IDENTIDAD Y ROL PÚBLICO DE LA UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE
Más allá de las necesarias formalidades quiero hablar desde la voz de la comunidad que en este momento tengo el privilegio de representar: la Universidad Austral de Chile. Se trata de una voz madura y plena de vitalidad, una voz que se aproxima a cumplir 60 años, convertida gracias al esfuerzo de sucesivas generaciones en una de las universidades más importantes del país, y en un ejemplo de servicio público y de descentralización educacional, cultural y científica. Este momento nos encuentra, además, despidiendo a nuestro rector fundador y preparándonos para enfrentar una coyuntura histórica en materia de educación superior, que tensiona pero, al mismo tiempo, nos da la oportunidad de re-visitar lo mejor de nuestra historia y de nuestra identidad.
Por ello he creído conveniente centrar estas palabras en la identidad y rol público de la Universidad Austral de Chile, a partir de aquellas ideas que hemos recogido en los últimos meses y que se sistematizan en un conjunto de propuestas que aspiramos a debatir y construir con la comunidad universitaria en estos próximos cuatro años.
Desde su creación en 1954, la Universidad Austral de Chile ha cumplido un innegable rol público, resultado de la alianza entre una comunidad universitaria vigorosa, la sociedad regional y el Estado. ¿Sería explicable la Región de los Ríos y el sur austral como hoy lo conocemos sin el aporte de esta Universidad? sería igual el país? Pero nada de ello hubiera sido posible si no hubiese existido un acuerdo social para impulsar a la Universidad Austral de Chile, como la responsable durante décadas de la educación superior en esta geografía, en este sur “coronado con lentos árboles y rocío”, donde la sombra de la cola del continente moja el gran archipiélago, como imaginó Neruda.
En nuestro país, el eje del sistema público de educación superior, al menos desde 1954, ha estado fundado en las universidades que constituyen el Consejo de Rectores de Universidades Chilenas. Ese año se crea este organismo y el sistema de financiamiento público de las universidades estatales y no estatales, simultáneamente se funda también la UACh como la institución de educación superior para la zona sur austral del país.
Cuando el estado llegaba débilmente o simplemente no llegaba hasta las regiones periféricas, las comunidades más fuertes, como la valdiviana, debieron organizarse para traer educación superior. La creación de corporaciones estrictamente dedicadas a la educación, la ciencia y el arte, fue una respuesta descentralizadora. Nosotros sentimos orgullo de ese impulso fundacional, porque no sólo somos parte de un proyecto educacional, sino también parte de una iniciativa regional descentralizadora. Por ello invitamos a nuestras autoridades públicas nacionales a visitar estas historias locales para los diseños globales, para pensar en la democratización del conocimiento y para impulsar desarrollos territoriales más equilibrados y más equitativos. Necesitamos de una racionalidad política profundamente humanista, que cree y confíe en las capacidades de las comunidades regionales organizadas.
El país vive un momento singular en materia de educación y, en especial, de educación superior. Y es bueno que así sea. Costó que se escuchara nuestra voz, la de estudiantes, académicos y trabajadores universitarios que dijimos, en diversos momentos, que el modelo vigente caminaba hacia una crisis educacional, institucional y económica.
Es evidente que aún hace falta una auténtica discusión nacional sobre el sistema universitario, el que se mantiene anclado en las disposiciones heredadas de la reforma de 1981 y en las de marzo de 1990. La Ley General de Educación del 2009 nada nuevo incorporó sobre educación superior y sigue pendiente discusión y legislación sobre la materia. La lógica del mercado, la competencia y el autofinanciamiento siguen instalados en el sistema de educación superior, lo que ha provocado segregación, inequidad en el acceso, falta de regulación y profundos problemas de financiamiento y calidad.
Esta situación amenaza y tensiona al Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCh) y afecta la misión y autonomía de las universidades en general. De ahí que las demandas de la sociedad, se hayan centrado en la exigencia de un sistema que fortalezca su carácter público, avance hacia la gratuidad y se defina por su orientación a la calidad.
El Estado debe asumir la responsabilidad de definir con claridad un modelo de educación superior socialmente compartido, resolviendo aspectos tan esenciales como la misión y el rol de las universidades; normas adecuadas para las universidades públicas estatales y no estatales, así como para las instituciones privadas no pertenecientes al Consejo de Rectores; mecanismos claros de asignación de recursos, de aseguramiento de la calidad; un adecuado marco de cualificaciones, títulos y grados; normas claras respecto al sistema de gobierno corporativo que contemple la participación de la comunidad universitaria y de la sociedad, entre otras materias.
