El suelo es un recurso natural no renovable a escala humana. Cumple múltiples funciones, todas ellas asociadas a los servicios ecosistémicos. Entre éstas, destacan ser un reservorio y filtro de agua y nutrientes; un reservorio genético de organismos y de acumulación de carbono, siendo la base del ecosistema para producir alimentos y servicios que se asocian al bienestar humano.
Desde 1963, cada 7 de julio se conmemora a nivel internacional el Día Internacional de la Conservación del Suelo en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién inició un movimiento con el objetivo de concientizar a las personas sobre la importancia que tiene el suelo dentro del frágil equilibrio medio ambiental.
Las Naciones Unidas propusieron algunos desafíos para el desarrollo sustentable entre 2015 – 2030, varios de ellos se asocian con el suelo. Declarando en el año 2015 la década de los suelos, dada la relevancia que tiene este recurso en la sustentabilidad.
A pesar de que los suelos son esenciales para la existencia de la humanidad y su calidad de vida, su relevancia ha sido escasamente valorada en nuestro país. Aunque se debe reconocer que existe un Proyecto de Ley Marco, que busca regular la gestión sostenible del uso de los suelos, la iniciativa de ley, actualmente en la Comisión de Agricultura, depende de las indicaciones del Ejecutivo para seguir avanzando en su tramitación, lo que es clave para avanzar en el uso sostenible de este recurso en nuestro país.
Actualmente, prácticamente la mitad de los suelos de Chile sufren de algún grado de erosión, que es sólo uno de los procesos asociados a la degradación que incluyen aquellos de carácter químico, físico y biológico. Estas expresiones de degradación, como es la erosión o el sellamiento de los suelos, son consecuencia de los cambios de uso y el realizar prácticas de manejo sin considerar la resistencia y resiliencia de estos sistemas.
Ejemplo de ello es la expansión urbana, en áreas de preferencia con otras funciones ecosistémicas, como, el crecimiento por parcelaciones en área agrícolas, que son fundamentales para avanzar en seguridad alimentaria o de captura de agua en zonas cordilleranas y precordilleranas, que son claves en la recarga de aguas subterráneas, pueden conllevar a amenazas al bienestar de la sociedad en general.
Un ejemplo claro de ello, es lo acontecido hace unos días, a raíz de las fuertes lluvias, que ocasionaron un desastre en el centro de nuestro país y dejando en evidencia la construcción en áreas que debieran estar resguardas como lechos de ríos o zonas de infiltración. Lo anterior, podría regularse si como país contáramos con una Ley de Protección que norme el uso de los suelos, considerando las funciones ecosistémicas que ellos cumplen, lo que, a su vez, le permitirá a la sociedad obtener bienes y servicios a partir de este recurso.
Si miramos al sur de nuestro país debemos destacar y valorar que nuestros suelos son, principalmente, de origen volcánico. Los Andisoles en Chile, se encuentran entre la Región del Maule (área precordillerana) hasta Aysén. Los suelos volcánicos concentran más del 60 % de la superficie productiva de Chile.
Sin embargo, son menos del 1% del total de los suelos del mundo, poseen contenido muy alto de Carbono Orgánico y son muy productivos desde el punto de vista agrícola, especialmente los Andisoles o trumaos típicos. Es por ello, que tenemos una ventaja competitiva como país, además de poseer una enorme diversidad de este tipo de suelos.
Por lo tanto, cuidar nuestros suelos es un desafío socio-económico y ambiental, además de ser una gran oportunidad de desarrollo. En ambos casos es fundamental conocerlos, crear conciencia en toda la sociedad de su valor ecosistémico y avanzar en la protección de sus funciones ecosistémicas, en donde sería fundamental poder contar con esta Ley de Marco de Protección del Recurso Suelo.
Columna publicada en El Mostrador.