¿Cuáles son las acciones que Ud. visualiza como metas después de haber asumido la dirección del Doctorado?
El mejor objetivo que se puede tener es consolidar este programa como uno de los más potentes de Chile y ser reconocido desde el exterior. A mi manera de ver, las humanidades en la UACh son todavía locales. Creo que hay que mirar el mundo entero desde aquí, y que el mundo entero, o que por lo menos algunas partes de él nos vean como una alternativa seria. Como escenario de esta práctica debemos situarnos sobre lo latinoamericano, ya que nosotros estamos acá, y lo continental latinoamericano suele quedar en un segundo plano, como si fuera una tierra de segundo orden. En lo inmediato, desde el punto jurídico interno, estamos en la etapa de materializar las transformaciones del doctorado: su paso de trimestre a semestre, la modificación de la malla, que tendrá una dinámica distinta, y la consolidación interna del programa. Además, hay que aumentar el número de profesores. Aunque hay bastantes, se debe tener un staff creciente para que los múltiples conocimientos puedan circular. Ésta es una tarea que visualizo a mediano y corto plazo.
Respecto esta nueva situación, ¿la nueva malla también incorporaría nuevas asignaturas?
Las asignaturas obligatorias son esencialmente las mismas que el programa tenía hasta ahora, aunque distribuidas de manera distinta, con más tiempo para trabajar en profundidad aquellos temas que nosotros consideramos cruciales para el piso disciplinario mínimo que un programa de doctorado tendría que tener. El resto de las asignaturas son optativas, y aquí lo importante es que haya una oferta de materias electivas variada y buena y que también alcance a programas de magíster cuando sea posible.
A propósito del Magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea -que Ud. también dirigió-, cómo instala las diferencias y exigencias entre éste y el Doctorado?
El doctorado es el programa de máxima exigencia, ya que se espera que los estudiantes en su etapa de tesis puedan situarse en las fronteras disciplinarias de sus propios campos. Eso marca una diferencia de magnitud en relación con los programas de magíster, donde no se espera que se llegue tan lejos, sino que se adquieran ciertas habilidades fundamentales para la elaboración de un pensamiento y una propuesta propia. En un doctorado eso es un requisito sine qua non y ojalá llevado a los puntos máximos. Por supuesto que no siempre se consigue. Por eso mismo el doctorado implica un grado de responsabilidad mayor, no sólo para quien lo dirige, sino para quienes hacen clases y para los propios alumnos que sienten que están en un piso superior de su formación, y de su aporte propio. Los estudiantes deben aportar y no sólo estudiar lo que los profesores les mandan. Yo soy de la idea que un buen estudiante de doctorado tiene que superar a sus maestros. Eso implica ciertos compromisos institucionales que son un poco más fuertes, más vigilantes sobre estos programas, porque de algún modo son vistos como locomotoras académicas.
Retomando la importancia de la internacionalización del programa y la salida hacia el exterior, ¿cuáles son los vínculos que existen con universidades extranjeras?
Este año hemos tenido contacto con instituciones con las cuales no habíamos tenido contacto antes: la Universidad de Washington, el Colegio de México. Puede ser que algunos vínculos no prosperen, suele ocurrir; porque esto funciona con los intereses de la gente de allá y acá. Un paso clave es saber lo que la gente está haciendo en otros lugares. El otro camino –que es más largo- es el de la visibilización por el trabajo intelectual. Producir cosas que sean del interés de otras personas en otros lugares. Producir una tesis, publicarla por medios electrónicos u otros. Debería tenerse en línea las investigaciones que se van generando. Congresos, seminarios, en fin. Vivimos lejos del mundo. Estamos en el sur del continente y eso es una desventaja. Salir en términos de viajes es caro. A los propios estudiantes les cuesta mucho salir de acá. Si ya es complicado financiar los estudios, con mayor razón es difícil viajar y vivir en otro país (no me refiero, por cierto, a asistencia a congresos), salvo que se encuentren con apoyos financieros que les permitan resolverlo en buenas condiciones. Lamentablemente esos apoyos, para efectos de estadía prolongadas, rara vez provienen de la institución local, por lo tanto hay que conseguirlo en otros lugares, apelando a instituciones que no son la Universidad.
Justamente en relación a la contingencia nacional, ¿cómo visualiza el problema del financiamiento para quienes participan del programa?
Lo que sucede es que existe este problema de base, que hasta el momento es insoluble en Chile, porque es un problema político: la educación en Chile es pagada, y no es barata. Todos los alumnos, pregrado y postgrado, se ven impelidos a pagar de una manera u otra, y si bien a nivel de pregrado existe un sistema nacional de becas y créditos, de todos modos las familias terminan haciendo enormes esfuerzos financieros (las becas no son para todos, ni tampoco cubren todos los costos). A nivel de postgrado, las becas igualmente son limitadas, sobre todo para magister. Las propias familias no pueden seguir pagando los costos de los estudios avanzados, porque seguramente han costeado ya los de pregrado, y muchos estudiantes terminan sus estudios profesionales ya muy endeudados. Por otro lado, si bien la universidad hace un esfuerzo no menor en términos de apoyar a los estudiantes de postgrado con becas parciales, tampoco puede dar gratuidad a este tipo de programas, porque a los profesores hay que pagarles sus sueldos. Entonces se está atrapado en una máquina bastante perversa. Urge pues una modificación estructural que no sólo tenga que ver con las políticas internas de la facultad o la universidad, sino con una política nacional que realmente favorezca los estudios avanzados más allá de las becas y fondos concursables que existen actualmente.
Considerando que el doctorado posee un centro netamente humano, ¿cómo se promueve y se realiza justamente la humanidad en un tiempo en que estamos siendo absorbidos por un sistema que nos obliga a trabajar, a competir y a tecnologizarnos, aparentemente perdiendo los vínculos?
El Doctorado es en Ciencias Humanas, y tiene una mención específica: Discurso y Cultura. Se trata de un horizonte de trabajo bastante amplio en el cual se incorporan materias que van desde los estudios literarios duros hasta lo histórico y lo educacional pasando por mezclas de ciencias sociales con estudios semióticos. De modo que en ese ámbito hay un campo amplio que tiene ventajas y desventajas. La desventaja es que siempre se está en riesgo de dispersión; pero la ventaja es que por ser amplio es muy variado. En relación con tu pregunta, yo diría que lo que tratamos de resguardar es que los estudios doctorales sean teorico-críticos sin que eso necesariamente sea incompatible con formas aplicadas de trabajo. Pero sí estamos desechando determinadas propuestas que van en la línea de la instrumentalización excluyente del saber: estudios muy puntuales con el fin de ser aplicados puntualmente para conseguir resultados puntualmente previstos, porque nos ha parecido que no es ése el tipo de doctorado que queremos acá. Habrá otras instituciones que consideren en sus programas ese tipo de estudios pragmáticos orientados a la adquisición de habilidades muy acotadas para fines también muy específicos. Aquí generamos un espacio donde no sabemos siempre para qué sirve lo que hacemos, pero yo creo que de eso se trata. Es una apuesta que desde luego tiene sus dificultades para ser sostenida, porque la presión del medio es que los programas tengan una orientación específica, que las investigaciones vayan mano a mano con el desarrollo; y eso quiere decir, en el contexto de hoy, un vínculo estrecho entre conocimiento investigativo y desarrollo empresarial en última instancia. Yo no estoy en contra de que eso ocurra, sino que hay que resguardar en alguna parte del campo epistemológico un tipo de conocimiento que no deba estar supeditado a priori a estas exigencias. Me parece que este programa lo hace, lo puede hacer, y lo va a tener que hacer.