El año 1973 la homosexualidad se elimina como categoría del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés) y en 1990 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud. Despatologizada la homosexualidad, en Chile, varios años después, comenzó a robustecerse un aparato legal que albergue las necesidades de la comunidad LGBTIQ+, sin embargo, parece no ser suficiente para erradicar la discriminación social por identidad de género, orientación sexual, prácticas sexuales e incluso por expresión de género, esto pues los cambios sociales no se dan solo por implementación leyes o por firma de tratados internacionales, pues si bien estos son trascendentales en el modelado social, por sí solos no logran hacer frente a los desafíos de socioculturales de despatologizar en nuestras preconcepciones a la llamada diversidad sexual.
En situaciones de naturalización de estereotipos discriminadores se escucha con dolorosa frecuencia el argumento de que se trata de personas anormales, pero lo normal es solo una referencia estadística, por ende, lo anormal sería la desviación media de la norma correspondiente a un grupo de referencia. También hay que transparentar que lo llamado normal, es a la vez una definición sociocultural que perpetúa conceptos como, por ejemplo, minorías sexuales, que en la práctica es un concepto político y no estadístico, y que describe a grupos que vivencian una posición social de subordinación y a través del lenguaje se busca transmitir la idea de que se trata de grupos puntuales que escapan a una desviación estándar.
Subsanado lo médico y lo estadístico, nos queda lo político, al respecto la invitación es a considerar que la democratización de los espacios ciudadanos no debe estar circunscrita solo a un sector de la población y no podemos heredar una sociedad segregadora bajo el argumento de que siempre ha sido así. Por ello cobra relevancia situarnos desde una perspectiva bientratante en contraposición a la exclusión, a la estigmatización y a la parodia. Nuestro estándar institucional es el reconocimiento y valoración de la dignidad y los derechos de igualdad y no discriminación de todas las personas, tanto presencial como virtualmente, esto pues todas somos diversas, no solo un grupo de la población.