La contingencia por el COVID-19 ha producido un cambio en cuanto a nuestras formas de trabajar, transformado las salas de estar, comedores, habitaciones y otros espacios de la casa en oficinas, salas de reuniones, aulas, entre otros, para actividades y acciones que antes requerían nuestra presencia física en el lugar de trabajo.
En atención a ello, uno de los cambios más importantes producidos en estas circunstancias es la disminución de desplazamientos y movimientos que realizamos durante el día, dado que, al realizar teletrabajo, hay posturas mantenidas en el tiempo que pueden hacer que nos encontremos tres o más horas en la misma posición, señala el kinesiólogo Ricardo Arteaga, quien también es Director de la Escuela de Kinesiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile (UACh).
En este sentido, indica que “existen lesiones asociadas a tipos de posturas que pueden ser variadas en el sistema musculoesquelético, provocando tendinopatías, contracturas, trastornos musculares, entre otros, que tienen como denominador común el dolor, la inflamación y el deterioro funcional. A esto se agregan factores psicológicos adversos, como la incertidumbre, la ansiedad y preocupación por el mismo trabajo, en términos de poder llevar a cabo nuestra labor y la seguridad de nuestras familias, siendo muy poco auspicioso el panorama para la mejora y el buen rendimiento”.
Asimismo, agrega que, desde la ergonomía, ciencia que estudia el hombre y su relación con el trabajo, este tipo de alteraciones han sido analizadas desde hace mucho tiempo, denominándose desórdenes musculoesqueléticos relacionados al trabajo. Y que, desde la kinesiología, “la explicación es muy similar, integrando las posturas mantenidas y el movimiento o trabajo repetitivo como potenciales productores de cambios adaptativos en los tejidos del cuerpo humano. El problema radica cuando los tejidos no son capaces de adaptarse y comienzan a perder cualidades para resistir fuerzas externas como las que encontramos en el trabajo. Inclusive, se pueden llegar a producir cambios a nivel del sistema nervioso central, provocando la instauración de patrones de movimiento anómalos y círculos viciosos que van perpetuando estas alteraciones, transformándose para el trabajador en un verdadero escollo para su rendimiento laboral. Si el grado de estos desórdenes aumenta, perjudicaría el comportamiento del individuo, incluso afectando sus relaciones personales y familiares”.
Por ello, el profesional sostiene que “se debe tener en cuenta que los signos y síntomas de este tipo de desórdenes musculoesqueléticos son muchas veces silentes o de escaso interés para el que los padece. Una molestia muy leve al final de nuestra jornada, una sensación de incomodidad en la zona puede ser el primer aviso. En general, las señales no son advertidas ni tomadas en cuenta, se tienden a omitir a favor de las tareas y deberes que a diario se imponen, no prestando atención a lo que puede significar en un mediano o largo plazo. Como trabajador, debería tener otra posición al respecto: la prevención”.
Recomendaciones
Ante tales casos, el kinesiólogo Ricardo Arteaga explica: “Lo primero es que se debe estar consciente que las posturas mantenidas y movimientos repetitivos son un factor de riesgo y por lo mismo se deben evitar. Para ello, es aconsejable que no permanezca mucho tiempo en una misma posición. Al trabajar, intente una buena postura, relajada, pero que no exija un aumento de las curvaturas de la columna. Lo importante es que no sienta molestia o dolor en la posición. Si puede tener apoyo de los antebrazos, ya sea de la silla o en su escritorio o mesa es mucho mejor. Esto también ayuda a disminuir la presión en su columna vertebral. Es aconsejable que pueda tomar un descanso de 5 a 10 minutos cada 45 minutos de trabajo como máximo. Este descanso hágalo activo, con ejercicios de estiramiento y movilidad que tienen comprobada eficacia para disminuir la aparición de los desórdenes musculoesqueléticos”.
Para esto recomienda:
-Realice movimientos de columna vertebral en todos los planos, intentando salir de la postura típica de trabajo. Movilice sus articulaciones de columna y de los miembros superiores e inferiores. Realice estiramientos produciendo sensación de tensión en sus músculos y tendones. Si tiene dolor o molestias no reproduzca esa sensación al realizar los ejercicios.
-Fortalezca sus músculos. La inactividad física produce, entre otras cosas, la disminución de las respuestas o activaciones musculares, así como hipotrofia de los tejidos. Recuerde que sus músculos también ayudan a la estabilidad dinámica de la columna y segmentos corporales. En ese sentido, el Centro Universitario de Rehabilitación (CUR) de la Escuela de Kinesiología de la UACh tiene excelente material audiovisual para que siga una rutina de ejercicios básicos para realizar en el hogar (ver Facebook e Instagram).
-Por último, haga participativo en esto a sus compañeros de trabajo, la mejor prevención en aspectos ergonómicos es la que se comparte con otros miembros del equipo de trabajo, provocando un compromiso hacia el bienestar colectivo. Recuerde que el ejercicio físico libera sustancias que nos ayudan a sentirnos mejor física y psicológicamente, regulando nuestro sueño, por ejemplo, y mejorando no solo el rendimiento en el trabajo, sino muchas de nuestras actividades diarias.