Para el Dr. Rodrigo Arias I., académico del Instituto de Producción Animal (IPA) de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile, el mayor impacto se refleja en que se ha observado un mayor faena y aumento en los precios del ganado.
Señala que “conversando con algunos productores, en estas últimas semanas, pareciera haber mayor dificultad para encontrar animales para engordar. También se observó una caída en las importaciones que en comparación con el mismo periodo del año pasado es un 10,8%. Esto último, probablemente, porque en Brasil y Paraguay algunas plantas faenadoras se vieron afectadas por que sus empleados se enfermaron y debieron cerrar. En el caso chileno el efecto fue menor”.
En cuanto a las lecciones que se pueden sacar de esta crisis sanitaria, el académico señala que una de ellas es que se debe potenciar la producción nacional, pues “no se puede depender de la carne importada, que en los últimos años ha superado el 50% del consumo nacional. Siendo un alimento tan importante y relevante para el ser humano, por el gran aporte de nutrientes (proteína, vitaminas, minerales) y además con bajo aporte en calorías”.
¿Cuál ha sido el efecto en el mercado interno?
Básicamente, aplica la ley de oferta y demanda, como hay menos carne importada se ha observado un aumento en los precios del ganado y también en el beneficio. Por ejemplo, el Dr. Arias explica “que el precio nacional promedio para novillo gordo para el periodo enero-septiembre ha registrado un alza del 11,9%. Sin embargo, si revisamos los meses de julio-agosto y septiembre se observan incrementos de un 10,4%, 23,6% y 37,4% para la misma categoría”.
Agrega que “durante octubre los precios han seguido aumentando y a la fecha sería un 43,6% superior al mismo del año pasado, superando en varias ferias del país los 2.000 pesos por kg de peso vivo como en las ferias de Bulnes, Talca, Linares y La Araucanía”.
Clave para fortalecer la producción ganadera en Chile
A juicio del investigador y actual Director del Doctorado en Ciencias Agrarias de la UACh, existen cuatro pilares fundamentales que se deben fortalecer:
1) Mejorar no solo la cantidad y calidad de las praderas, sino también su aprovechamiento: en este punto el manejo de pastoreo es clave, apuntando a cosechar (consumir) la mayor cantidad posible del forraje producido. Esto es muy relevante pues impacta directamente en el margen económico por kilogramo de carne producido. Suponga que producir 1,0 kg de materia seca cuesta $ 50 pesos y produce 10 toneladas de MS/hectárea, pero su eficiencia de cosecha es de un 55%, es decir solo consumirá 5,5 toneladas/ha, entonces el costo del kilo de materia seca consumida sube a $ 90, es decir, prácticamente el mismo costo del kilo de materia seca de un forraje conservado del tipo bolo.
2) Genética: uno de los problemas que enfrenta el sector es que pese a ser un país con una masa ganadera tan pequeña (aproximadamente dos millones de cabezas de ganado) dedicados a la producción de carne, tenemos una gran diversidad de razas, lo que genera mucha heterogeneidad. Por ejemplo, en un lote en recría o engorda impactará en los requerimientos nutricionales, así como también en las tasas de crecimiento y de deposición de grasa. En consecuencia se afectará los días en engorda y las conversiones, es decir, los kilos de alimento consumido para ganar un kilo de peso vivo.
3) Tecnología: se debe incentivar la adopción de tecnologías de intensificación sustentable (uso cercos eléctricos, mangas con balanzas electrónicas, aditivos, sincronización de celo, sensores, etc.) en especial en el segmento de crianza. Por ejemplo, durante la última década hemos visto cómo la raza Angus se ha posicionado fuertemente en el país. Así entonces muchos crianceros han optado por tener rebaños puros de raza Angus, en vez de utilizar vacas híbridas, las que producen crías con un mayor peso al destete producto del vigor híbrido.
4) Capacitación: se debe educar y capacitar por un lado al consumidor nacional respecto a los beneficios, características y formas de uso de las carnes que se producen en el país; y por otro lado capacitar a los productores en tecnologías de intensificación sustentable.