Durante la pandemia presenciamos situaciones verdaderamente excepcionales en las principales ciudades del país. En Santiago, varios residentes avistaron pumas deambulando por las calles desiertas producto del confinamiento, provocando el despliegue del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y el refugio de las mascotas dentro de las casas.
Leer artículo científico en Nature Ecology and Evolution en este enlace.
Leer artículo de prensa en El Mercurio en este enlace.
Este fenómeno fue motivo de uno de los estudios más grandes sobre el comportamiento de la vida silvestre que involucró a más de 220 investigadores, 163 especies de mamíferos y 5 mil cámaras trampa en todo el mundo. Los resultados liderados por la U. de British Columbia revelaron que los animales salvajes reaccionan diferente a los humanos dependiendo de su hábitat y lo que comen, siendo las especies de mayor tamaño las más susceptibles a los cambios en la actividad humana.
Escenario nacional
Aunque la mayor parte del estudio se centró en el hemisferio norte, dos investigadores chilenos destacaron notablemente por sus contribuciones desde el centro y sur del país.
“La información fue recopilada a través de dispositivos de cámaras trampa, que permitieron registrar los movimientos de los animales. En el caso de Chile, se estudiaron zonas de la Región del Maule, la Región del Biobío y la Región de Los Ríos, durante y después de la cuarentena”, comenta el Dr. Darío Moreira, investigador del Departamento de Gestión Agraria de la U. de Santiago de Chile, el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y el Laboratorio de Estudios del Antropoceno, quien participó en la investigación.
En cada uno de estos datos y lugares estudiados se contrastaron períodos con muy baja actividad humana y períodos con actividad humana cotidiana.
El Dr. Eduardo Silva, académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile, explicó que esos períodos coincidieron con la cuarentena. En el caso de Chile, la cuarentena se asoció a una menor actividad humana. Sin embargo, no sucedió lo mismo en otros lugares del planeta. “En otros sitios, en los períodos de restricción, se observaron incrementos en la actividad humana, particularmente del uso de áreas verdes”, indicó el Dr. Silva.
Pero ¿Qué permitió concluir el estudio? La primera gran conclusión a la que llegaron los investigadores es que existen diversas respuestas de la fauna a la actividad humana. “El resultado no necesariamente coincide con la impresión inicial que se tuvo durante el COVID, cuando pensamos que había un incremento de la presencia de fauna en la ciudad, o incluso una colonización o un resurgimiento de la fauna silvestre. Lo que sí se observó fueron cambios en algunos grupos”, aclaró Eduardo Silva.
Por ejemplo, en el caso de los carnívoros se observó que en zonas urbanas con baja presencia humana (como es el caso de la cuarentena) aumentó la actividad diurna, es decir, los animales tuvieron un grado mayor de diurnalidad.
“En el caso particular de algunos lugares en Chile, específicamente en Valdivia, cuando analizamos qué ocurrió con alguna especie, no vemos un incremento en la actividad, es decir, no vemos evidencia de que los lugares hayan sido colonizados por nuevos animales. Lo que sí podemos afirmar es que existe un leve incremento en diurnalidad, particularmente en el caso del zorro chilla”, expresó el académico de la UACh.
En el caso particular del zorro chilla, en escenarios post cuarentena “hubo un aumento en la actividad nocturna a medida que se retomó la actividad humana”, detalló el investigador del IEB.
En miras hacia la coexistencia
Es común encontrar en internet diversos vídeos de animales salvajes en medio de las ciudades: osos transitando entre los barrios del hemisferio norte, manadas de elefantes y aves en procesos de migración y, en Chile, zorros y pumas siendo avistados cercanos a zonas pobladas y de turismo.
Frente al escenario durante la pandemia, el estudio publicado por la U. de British Columbia destaca la importancia de establecer medidas para minimizar cualquier efecto perjudicial de la actividad humana en la vida silvestre.
Con el tamaño de la población humana mundial, que supera a los 8 mil millones de personas, y la huella que esta presión ejerce sobre la superficie de la Tierra, la supervivencia de los animales salvajes podría depender del grado de adaptación de la fauna ante los cambios físicos del paisaje. Sin embargo, los autores señalan que es posible contribuir a la conservación de especies salvajes y a una mejor convivencia.
Para el Dr. Darío Moreira, manejar la actividad humana puede ser clave para proteger a las especies más vulnerables y sus respectivos refugios. De este modo, se puede promover la coexistencia entre humanos y animales. “Si aumenta la actividad humana y también las de las especies, empieza a haber un conflicto que no podemos ignorar”, reflexiona. “Es necesario establecer lugares en ciudades que permitan generar un refugio para la fauna”.