Este miércoles 29 de abril, el académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral de Chile, Dr. Óscar Araya, ofrecerá una charla sobre los Efectos de las Erupciones Volcánicas en la Salud de los Animales, actividad que se llevará a cabo a las 17.30 horas en la Sala Paraninfo de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE), del Campus Isla Teja.
urante la charla, el profesor adjunto del Instituto de Ciencias Clínicas Veterinarias, abordará la temática a partir de los estudios que ha realizado desde 1989, tras las erupciones volcánicas del Lonquimay, Hudson, Chaitén, y Caulle, vasta experiencia que será materializada en su libro «Erupciones Volcánicas. Efectos sobre la Ganadería», obra próxima a publicar por Ediciones UACh.
Sobre dicha experiencia, el Dr. Araya precisó que no existen muchos estudios sobre las erupciones volcánicas y sus consecuencias en animales, y que en ese sentido, los estudios que ha realizado le permiten afirmar que los daños físico mecánicos son más dañinos que los toxicológicos, aunque aseguró que los daños dependerán de muchos factores.
“Tenemos bastante información que nos permiten decir que todas las erupciones son diferentes y hay que prestar atención para determinar cuál es el problema en cada caso, ya que influye la cantidad de material expulsado, su composición, y la dirección del viento, entre otros, mientras que sobre el daño que las erupciones producen en los animales podemos decir que hay dos tipos, uno provocado por un efecto físico mecánico, por la ceniza propiamente tal y otro que es tóxico”, aclaró.
Efecto físico mecánico
Según el Dr. Araya, en general los daños físico mecánicos son mayores que los daños toxicológicos, ya que a modo de ejemplo, recordó que con la erupción del volcán Hudson murieron más 750 mil ovejas en Argentina, por la cantidad de cenizas que calló sobre ellas, “es tanta la cantidad que se pega en la lana, que la oveja cae por el peso y no se puede parar, así mueren, con 30 kilos más de peso entre agua y ceniza”, detalló.
El académico además explicó que este efecto físico mecánico es más inmediato, ya que tras la erupción, las cenizas cubren las praderas provocando un problema de alimentación. “Los animales comen este paso con ceniza, lo que provoca varios problemas, uno de ellos es el desgaste dentario. Depende de la composición, pero la mayoría de las veces este material tiene Sílice dentro de sus compuestos, mientras más tenga, más dañina. Además se produce problemas digestivos porque comen ceniza y eso queda en los estómagos de los animales y eso también eso provoca la muerte del animal”, señaló.
Sin embargo, estos problemas sólo serían el comienzo de los efectos adversos sobre los animales productivos, ya que el especialista sostuvo que también hay que considerar que la ceniza provoca irritación, problemas respiratorios severos, y gastroenteritis severa, condiciones que se agudizan mientras mayor sea la cantidad de Sílice en el material expulsado por el volcán.
Además, dentro de este tipo de efecto, el académico señaló que se debe considerar la lluvia ácida que se produce porque “la gran masa que sale expulsada por fuerza de gas contiene además de agua, cloruro, sulfuro, y fluoruro, entre otros, y al ponerse contacto con agua lluvia se transforma en ácidos sulfhídricos, clorhídricos, etc. y al caer a la tierra, destruye los vegetales. En el Lonquimay por ejemplo, vimos un bosque quemado como si se hubiese incendiado. Y en los animales se produce un daño muy severo en la piel es como si fuera escaldada con agua caliente”, relató.
Efectos tóxicos
Sobre los efectos tóxicos de las erupciones volcánicas, el Dr. Araya fue enfático en aclarar que éstos sólo se verán con el paso del tiempo. Es así, como sostuvo que no se va a encontrar exceso de flúor, si se toman muestras ahora en el pasto o en los animales.
“Respecto de los efectos toxicológicos, lo más importante es la presencia de flúor. Por ejemplo, en el Lonquimay fue enorme y ahí los animales perdieron los dientes, lo que obviamente no les permite comer. Además provoca daño óseo. Se describen también problemas por arsénico, o mercurio y otros elementos, pero en animales no se han reportado, hasta donde yo sé, causas de muerte asociadas a la presencia de esos elementos, pero de todos modos hay que considerar que los primeros problemas aparecerán recién después de tres meses, y de ahí hacia adelante, incluso dentro de un año o más”, sostuvo.
A lo recientemente expuesto, el Dr. Enrique Paredes, académico del Instituto de Patología Animal quien también participó en las investigaciones tras la erupción del Caulle, haciendo muestreos en los animales faenados en mataderos, agregó que “en situaciones como ésta, lo que interesa saber es cuan afectados pueden estar los animales por una intoxicación que es de tipo crónica”.
El académico explicó que dichos efectos no representan un riesgo para la salud de los humanos ya que el flúor, por ejemplo, se deposita en los huesos, aunque aclaró que por precaución sería prudente desechar órganos como hígado y riñones. “Nosotros no sabemos qué otros elementos pueden haber en el material expulsado por el volcán, elementos que quizás ni siquiera se pesquisan, pero que estos órganos que funcionan de filtro pueden acumular”, aclaró.
Finalmente, ambos académicos estuvieron de acuerdo en que tras la erupción del Calbuco se va a producir un problema severo y que según explicó el Dr. Araya se deberá fundamentalmente a tres razones, “hay poco pasto por la sequía, ese poco pasto va a ser tapado por ceniza, y en tercer lugar los animales ya están flacos y van a llegar aún más flacos a un invierno que pronostican será muy crudo, esos tres factores son suficientes para que se produzca un desastre del punto de vista ganadero, sobre todo en sectores cordilleranos”, concluyó.