La Escuela de Trabajo Social de la Sede Puerto Montt de la Universidad Austral de Chile desarrolló el proyecto Ciudadanos del Aire: “Mi historia, pa´ qué te cuento!!!», iniciativa financiada por el Concurso de Proyectos de Vinculación en Arte, Cultura y Patrimonio UACh Sede Puerto Montt año 2022. El equipo estuvo conformado por la directora del proyecto, académica Carla Fierro Retamal, la co-directora Alejandra Cantin y la facilitadora de los talleres Andrea González Mendoza -la trabajadora social-. Los beneficiarios del proyecto fueron 15 niños y niñas entre los 7 y los 12 años, migrantes integrantes del Campamento Dignidad del sector de Francke, frente a la población Carlos Follert de la comuna de Osorno.
El sábado 6 de mayo fue la actividad de cierre del proyecto que contempló la realización de cuatro talleres orientados a construir un espacio de promoción del arte y cultura, derechos de la infancia, identidad e integración en sus nuevas comunidades. La actividad inició con la presentación de los cuentos y premiación de las futuras promesas literarias de tres cuentos ganadores, los cuales fueron elegidos democráticamente en las sesiones anteriores y luego se premió a todos los niños y niñas por su participación y asistencia. Finalmente, hubo una instancia de convivencia con una payasita y una cuenta cuentos. La directora del proyecto Carla Fierro señaló que “fue una jornada bien emotiva y entretenida para los y las niñas, la directiva estaba muy agradecida por todo el trabajo realizado y los papás estaban muy contentos”.
Balance y objetivos alcanzados
Durante la actividad final se dieron a conocer los cuentos que reflejan historias vinculadas a la comunidad de niños que viven en un campamento con población migrante en condiciones de vulnerabilidad, relatos que gracias a este proyecto pudieron ser compilados y luego plasmados en estos cuentos ilustrados. La directora Carla Fierro destacó que “fue una experiencia muy gratificante no solo para nosotros como Universidad sino que para ellos y ellas ya que logramos instalar capacidades y habilidades en torno a sus propias trayectorias migrantes para fortalecer factores protectores, emocionales y de salud mental mediante la escritura y los pinta cuentos”.
En ese contexto, la docente valoró el uso de herramientas de programación neurolingüística, metodología que contempla este proyecto y mediante la cual el equipo logró mediar una resignificación en las historias de vida de los niños y niñas. “Logramos rescatar estas historias como herramientas concretas de la programación neurolingüística donde el proyecto también estaba enfocado, sumado el arte y al rescate del patrimonio cultural, lo cual ayuda a los niños a resignificar sus historias, a rescatar sus raíces interculturales, a fortalecer su autoestima y potenciar la convivencia al interior de la comunidad”.
Cuentos ilustrados
Algunos de los cuentos que nacen en torno a la experiencia se titulan “ Historia de mi campamento”, “El Castillo Amarillo”, “Briana”, “Gato Tom”, “El gato del jardín final” y “No al Bullying”. Son relatos en los que los y las niñas dieron espacio a su imaginación y en los cuales se observa mucha emotividad. Están narrados en base a sus expectativas y aspiraciones, las cuales no están vinculadas solo a un aspecto material, si no en el cómo ellos y ellas ven la vida desde su propio espacio geográfico.
Andrea González Mendoza, trabajadora social y facilitadora del proyecto, dijo estar agradecida de la experiencia. “Trabajar con niños me llena el alma porque siento que es tirar semillas a tierra fértil. Hay tanto por hacer en la infancia que lo que uno aporte, aunque se vea poquito, es netamente gratificante y sé que va a haber germinación en esos pequeños y pequeñas con los cuales nos tocó trabajar”.
En cuanto a la realidad y vulnerabilidad que hoy enfrenta la infancia en el contexto de población migrante viviendo en campamentos, la facilitadora comentó que “si bien es cierto que la materialidad de las viviendas hoy es diferente, hay días en los que no tienen luz o agua, no cuentan con un área verde donde jugar, el entorno está sucio porque hay gente que bebe y tira la basura por todos lados, el fin de semana hacen fiesta por todos lados, ni hablar del narcotráfico o presencia de drogas. Entonces es un entorno bastante vulnerable, la gente pasa sus días encerrados y no tienen mayor vínculo. No se conocen y esa es una de las cosas que los niños también sacaron a la luz. Enfrentamos las emociones de ser migrantes, vivir en el campamento y sus miedos”.
Andrea mencionó que uno de los principales alcances de este proyecto es el haber generado un espacio para que los niños y niñas imaginen sus futuros. “Una de las cosas que me llamó la atención es que al responder las primeras preguntas de los talleres identificamos que los niños no tenían sueños. En cambio ahora cuando tú les preguntas ya piensan en otras cosas, quieren ser veterinarios, médicos y esas cosas nacen de toda la actividad que se les hizo”. Asimismo, agradeció la participación de los padres y de la junta de vecinos. «Si bien es cierto son pocos los que fueron al taller, hubo un grupo importantes de papás que asistieron y nos acompañó. Además, tengo que destacar el apoyo de la directiva del campamento, han sido muy amables y están siempre a disposición organizándose junto a una sede social aledaña al campamento, quienes nos han prestado el espacio todos los sábados sin ninguna complicación, por lo tanto, hay una buena oportunidad para seguir trabajando con ellos”.
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