Nuestra posición es que se debe impulsar un real fortalecimiento del sistema de educación superior, otorgando condiciones equitativas y justas a las instituciones, a las que el país ha reconocido históricamente su función de promotoras de la educación pública. Desatender una universidad como la nuestra, por ejemplo, significaría afectar seriamente la calidad del sistema universitario, la equidad de acceso a educación de calidad de miles de estudiantes, así como las oportunidades de descentralización de la ciencia y la cultura, para un desarrollo territorial equilibrado. Y estoy seguro que ninguna autoridad política responsable cometerá ese descuido.
Nuestra Universidad, a su vez, debe ser protagónica en la idea de avanzar en el fortalecimiento del sistema de educación superior público, porque un sistema más vigoroso nos permitirá también contar con mejores socios y aliados; así como en impulsar progresivamente el proyecto de gratuidad en la educación superior y en generar un sistema que dé iguales oportunidades de acceso al derecho a educación de calidad de los estudiantes.
Nuestra universidad es una institución regional al servicio de la sociedad en su conjunto, laica y humanista, ideológicamente pluralista, respetuosa de la diversidad y comprometida con la sustentabilidad social y ambiental, y siempre hemos estado y estaremos disponibles para impulsar las iniciativas que el país necesite en materia de educación superior en el sur austral de Chile, sea en la Región de los Ríos, los Lagos o la Región de Aysén, porque esa ha sido y ésa será nuestra historia y nuestra identidad.
NUESTRO PROYECTO ACADEMICO PARA LOS PROXIMOS AÑOS
Ahora bien, pensar una institución al servicio de lo público en el escenario actual, supone también revisar nuestro proyecto académico para adecuarlo a nuevos escenarios y fortalecer su contribución social.
La docencia en todos sus niveles, desde el ciclo básico hasta el doctorado, es una fuente de oportunidades, de crecimiento, de consolidación de nuestra investigación y de nuestra vinculación con la sociedad. Debemos fortalecer institucionalmente la idea de que todas las actividades académicas (docencia, investigación y extensión) contribuyen al fin último de la Universidad: el desarrollo del conocimiento y con ello, la formación de personas y profesionales integrales para el bienestar social.
No pienso como aquellos que piensan que los estudiantes son aves de paso. El estudiante debe ser el principio y el fin de la actividad universitaria. Por ello debemos centrar nuestro trabajo en la formación académica y profesional, a nivel de pregrado y postgrado. Es un evidente consenso de nuestra comunidad la necesidad de fortalecer y valorar la docencia en todos sus niveles, generando las políticas, los marcos normativos y los recursos para lograrlo. Es ésta una materia sobre la que hay un solo discurso.
Pregrado, postgrado y educación continua son parte de un todo y, por ende, el desarrollo científico y tecnológico está estrechamente vinculado a la capacidad de las sociedades para incrementar los niveles de formación de sus ciudadanos. Nuestra Universidad es hoy una institución reconocida por sus programas de doctorado, magíster y especialidades médicas. No obstante, tenemos la responsabilidad de avanzar y crecer aceleradamente hasta lograr que al menos el 10% de nuestros estudiantes se encuentren en programas de postgrado, además de una proporción similar en programas de postítulo.
En el ámbito de la INVESTIGACIÓN debemos generar condiciones para estimular la investigación y la innovación en aquellas áreas en que poseemos fortalezas comparativas, pero sin descuidar la necesidad de atender los requerimientos de una institución compleja en todas sus áreas. Debemos hacer un esfuerzo por reconocer la diversidad de formas de creatividad y productividad que la propia naturaleza de las disciplinas define, siempre con altos estándares de calidad. Si logramos desarrollos equilibrados del conocimiento en las distintas áreas del saber será más factible incrementar los núcleos de investigación y postgrado interdisciplinarios.
Es necesario articular de manera sistémica la investigación con el postgrado, en especial a nivel de doctorado, alineando la composición disciplinaria de los programas con las necesidades prioritarias institucionales, regionales y nacionales, fortaleciendo el rol formador de los estudios avanzados. Para ello debemos discutir la actual estructura de gestión universitaria para tareas fuertemente vinculadas, como la investigación, la innovación y el postgrado, con el propósito de articular sus funciones y fortalecer sus capacidades. En este contexto, una nueva Vicerrectoría que gestione coordinadamente estos tres aspectos constituirá un avance sustancial.
Pero para asegurar un sentido efectivo de nuestras actividades académicas, debemos mirar con nuevos ojos nuestra VINCULACIÓN CON LA COMUNIDAD, atributo de aquellas instituciones que por su rol público contribuyen al crecimiento de las comunidades en que se insertan. Universidades como la nuestra han surgido con un fuerte acento regional. Su contribución al desarrollo territorial ha sido innegable. En un contexto de globalización y mundialización debemos potenciar nuestro aporte regional. Nuestras comunidades exigen de la Universidad mayor articulación y contribución a la solución de los problemas locales. Tenemos que generar condiciones para que nuestra Universidad sea un centro de referencia de estudios regionales: políticas públicas, educación, salud, interculturalidad, ruralidad, sustentabilidad, desarrollo urbano y territorial, deben ser materias fundamentales de nuestro quehacer.
