El proyecto Fondef Desarrollo de sistemas de propagación para el escalamiento operacional de material genético de raulí, dirigido por el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh, Dr. Fernando Droppelmann, comenzó el año 2011 con la finalidad de masificar material genético de raulí de buena calidad y con el objeto de optimizar los procesos de propagación y certificación molecular de material genético de elite que permita escalar la producción masiva de plantas e incrementar la productividad de nuevas plantaciones de esta especie. La iniciativa, la cual se extenderá por 3 años, cuenta además con la participación del mandante, Conaf, y las empresas Masisa y Forestal Valdivia. El monto para la ejecución del proyecto es de $608.859.000, de los cuales $340.405.000 es aporte de Fondef y el resto de Conaf, UACh y empresas socias.
Especie nativa
“El raulí (Nothofagus alpina) es una especie nativa de gran valor. Posee el potencial para transformarse en una de las especies de mayor relevancia productiva forestal en el país, desde el punto de vista de la producción de madera”, explica Droppelmann. Su semillación cíclica, sin embargo, es su gran desventaja, “cada 5 ó 7 años existe oferta de semillas, la que luego desaparece, por lo que se hace muy complejo plantar en forma sostenida”, indica. En consecuencia, la investigación busca solucionar este problema propagando masivamente la especie.
El equipo de la UACh, compuesto por los investigadores Erika Pérez, Ana María Sabja, Rafael Coopmann y Ricardo Riegel, entre otros, trabaja 4 líneas de investigación: semillas, micro propagación, macro propagación y marcadores moleculares. “Un árbol se puede multiplicar de varias maneras, por lo que se está probando con estos procesos. Con la micro propagación de los brotes se rejuvenece el árbol, se hace enraizar en el laboratorio, luego se lleva al invernadero y se convierte en una planta madre. Sin embargo aún no sabemos con certeza si se obtiene un rejuvenecimiento pleno o no”, señala Droppelmann.
La propagación partió en abril del 2012, “se cortaron estacas a 1,4 y 8 centímetros de altura de material de origen semilla, luego éstas fueron llevadas a enraizar a un invernadero. Desde entonces se han estado cosechando sucesivamente desde el mes de octubre. Cada uno de éstos provee cerca de 4 estacas mensuales”, explica el docente. Cada planta llevada a enraizar tiene un número, “por lo que si tomas un tubete sabes de qué planta viene, por lo tanto tenemos una planta clonada”, señala. “Luego de unos 30 días de instaladas las estacas pasan al invernadero de policarbonato. Ésta es la época más inestable y riesgosa”, señala la Técnico Forestal Angélica Tocol, encargada de este proceso, “más tarde son trasladadas al invernadero tradicional. Las plantas que tienen raíces se encuentran activas por lo que están en condiciones de salir del invernadero”, indica Tocol. Además son seleccionadas por tipo de origen de la planta y luego por tamaño. Del material instalado en abril el porcentaje de plantas existentes hoy
corresponde a más del 80%. “Es decir, sobre el 80% de las estacas se convierten en plantas plantables”, explica Droppelmann.
Por otro lado, el encargado del Programa de Mejoramiento Genético de la región e ingeniero forestal de Conaf German Clasing, indica que “como Conaf nos interesa que los beneficiarios de este proyecto sean los propietarios que se dedican a plantar especies nativas, y puedan disponer de plantas de calidad, mejoradas genéticamente, para así obtener un bosque con una rotación más corta y con un aumento en la calidad y el volumen”. De esta forma los resultados del proyecto serán públicos, por lo que podrán ser utilizados por cualquier empresa productora de plantas, viveros, etc.