caída sobre sus patas delanteras.
- Lesiones en la nariz y la boca.
- Caída del pelo alrededor de la boca.
- Trastornos nutricionales y relacionados con el estrés.
- Convulsiones, edema pulmonar, renal y cambios hepáticos.
- Problemas dentales que pueden causar crecimientos en los molares, haciendo la masticación difícil.
Síntomas de la fluorosis crónica incluyen:
- Desarrollo de los dientes con problemas en los animales jóvenes con erosión del esmalte y desgaste dental excesivo.
- Cojeras.
- Deformidad esquelética.
- Reducido el consumo de alimento y agua.
- Menor aumento de peso y producción de leche.
La Fluorosis crónica suele tardar semanas o meses en aparecer. Se recomienda buscar asesoramiento veterinario lo antes posible si se sospecha de fluorosis crónica.
Cuando existen niveles tóxicos de flúor en los pastos o forrajes es recomendable remover el ganado de esas pasturas hasta que la lluvia lave o lixivie el flúor de la cenizas.
En el caso del azufre la cantidad máxima tolerable es considerada en 0,40% de la dieta. La toxicidad aguda es caracterizada por intranquilidad, diarrea, espasmos musculares, disnea y en casos de prolongados la muerte. Por otra parte en concentraciones no letales puede causar inapetencia.
Otros factores a considerar
- Componentes de ceniza (contenido y tipo de minerales, vidrio volcánico (sílice)).
- La consistencia de la ceniza (tamaños de partículas, angulado vs. redondeado).
- Cantidad de lluvia inmediatamente después de la caída de las cenizas. Por ejemplo, la toxicidad se puede reducir por la lixiviación de flúor durante la lluvia y el lavado de las plantas moviendo las cenizas al suelo.
- Edad del ganado (los animales jóvenes corren más riesgo que los animales maduros).
- Carga animal y presión de pastoreo (los animales que pastoreo más a ras de suelo como las ovejas son más propensos a ser afectados por la caída de ceniza) y la carga animal.