El 1° de junio de 2016 entró en vigencia la Ley N° 20.920 y en este mes de junio de 2017 debería hacerlo su reglamentación que establece el marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y el Fomento al Reciclaje, y con ella una serie de obligaciones donde la mayor parece atribuirse a los productores, tanto así que también se le conoce como «Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP)».
Con esta normativa aceites lubricantes, aparatos electrónicos, baterías, diarios, envases, embalajes, pilas, revistas, medicamentos, neumáticos, vehículos y plaguicidas, deberán retornar a las industrias donde se fabricaron o a las bodegas donde comenzó su distribución.
¿Pero es aquel que produce sólo el único o mayor responsable? La Ley llama a cada uno de los chilenos a reducir el consumo y a comprar lo realmente necesario para generar menos residuos. Cambiar los hábitos que nos empinan como uno de los países de Latinoamérica con las tasas de generación de residuos más altas, llegando casi a 17 millones de toneladas al año, bajaría la presión de los ya colapsados vertederos.
En Abril la UACh junto a otras 13 Instituciones de Educación Superior (IES) certificaron el Acuerdo de Producción Limpia Campus Sustentable que implicó intervenir los ámbitos del quehacer universitario de docencia, investigación, vinculación con el medio y gestión de campus. En este último se abordó el manejo de residuos, consiguiendo, durante 3 años, recuperar 230 toneladas de residuos sólidos para reciclaje entre las IES participantes, de las cuales un 84% corresponde a materiales recuperados en la UACh.
Esta experiencia confirma que los campus universitarios son un escenario propicio para demostrar que el reciclaje es posible, y no sólo porque exista un sistema de manejo de residuos y puntos limpios, sino porque existe la voluntad de mantener este sistema, como parte de la formación de los jóvenes.
Hablando de manejar residuos, los desafíos para las aulas universitarias comprometidas con la sustentabilidad, deben apuntar a generar instancias formales y no formales que aborden las múltiples dimensiones del viciado sistema «comprar-botar-comprar», instando a los estudiantes a encontrar con creatividad alternativas a productos mal diseñados, al uso de materiales sintéticos no degradables y a artefactos con obsolescencia programada, entre otros que hoy agudizan los ya graves problemas socio-ambientales.
LEER COLUMNA EN EL DIARIO AUSTRAL REGIÓN DE LOS RÍOS