Las lluvias durante este período no han sido suficientes para paliar la carencia de agua en el suelo. La sequía, acompañada de las altas temperaturas que la zona sur ha tenido desde el verano, han provocado un efecto negativo evidente sobre el crecimiento de las praderas, repercutiendo en la cantidad y calidad de pradera disponible para el ganado.
El Dr. Ignacio López, del Instituto de Producción Animal (IPA) de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile (UACh) es uno de los investigadores especialistas en praderas del IPA, indica que el suministro actual de agua desde el suelo es menos que el mínimo requerido para una sobrevivencia normal de la pradera, tal como se he medido en el proyecto bajo su dirección, FONDECYT 1130795 Mejoramiento sustentable de praderas degradadas en el Sur de Chile.
Esta investigación se desarrolla bajo pastoreo ovino en la Estación Experimental Agropecuaria Austral (EEAA) de la Universidad Austral de Chile (UACh).
“Desde el 2013 que con el Dr. José Dörner hemos estado monitoreando la disponibilidad de agua en el suelo a través de sensores ubicados a diferentes profundidades en el perfil del suelo y las últimas mediciones, a finales de febrero, indican que a los 60 centímetros de profundidad el suelo se encontraba en el punto de marchitez permanente”, explica.
Esto significa, según informa el Profesor López, “que la fuerza con que el agua es retenida por el suelo es mayor que la ejercida por las raíces para incorporarla a la planta, entonces en este punto ya no hay agua disponible para las plantas. La sobrevivencia de las plantas pasa a estar estrechamente ligada a la cantidad de reservas que posea, y si éstas se agotan antes de que llueva éstas morirán. Las especies de raíces superficiales, como es la ballica inglesa, tienen una probabilidad mayor de morir que las de raíces profundas, como el bromo”.
Es así que en la Estación Experimental Agropecuaria Austral (EEAA) de la UACh, ubicada en Cabo Blanco en Valdivia, se instalaron sensores para medir el contenido volumétrico de agua en el suelo, como informa el Dr. José Dörner del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de esta Universidad quien participa también del mencionado proyecto Fondecyt.
“Tenemos registros de agua, y temperatura de suelo en distintas profundidades en diferentes tipos de praderas expuestas a distintos sistemas de mejoramiento. Hemos observado que debido a la sequía agrícola que se vive desde diciembre a la fecha el contenido volumétrico de agua es tan bajo que la poca agua existente en el suelo no puede ser aprovechada por las plantas”, expresa el Profesor Dörner, Director del Centro de Investigación en Suelos Volcánicos (CISVo)
Subraya que los valores del contenido volumétrico del agua en este momento, son menores al 15% a los 5 centímetros, el valor normal para que las plantas aprovechen el agua en el suelo estudiado es de al menos un 40%.
En las condiciones actuales –agrega Dörner- “las plantas no pueden aprovechar el agua, porque es retenida con una gran tensión por los poros del suelo. El tiempo de recuperación del suelo será más lento que lo deseado, los suelos derivados de cenizas volcánicos de esta zona, presentan resistencia a la humectación cuando alcanzan contenido de agua tan bajos como los que tienen en este momento. Por lo tanto, cuando comience a llover, pasarán algunos días antes que el agua llegue al menos a 60 cm de profundidad”.
“Hace ya más de un mes en que el suelo no tiene la capacidad para satisfacer los requerimientos hídricos de las plantas. Si no llueve es probable que el rebrote se retrasará y eso generará aún más problemas para la alimentación del ganado”, indica el Director del CISVo.
Especies con raíces profundas y superficiales
El Dr. López sostiene que un punto importante para enfrentar la sequía es la profundidad de las raíces. Así especies con raíces más profundas pueden obtener agua de mayores profundidades. Entre estas especies están normalmente el pasto ovillo, el bromo (Bromus valdivianus), que es nativo de la zona sur, y la festuca (Festuca arundinacea).
Asimismo, se debe tener en cuenta que es común en las praderas del sur de nuestro país encontrar especies de raíces superficiales, como la ballica inglesa y el trébol blanco. “Cuando tenemos praderas dominadas por estas dos especies es muy probable que bajo este tipo de sequía muera en un porcentaje alto de ellas. Aunque el trébol blanco, guarda reservas en los estolones, lo que aumenta su probabilidad de sobrevivencia. Si las reservas no se agotan durante el periodo de sequía y llueve, dicha planta sobrevive, de lo contrario muere”, comenta.
Otra especie que es probable que sobreviva a este tipo de sequía es la festuca, pero la cantidad de festuca que existe en esta zona del país es baja. De igual modo, ocurre con el pasto ovillo.
El bromo valdiviano es de raíz profundizadora y es capaz de producir tanta materia seca como una ballica inglesa y con excelente calidad. Su raíz le confiere una ventaja en crecimiento y sobrevivencia frente a otras especies de la pradera, siempre y cuando el déficit hídrico durante el verano sea normal. “En veranos tan secos como el recién pasado, no sabemos cuál será la sobrevivencia de las diferentes especies pratenses. Esto se está evaluando durante el presente otoño y tendremos los resultados una vez comenzadas las lluvias y venga el rebrote de la pradera”, sostiene el investigador.
El académico recuerda que entre noviembre del 2007 y abril del 2008 hubo una sequía severa con similares consecuencias a la está ocurriendo hoy, y que comenzó a llover a fines de abril e inicios de mayo. Resultado de ello es que el crecimiento de la pradera durante el otoño fue bajo. “Si eso ocurre ahora, los problemas para alimentar el ganado serán bastante agudos durante el invierno, en especial si se tuvo que usar en el verano parte del alimento conservado, ensilaje o heno, destinado para el invierno”, indica.
Para el especialista, otro punto que hace que la situación sea bastante complicada se relaciona con la altura de residuo con el que han quedado las praderas. “El bajo crecimiento de las praderas en el verano y la premura de alimentar al ganado, puede haber llevado al sobrepastoreo de las praderas, es decir, praderas con alturas residuales menores a 5 cm. Mientras menor es la altura residual, menor es la cantidad de reservas que determinarán la sobrevivencia de las plantas en la pradera. Alturas residuales para el verano debieran estar en los 8 cm. Parte de las consecuencias del sobrepastoreo se ven durante el rebrote otoñal”, finaliza.