Discurso de odio es un viejo protagonista de la discusión social. La clasificación más básica dice relación con discursos de odio contra migrantes, mujeres, religiones, etnias y diversidades sexuales. Esa clasificación, de UNESCO, es parte de La Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas para la Lucha contra el Discurso del Odio. Hoy los canales y los modos digitales parecen renovar y reforzar el odio al otro “minoritario”.
A través de un proyecto Fondecyt desarrollado desde la UACh en Valdivia buscamos comprender el funcionamiento cross-plataforma de los discursos de odio producidos y puestos en circulación en las redes sociales en Chile a partir de las tendencias informativas más relevantes entre 2015 y 2023. Los discursos de odio parecen crearse e incubarse en algunas cuentas y plataformas y una vez que -muy rápidamente- maduran en su odiosidad, pasan de una red social a otra y se viralizan. Todo esto deja de ser una anécdota en una sociedad que reconoce que cada vez más se informa por redes sociales (Reuters 2024).
Una de las preocupaciones de fondo para nuestro proyecto se relaciona con los perjuicios causados por los discursos de odio que se distribuyen de manera desigual en la población en general, siendo los grupos minoritarios los más afectados. De acuerdo con Gelber & McNamara (2016), se generan de perjuicios acumulativos para quienes sufren los discursos de odio.
Para abordar este fenómeno es fundamental la educación ciudadana, ya que no se puede resolver con simple censura. Lo que puede hacer un mecanismo edu-comunicativo es alertar críticamente.
En ese sentido, hay que ofrecer oportunidades de reflexionar y de desarrollar pensamiento crítico en torno a estas problemáticas que, en definitiva, pueden producir efectos bien graves, pueden alterar el camino de las sociedades y terminar orientando elecciones o produciendo situaciones bastante negativas.