Por ello buscaremos impulsar una relación fluida con los gobiernos regionales en las zonas donde nuestra Universidad tiene presencia, con nuevas metas y propósitos de cooperación y beneficio mutuo. Para ello impulsaremos los Estudios Regionales, un Centro de Extensión Cultural y Científico, la editorial Universitaria Austral y programas de vinculación comunitaria, orientados a la solución de problemas locales, en el marco de convenios estables de colaboración con instituciones públicas y de la sociedad civil.
Una mirada a nuestra organización nos dice que la Universidad ha avanzado de manera sostenida gracias al esfuerzo de su comunidad. Pero para ser justos con este esfuerzo debemos continuar avanzando en procesos de modernización y cambio organizacional, adecuando las estructuras de gestión a las necesidades de articulación, transversalidad, interdisciplinariedad y eficiencia académica, económica y administrativa.
Para ello debemos trabajar con nuestros cuerpos colegiados un gran programa de inversiones que permita incrementar nuestras capacidades académicas para el conocimiento y la formación integral de nuestros estudiantes. Tenemos compromisos de modernización de infraestructura y equipamiento para las actividades académicas, los servicios estudiantiles y deportes; los sistemas de información y comunicación corporativos, y los estándares de sustentabilidad y amabilidad de nuestros campus.
Es desafío prioritario de la corporación en los próximos años, evaluar un nuevo plan de renovación y fortalecimiento de la planta académica y administrativa, asegurando y optimizando la sustentabilidad y crecimiento académico de la institución.
Otro aspecto ineludible es consensuar el modelo de gestión y consolidación de la Sede Puerto Montt y de los campus Osorno y Patagonia. Debemos incrementar las actividades, fortalecer la planta académica, la productividad científica y los programas de postgrado.
Es, asimismo, tarea fundamental de nuestra Universidad fortalecer la participación de todos los estamentos de la comunidad universitaria en la gestión institucional, contribuyendo a generar un clima organizacional de compromiso y metas compartidas. Contribuir a generar responsablemente mejores condiciones de trabajo y vida de todos los integrantes de la comunidad universitaria, es parte de nuestro proyecto de cohesión institucional y de sueños compartidos. Para ello debemos avanzar en el perfeccionamiento permanente de la carrera académica y de la carrera funcionaria y de los incentivos asociados. Pero fundamental en esta dirección es fortalecer el clima organizacional. Para ello evaluaremos periódicamente nuestras actividades en los ámbitos académico, económico, social y medioambiental. Asimismo nos parece prioritario instalar institucionalidad que contribuya a fortalecer las relaciones de confianza y pertenencia de todos los integrantes de la comunidad. En la misma dirección es relevante impulsar programas transversales e inter estamentales de buen trato, equidad de género, interculturalidad, inclusión y responsabilidad social. Todo ello debe ser parte de un gran programa de fortalecimiento de nuestra identidad institucional, por medio de acciones que destaquen el rico patrimonio natural, histórico y cultural de la Universidad.
Para finalizar
Estimados amigos, somos parte de una historia que ha recibido las lluvias del sur, la cooperación generosa de los amigos, el diálogo estimulante de nuestros mejores maestros, la melodía melancólica de nuestro otoño y la luz vibrante de las primaveras sureñas, las canciones y poemas, las imágenes y formas, que nos han dejado nuestros poetas, artistas y creadores, todo ello forma parte de nuestra vigorosa identidad. Los desafíos que tenemos son muchos, por ello necesitamos una ardiente paciencia y un profundo compromiso de unidad.
Posiblemente no seremos nunca lo que hemos pensado si primero no somos capaces de dotarnos de aspiraciones y proyectos compartidos, desde nuestra necesaria y obligatoria diversidad. Para ello debemos poner en el centro del debate el respeto y cuidado por el otro, sea estudiante, académico, funcionario, ex alumno o socio: Porque todos somos Universidad.
Agradezco sinceramente a los colegas que me acompañarán en el gobierno universitario, su generosidad probada con la universidad me compromete personalmente, pero más me compromete el apoyo generoso de la comunidad que he sentido en estos años, la opinión firme de quienes piensan distinto, pero respetan y cuidan la Universidad y la condición de todo universitario.
Nuestro reconocimiento también para el equipo de gestión que encabezara el Dr. Víctor Cubillos, a los colegas y amigos que han entregado esfuerzo y compromiso por dejarnos un mejor lugar para habitar.
Finalizo estas palabras agradeciendo a los estudiantes, a aquellos que fueron mis compañeros de estudio en el pasado y a los estudiantes de hoy, de todos ellos he aprendido el compromiso con una mejor sociedad, que es el sueño persistente, como la lluvia de la selva valdiviana, de la Universidad Austral de Chile y el de toda verdadera Universidad.
Un abrazo afectuoso