Nuevamente Asenav S.A. nos sorprende con un proyecto que no sólo deja de manifiesto la capacidad técnica de los astilleros en nuestro país, sino que, además, nos recuerda la tradición de formación de profesionales en ingeniería y arquitectura naval, muchos de ellos a cargo de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad Austral de Chile.
A finales del mes de diciembre presenciamos el lanzamiento del rompehielos “Almirante Viel”, construido en Asmar, en Talcahuano, transformándose en la nave de este tipo más moderna y de mayor tamaño de Sudamérica.
Estas dos noticias pueden parecer esporádicas o un tanto fuera de contexto, pero no puede ser más acertado el poder citar esto, para destacar la necesidad de confiar en la industria naval nacional, recordando que el nivel de inversiones en cada construcción supera con creces varios millones de dólares, los que han sido gestionados, en el caso de Asenav S.A., de forma privada, es decir, inversión que genera trabajo y desarrollo en nuestro país. En al caso de Asmar, es el Estado el que pone toda la confianza en su propia gente, invirtiendo en un proyecto que permitirá el accionar de investigadores en zonas extremas durante periodos mucho más extensos que con los que se cuenta hoy en día.
Podría, con conocimiento de causa, citar numerosos ejemplos de desarrollo de la industria naval a nivel nacional, especialmente aquellas iniciativas que van acompañadas de esfuerzos personales, con todos los riesgos que ello implica, pero que en definitiva han permitido mantener servicios a un amplio espectro de industrias, desde la deportiva y alta competición, salmonicultura, transportes, investigación, defensa, turismo entre otras, pero me he centrado en estos dos grandes proyectos, destacando la capacidad de los astilleros nacionales para asumir enormes desafíos y poder dar una respuesta efectiva a un país con más de 4.000 kilómetros de costa.