Publicado en la revista Red Agrícola.
Antecedentes generales
El maqui (Aristotelia chilensis) es una especie endémica de los bosques subantárticos de Chile y Argentina. En nuestro país, se distribuye desde Coquimbo hasta Aysén, habitando preferentemente los suelos húmedos del valle central. Produce bayas pequeñas con altos niveles de polifenoles, taninos y antocianinas. Su consumo conlleva beneficios para la salud humana por su extraordinaria capacidad antioxidante, y por sus propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas, antiaterogénicas, anticancerígenas, analgésicas, cardio y neuro protectivas, y nutricionales. En Chile, la investigación para su transición a cultivo comercial lleva cerca de 20 años, e incluye el registro de tres variedades en 2015 (Vogel et al., 2016). A partir de entonces, la superficie ha crecido, alcanzando 79,3 ha en la actualidad (CIREN-ODEPA, 2022). En Argentina aún no existen huertos establecidos, pero ya se inició un programa de domesticación (Roldán et al., 2023).
La fruta de maqui normalmente se comercializa procesada, como maqui liofolizado, en jugo, seco o congelado. En 2022, el volumen exportado por Chile fue 430.655 kg, con Alemania e Italia como los principales países de destino (ODEPA, 2023). Los volúmenes transados aún son limitados, dado que provienen principalmente de recolección silvestre. La instalación de huertos comerciales viene a solucionar aspectos de volumen, calidad y trazabilidad de la fruta, pero debe acompañarse del desarrollo de tecnologías de manejo. Se ha avanzado en la selección de material genético, y en aspectos del diseño de plantación y mecanización de la cosecha, a través de proyectos FIA, FIC, FONDEF, e Innova. En particular, la información compartida en este artículo proviene del Proyecto FIA PYT-207-0205, ejecutado por Agrícola Queñi SpA, Comercial GoodFood4U SpA (Nativ for Life), y Agriismart Ltda., en el sur de Chile.
Fisiología y fenología en el sur de Chile
El maqui es un árbol pequeño siempreverde con tallos rojizos y hojas simples y opuestas. Es una especie dioica que produce flores masculinas o femeninas amarillas, agrupadas en corimbos axilares (Fig. 1). En la región de Los Ríos, el maqui florece entre fines de octubre y principios de noviembre durante un corto período (10-15 días). Como la polinización de flores femeninas es predominantemente anemófila, los huertos deben considerar el uso de plantas macho en una proporción suficiente y con una distribución homogénea para asegurar una alta producción.
El maqui fructifica lateralmente sobre madera de 1 año. La inducción floral de estas yemas ocurre la temporada anterior, durante primavera-verano, mientras los frutos se desarrollan y maduran (Vogel et al., 2014; Fig. 2). Al mismo tiempo, se produce la elongación de nuevos brotes (que serán la madera frutal de la temporada siguiente) desde yemas ubicadas en el ápice de ramillas de 1 año. En el sur de Chile, el crecimiento de los brotes ocurre entre septiembre y abril, con tasas máximas a principios de enero (~1 cm/día; Fig. 2). El fruto es una pequeña baya de color violeta oscuro a negro brillante cuando madura, con hasta 8 semillas angulosas en su interior (Fig. 1). En la región de Los Ríos, la madurez se logra a fines de enero, aprox. 90 días desde plena floración, y con niveles de sólidos solubles de 18 a 26°Brix, dependiendo del ecotipo. En estado silvestre, el diámetro de la fruta no supera 5 mm, y la mayor parte de su volumen está ocupado por semillas (Romo et al., 2018). Con un manejo agronómico, es posible modificar la alometría de los frutos, aumentando su diámetro (7-9 mm), peso fresco (0,25-0,55 g), y mejorando su relación pulpa:semilla (0,4 a 0,6). En general, no existen estudios acerca de la fisiología de postcosecha de los frutos ni se han establecido índices de cosecha aparte del color.
El maqui es una planta muy vigorosa que requiere de poda para optimizar la intercepción y distribución de la luz dentro de la planta, promoviendo así la inducción floral y la fotosíntesis de las hojas, entre otros procesos. Por otro lado, dado el hábito de fructificación de la especie (Fig. 2), la poda también es necesaria para mantener la producción de fruta cercana al centro de la planta. Sin embargo, aún no existen pautas claras de poda de producción, aunque se sugiere realizar una poda de primavera, combinando cortes de raleo y rebaje, ya que la planta tiene la capacidad de desarrollar nuevos brotes desde yemas latentes en la corteza que se activan en presencia de luz.
Ver artículo completo.